Tribuna informativa – Semana 5/2017
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La inflación crece, el poder adquisitivo disminuye
Después de tres años en los cuales la media anual del Índice de Precios al Consumo, IPC (en euros corrientes), ha sido negativa, se está pasando a cifras positivas. La realidad de los últimos 3 años, donde hemos estado en el borde de la deflación, ha permitido a las familias de nuestro país recomponer en alguna medida sus disponibilidades de renta.
Si tomamos como referencia el año 2016, los salarios han subido una media ligeramente superior al 1 por 100 y las pensiones lo han hecho alrededor del 0,25 por 100. Al ser el IPC negativo, nuestro poder adquisitivo ha mejorado, ligeramente, pero ha mejorado.
En este año 2017, la situación va a cambiar. Las previsiones de incremento medio anual del IPC puede estar alrededor del 2, 5 – 3 por 100, teniendo en cuenta, por una parte, el encarecimiento del crudo y nuestra brutal dependencia del mismo (el barril de 159 litros tuvo un precio medio, en el año 2016, de unos 43,5 dólares y ahora ya anda por los 53 – 54 dólares) y, por otra, las circunstancias climáticas (con una mayor demanda energética a todos los niveles, incluyendo la agricultura y la ganadería). Esta inflación será la mayor desde el año 2012.
Paralelamente, los salarios no subirán más allá del 1,2 por 100 y el PIB no parece que pueda superar la barrera del 2,5 por 100.
Ello significa tres cosas inicialmente: que nos vamos a alejar de nuevo de la U.E. (que es a dónde van la mayoría de nuestras exportaciones); que vamos a perder competitividad (como ha sido la realidad habitual, excepto en estos tres últimos años) y que va a disminuir nuestro poder adquisitivo.
Pero, estas realidades, sin duda importantes y graves, no nos pueden hacer olvidar el verdadero “multi – núcleo problemático de nuestra economía”: el incontrolado gasto público (y ¡ojo con el privado!), es decir el endeudamiento; la manifiesta ineficiencia e ineficacia de este gasto público (véase, por ejemplo, el gasto energético en energía fósil); la corrupción (tanto directa como indirecta) y la demostrada incapacidad de nuestros políticos para gestionar adecuadamente el país, tanto desde la perspectiva económica como desde los fundamentos éticos y estéticos, que deben considerarse como unos sumandos más al mencionado problema.
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El bienestar animal y la producción cunícola, en el ojo del huracán
Como se veía venir, ya está la producción cunícola en el “Baile del Bienestar Animal”. El Sr. Stefan Eck, eurodiputado alemán (perteneciente al Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica y que tiene formación de técnico publicitario) presentó a la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo una propuesta legislativa con la pretensión de eliminar las jaulas en las granjas cunícolas (el primer debate sobre esta cuestión se celebró la semana pasada, concretamente el día 26 de enero).
Debe tenerse en cuenta que la Unión Europea, que es el segundo productor mundial de carne de conejo, después de China, y tiene sus granjas fundamentadas en la utilización de las jaulas convencionales (en la Unión Europeas se sacrifican anualmente, contando las producciones para autoconsumo, más de 360 millones de conejos; aun así, la producción cunícola viene a suponer aproximadamente el 0,9 por 100 de la P.F.G. de la U.E. – 28).
Y todo arranca sin haber ningún estudio técnico ni científico al respecto (como no es inusual, lamentablemente, que suceda en Bruselas). El Sr. Eck pretende equiparar al conejo de granja con las gallinas ponedoras o con otros animales de renta, sin tener en cuenta (probablemente por desconocimiento técnico de la producción cunícola) las peculiaridades de esta especie (empezando por las peculiaridades de los gazapos; las características del amamantamiento de los mismos o de la cecotrofía).
El pasar la producción cunícola al suelo (que es lo que pretende este eurodiputado) genera, en primer lugar, la necesidad de importantes inversiones; en segundo lugar, para mantener el volumen censal, es necesario aumentar el espacio (con todo lo que ello supone); en tercer lugar, se originarían una serie de problemas que no son sencillos de resolver, dadas las características de la especie (no se olvide que su proceso de domesticación es relativamente reciente y, en cierta forma, incompleto) y, en cuarto lugar, un problema de pérdida de competitividad frente a Países Terceros, que ni se plantean este sistema de producción.
El conejo explotado en suelo presenta, en general, importantes problemas sociales, con aparición de agresividad (agresividad que, a veces, según las circunstancias del medio, es muy elevada y que afecta mucho a las hembras lactantes); esta agresividad genera lesiones y éstas dan lugar a problemas sanitarios. Además, una explotación cunícola en suelo hace mucho más complicado que en el caso de la explotación en jaula, el control de las parasitaciones y de las infecciones. Teniendo en cuenta todo lo expuesto, surge la pregunta clave: ¿dónde está la mejora en el ámbito del bienestar animal zootécnico?
Se trata, una vez más, de hacer verdad aquel viejo adagio que dice: no hay nada más atrevido que lo que se sustenta en la ignorancia (la propuesta de la generación de una legislación sobre normas mínimas para la protección de conejos en las granjas fue rechazada por un solo voto de diferencia).
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La Plataforma sobre el Bienestar Animal en la U.E.
Ha nacido la “Plataforma sobre el Bienestar Animal” en la Unión Europea. Hace aproximadamente un año, las delegaciones de cuatro Estados presentaron en la Comisión Europea la propuesta de la creación de esta plataforma que fue debatida, por primera vez, en noviembre del pasado año 2016.
En realidad, esta plataforma pretende constituir, con un de máximo 75 personas, un “grupo de expertos” que fomente “el diálogo entre las distintas partes (de la sociedad) interesadas en las cuestiones relacionadas con el bienestar animal”. El objetivo último es lograr una mejor aplicación de la legislación comunitaria en lo que se refiere al mencionado bienestar animal, así como a la promoción de las normas relativas al mencionado bienestar animal y al fomento y aplicación de compromisos voluntarios por parte de los distintos eslabones de la cadena productiva.
La idea es que en esta plataforma participen organizaciones de la sociedad civil, expertos independientes (científicos y técnicos), organizaciones empresariales, organizaciones profesionales, organizaciones intergubernamentales, la organización Mundial de Sanidad Animal, Estadios Miembros de la U.E., etc.
En un futuro a corto plazo, se publicará la convocatoria para que las personas que deseen formar parte de esta plataforma presenten sus candidaturas.
La eficiencia y la eficacia de la Plataforma dependerán, en gran medida, de la idoneidad de las personas que la conformen. Esta idoneidad debería estar fundamentada en su formación y en sus conocimientos de las complejas materias que están ligadas a la producción animal. Solo si existen estos niveles de formación y de conocimientos la Plataforma podrá ser realmente útil a la cadena productiva, porque permitirá objetivar toda la temática ligada a la producción animal en el sentido más amplio del tema.
De no ser así, la excelente idea inicial de esta Plataforma se convertirá en un muy importante problema para el sector pecuario de la U.E. y para la propia sociedad; constituirá un altavoz y un foco de demagogia y de defensa del Bienestar Animal Social…
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El valor de la marca en el ámbito pecuario
La marca siempre supone un valor diferencial en cualquier producto y ello es válido en el mundo agrario. La magnitud de este valor está en función de la gestión que se haga de la misma.
De acuerdo con los datos facilitados la semana pasada por la Asociación para la Promoción del Cochinillo de Segovia (Procose), que cuenta con 120 operadores (57 explotaciones, 5 mataderos, 16 mayoristas, 8 puntos de venta, 32 restaurantes y 2 centros de procesado), en el año 2016 se sacrificaron 205.837 cochinillos, lo que supone un 16,75 por 100 más que en el año 2015.
No obstante, paralelamente, no han pasado el filtro establecido, en este año 2016, el 37,74 por 100 de los cochinillos que llegaron al matadero (en el año 2015 el porcentaje de rechazo fue del 34,83 por 100). Estas cifras pueden constituir un ejemplo del rigor con que se aplica el Reglamento a la hora de proceder a analizar la conveniencia de etiquetar o no a un cochinillo con la marca.
Las principales razones del no cumplimiento del Reglamento establecido por parte de los cochinillos fueron: problema de hechuras (conformación de la canal), peso y el color de la carne.
Hay que señalar que, por los cochinillos identificados con la marca, se pagan unos seis euros más que los que no la tienen y que ya se han introducido en la gran distribución.
Actualmente, se están llevando a cabo las acciones pertinentes para lograr incluir al cochinillo de Segovia en la calificación de Bien de Interés Cultural (BIC) de Castilla y León, amén de pretender que figure en el inventario de bienes inmateriales de la Comunidad Autónoma (que es el paso previo para intentar, a medio plazo, que la UNESCO lo pueda declarar Patrimonio Inmaterial).
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La acuicultura en España
La producción de la acuicultura en nuestro país tiene una relevancia notable. Así, la producción de la acuicultura marina española se puede cifrar, hablando de talla comercial y en el caso de los peces, en unas 53.000 – 54.000 toneladas anuales, de las cuales unas 450 t son de producción ecológica; a ellas hay que añadir unas 250 t de crustáceos y unas 275.000 t de moluscos (siendo un 98 por 100, aproximadamente, de mejillón, la mayor parte producido en Galicia [casi un 98 por 100 de todo el mejillón español de produce en esta Comunidad Autónoma]).
Dentro del capítulo de los peces producidos en la acuicultura marina, hay que destacar la lubina o róbalo (Dicentarchus labrax), con unas 21.000 toneladas anuales, y la dorada ((Sparus aurata) con unas 16.000 t anuales; le sigue a mucha distancia el rodaballo (Scophthalmus maximus), con unas 7.500 t/año y el atún rojo (Thunnus thynnus), con unas 5.500 t anuales. Entre los cuatro, suponen el 94 por 100 de toda la producción de peces de la acuicultura marina.
Por CC.AA., la mayor productora de estos peces es la Comunidad Valenciana, unas 13.000 t anuales; en segundo lugar se sitúa la Región de Murcia, unas 12.000 t/año; después Galicia, 8.000 t; Andalucía, unas 8.000 t/año; Canarias, unas 8.000 t/año y Cataluña, unas 3.500 t/año.
En cuanto a la acuicultura continental, su producción de peces está sobre las 10. 000 t anuales, de las cuales unas 450 t son de producción ecológica.
En este caso, la Comunidad Autónoma más productora es Galicia (3.500 t/ año) seguida de Andalucía y Cataluña con unas 1,700 t cada una de ellas y de Castilla – La Mancha con unas 1.000 t/anuales.
Ello da lugar a que, en España, la producción de pienso para este capítulo de la producción animal, especialmente para la acuicultura marina, alcance las 130.000 t anuales (producidas en tres fábricas). De esta cantidad, unas 120.000 t se consumen en España, de las cuales un 84 por 100 va a la acuicultura marina y un 16 por 100 a la acuicultura continental (estimaciones de APROMAR). El resto es dedicado a la exportación.