El bienestar animal en los mataderos
No me cabe duda alguna de que este es un tema complejo y en el que las sensibilidades están a flor de piel. Lo he podido comprobar reiteradamente cuando, en mis clases, conferencias o seminarios, lo he abordado.
Es verdad que, en general, en nuestros mataderos (donde es de obligado cumplimiento la aplicación de los programas de control sanitario) se trabaja francamente bien.
Ello significa que el manejo de los animales, tanto en lo que atañe a su descarga, a su ubicación en los corrales de espera, si procede, a su movilización dentro del propio matadero, a su aturdimiento y al propio sacrificio, se realizan de la forma adecuada, respetando al animal y atendiendo lo mejor posible a su bienestar. El hacerlo así, tiene además ventajas técnicas evidentes (por ejemplo, un sangrado mejor y un menor perjuicio de la canal).
La Unión Europea ya empezó a caminar por esta senda hace unos años (artículo 17 del Reglamento 1999/2009). En él estableció la obligatoriedad, con fecha 1 de enero del año 2103, de la presencia de la figura del “responsable del bienestar animal en los mataderos” (si bien esta figura no era obligatoria para los mataderos pequeños; aquellos que sacrifican anualmente menos de 150.000 aves o conejos o menos de 1000 unidades de ganado mayor).
Francia, a finales de marzo de 2014, en razón a unas denuncias, pidió realizar inspecciones en todos sus mataderos para detectar posibles casos de maltrato animal y estableció la obligatoriedad para todos ellos (incluyendo a sus 36 mataderos pequeños) de contar con un responsable del bienestar animal.
No obstante, a pesar de todo lo establecido, se han seguido produciendo algunos casos de maltrato animal en los mataderos que perjudican enormemente al sector, tanto desde un punto de vista técnico como social.
Por esta razón, se debe dar un paso más, aceptando todos los inconvenientes que se puedan plantear, al menos inicialmente (por ejemplo, problemas jurídicos en lo que se refiere al derecho de imagen de los profesionales que laboran en los mataderos).
Precisamente, en este sentido, el pasado 12 de enero los diputados franceses votaron la obligatoriedad de que sus mataderos se doten, a partir del año 2018, de cámaras en todas las zonas dónde se manipulen animales vivos (áreas de alojamiento, traslado, inmovilización, aturdimiento y sacrificio). Según la fundación Brigitte Bardot, el 85 por 100 de los franceses respalda esta medida.
De momento, las imágenes grabadas sólo se conservarán un mes, como máximo, no se harán públicas (como había solicitado varias asociaciones) y solo las podrán visualizar los veterinarios y los responsables del bienestar animal, que trabajan en estos establecimientos.
Estoy absolutamente de acuerdo con la aplicación de esta medida (habrá que ver cómo se soluciona el tema del derecho a la imagen; probablemente con una aceptación previa de los profesionales implicados a ser grabados durante el desarrollo de su actividad).
Mi deseo es que se aplique, con la máxima urgencia, esta medida de control en todos nuestros mataderos, permitiendo que las imágenes grabadas las puedan visualizar, además de los profesionales ya referidos, todos los profesionales implicados (ganaderos que llevan sus animales al matadero; los técnicos vinculados, directa o indirectamente, con estas explotaciones y los técnicos de las Administraciones Públicas que nos representan).
Entiendo, que, a todos, nos asiste el derecho de poder comprobar que las cosas se hacen debidamente en el matadero (hay una cuestión que me parece obvia: cuando se hacen las cosas bien, no debería haber reticencia alguna al control).
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid.