Los probióticos: unas consideraciones

El termino Probiótico, fue utilizado por primera vez por Lilly and Stillwell en el año 1965.

En el año 2001, la Food and Agriculture Organization of the United Nations definió los probióticos como “‘microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades apropiadas, confieren al huésped un beneficio para la salud”[1]. En el año 2011, la World Gastroenterology Organization, confirmó que la eficacia de los probióticos se refiere a cepas específicas en dosis específicas[2].

Fue a principios del siglo XX cuando Elie Metchnickoff (Instituto Pasteur), asoció la presencia de los lactobacilos en el colon con el desplazamiento y disminución de la flora bacteriana perjudicial; en el año 1906, Henry Tissier aisló las bifidobacterias, afirmando su acción frente a bacterias patógenas[3](Bifidobacterium es un género de bacterias gram-positivas, anaeróbicas, no motiles, con frecuencia ramificadas; las bifidobacterias normalmente viven en los intestinos).

Estos primeros estudios referidos a los probióticos dieron paso a numerosos estudios e investigaciones en el campo de la microbiología a lo largo del siglo XX. A partir de los años 60 del siglo pasado, los mismos se focalizaron fundamentalmente en detectar cepas bacterianas o levaduras concretas beneficiosas para la salud y en definir cuáles son sus mecanismos de acción.

A partir de los años 80, se multiplican los ensayos con diferentes tipos de probióticos, buscando establecer su eficacia en enfermedades específicas. Se promovió su comercialización a partir de productos basados en cultivos donde los microorganismos crecen como cepas individuales en un medio estéril y se mezclan durante el envasado.

Más recientemente, los nuevos sistemas de análisis han contribuido a entender mejor la dinámica de estos organismos y se ha favorecido el cultivo de las cepas en un proceso de “co-crecimiento”, donde las cepas viven en un mismo medio interactuando durante el proceso. Con esta metodología de “consorcio”, los microorganismos desarrollan un pequeño ecosistema, que asemeja a cómo los microorganismos sobreviven en el entorno natural.

Actualmente, se asocian levaduras, bacterias (lactobacilus, plantarum…) con achicoria y plantas medicinales debidamente fermentadas.

Definidos en diferentes categorías, entre el suplemento alimentario y el medicamento, los probióticos se aplican con éxito en entornos de la salud humana, de la agricultura y de la ganadería (por ejemplo: en apicultura y en cunicultura).

Concretamente, el uso de los probióticos en la apicultura es eficaz para lograr una reducción de posibles intoxicaciones de origen vegetal o químico (destaca en este aspecto el logro de la degradación de los neonicotinoides). Su adecuado uso también mejora la sanidad de las colmenas; aumenta la producción de serotonina (mejorando significativamente el bienestar de la base animal de las mismas) y aumenta la longevidad de las obreras, consiguiéndose, por esta razón, una mayor producción de miel.

 

[1]  Informe de la Consulta de Expertos FAO/OMS sobre Evaluación de las Propiedades Saludables y Nutricionales de los Probióticos en los Alimentos, incluida la Leche en Polvo con Bacterias Vivas del Ácido Láctico

[2]  Guía Práctica de la Organización Mundial de Gastroenterología: Probióticos y prebióticos

[3]   Guía Práctica de la Organización Mundial de Gastroenterología: Probióticos y prebióticos

Josep Huguet i Mas

Experto Agrícola (Dip. Prov. Barcelona) Jubilado.