Los probióticos: unas consideraciones
El termino Probiótico, fue utilizado por primera vez por Lilly and Stillwell en el año 1965.
Fue a principios del siglo XX cuando Elie Metchnickoff (Instituto Pasteur), asoció la presencia de los lactobacilos en el colon con el desplazamiento y disminución de la flora bacteriana perjudicial; en el año 1906, Henry Tissier aisló las bifidobacterias, afirmando su acción frente a bacterias patógenas[3](Bifidobacterium es un género de bacterias gram-positivas, anaeróbicas, no motiles, con frecuencia ramificadas; las bifidobacterias normalmente viven en los intestinos).
Estos primeros estudios referidos a los probióticos dieron paso a numerosos estudios e investigaciones en el campo de la microbiología a lo largo del siglo XX. A partir de los años 60 del siglo pasado, los mismos se focalizaron fundamentalmente en detectar cepas bacterianas o levaduras concretas beneficiosas para la salud y en definir cuáles son sus mecanismos de acción.
A partir de los años 80, se multiplican los ensayos con diferentes tipos de probióticos, buscando establecer su eficacia en enfermedades específicas. Se promovió su comercialización a partir de productos basados en cultivos donde los microorganismos crecen como cepas individuales en un medio estéril y se mezclan durante el envasado.
Más recientemente, los nuevos sistemas de análisis han contribuido a entender mejor la dinámica de estos organismos y se ha favorecido el cultivo de las cepas en un proceso de “co-crecimiento”, donde las cepas viven en un mismo medio interactuando durante el proceso. Con esta metodología de “consorcio”, los microorganismos desarrollan un pequeño ecosistema, que asemeja a cómo los microorganismos sobreviven en el entorno natural.
Actualmente, se asocian levaduras, bacterias (lactobacilus, plantarum…) con achicoria y plantas medicinales debidamente fermentadas.
Definidos en diferentes categorías, entre el suplemento alimentario y el medicamento, los probióticos se aplican con éxito en entornos de la salud humana, de la agricultura y de la ganadería (por ejemplo: en apicultura y en cunicultura).
Concretamente, el uso de los probióticos en la apicultura es eficaz para lograr una reducción de posibles intoxicaciones de origen vegetal o químico (destaca en este aspecto el logro de la degradación de los neonicotinoides). Su adecuado uso también mejora la sanidad de las colmenas; aumenta la producción de serotonina (mejorando significativamente el bienestar de la base animal de las mismas) y aumenta la longevidad de las obreras, consiguiéndose, por esta razón, una mayor producción de miel.
[1] Informe de la Consulta de Expertos FAO/OMS sobre Evaluación de las Propiedades Saludables y Nutricionales de los Probióticos en los Alimentos, incluida la Leche en Polvo con Bacterias Vivas del Ácido Láctico
[2] Guía Práctica de la Organización Mundial de Gastroenterología: Probióticos y prebióticos
[3] Guía Práctica de la Organización Mundial de Gastroenterología: Probióticos y prebióticos
Josep Huguet i Mas
Experto Agrícola (Dip. Prov. Barcelona) Jubilado.