Tribuna informativa – Semana 3/2017

  1. El índice de precios de los alimentos

LA FAO acaba de publicar una serie de índices de precios comparando lo acontecido en los cuatro últimos años.

En lo que se refiere a índice de los precios de los alimentos, se observa que la curva del año 2013 fue especialmente elevada; la del 2014 ya muestra un significativo descenso, que se agudizó significativamente en el año 2015.

En lo que atañe al año 2016, durante los primeros siete meses la curva discurrió por debajo de la del 2015, especialmente en el primer trimestre. A partir del mencionado mes de julio la curva de 2016 superó con claridad a la de 2015 y fue en los tres últimos meses del año cuando las diferencias se agudizaron.

En noviembre y diciembre del pasado año, el “índice FAO” alcanzó los 172 puntos (cuando en diciembre del 2015 estaba alrededor de los 155 puntos); los responsables de la magnitud de estos índices fueron los precios del azúcar (su índice medio, en el año 2016 fue un 34,2 por 100 superior al índice medio del año 2015) y de los aceites vegetales (cuyo índice medio en el año 2016 fue de 163,7 puntos, un 11,4 por 100 suprior al índice medio del año anterior; si bien es cierto que estos índices son muy inferiores a los que se habían registrado entre los años 2010 y 2014).

No obstante, el índice medio de 2016, 161,6 puntos, fue un 1,5 por 100 inferior al índice medio del año 2015. La razón de que el índice medio del año pasado fuera mejor que el índice medio del año anterior se debe a las bajadas de los cereales (con un índice medio de 146,5 puntos, un 9,6 por 100 inferior al del año 2015), de las carnes (que fue un 7 por 100 inferior al de 2015; las bajas más acusadas en este capítulo las registraron las carnes de las aves y de los bovinos) y de los productos lácteos (dónde el índice fue un 4 por 100 inferior al del año 2015, a pesar de la recuperación de los precios en este ámbito registrado en el último semestre del año pasado).

  1. La mejora de la competitividad económica española

A lo largo del año pasado, España ha continuado mejorando su nivel de competitividad empresarial referida a los costes unitarios laborales (las estimaciones se efectúan a partir del año 1999, que es cuando se realizó la Unión Monetaria).

Estos costes se forman a partir de una ratio que relaciona la remuneración real por asalariado y la productividad de su trabajo. Esta productividad del trabajo se mide dividiendo el PIB (Producto Interior Bruto), a precios constantes, por el número total de personas empleadas (estos cálculos se fundamentan en las cuentas nacionales trimestrales de cada Estado, que son publicadas por Eurostat).

En este marco, las informaciones disponibles dan cuenta de que España ha recuperado un 60 por 100 aproximadamente de la competitividad perdida con respecto a Alemania (que es el referente en la Unión Europea, si bien el Estado que presenta una mejor competitividad actualmente es Irlanda). En el cénit de nuestro ciclo expansivo de los costes laborales (poco antes de iniciarse la crisis) los mismos eran un 34 por 100 aproximadamente superiores a los alemanes; en el año 2016 esta diferencia se había reducido en un 21,5 por 100 y se ha situado aproximadamente en el 12,5 por 100

Lamentablemente esta, en principio, muy buena noticia, tiene una elevada carga de amargura y es lo que no se debe ni puede perder de vista al hablar de la actual realidad macroeconómica de España. En efecto, esta mejora no se ha debido a un aumento significativo y real de la productividad por unidad laboral activa, sino que se ha fundamentado en la marcada evolución a la baja de los salarios y a los despidos (de acuerdo con la EPA, Encuesta de Población Activa, En España, en el periodo considerado, se han destruido más de 2 millones empleos netos y, además, el poder adquisitivo de los asalariados se ha reducido también significativamente, lo que constituye, como ya se expuso en nuestro boletín recientemente, uno de los grandes “Talones de Aquiles” del futuro de las pensiones en nuestro país).

Para que nos podamos hacer una idea de por dónde andamos: si consideramos que en el año 2000 el índice de los salarios unitarios era 100, en el año 2008 el mismo alcanzó el 120 y, actualmente, puede estar alrededor del 95.

Es decir, es cierto que España ha ganado en competitividad empresarial exterior (frente a otros Estados de la Unión), pero esta mejora se ha debido básicamente a los resultados del duro ajuste aplicado al capital humano. Lamentablemente, no ha sido consecuencia de un aumento significativo del PIB, que sería lo deseable: no perder puestos de trabajo, no perder poder adquisitivo, pero aumentar significativamente el PIB generado por U.T.T. (Unida Técnica de Trabajo) como consecuencia de un mejor rendimiento neto laboral.

  1. Detectadas dos aves silvestres positivas al virus altamente patógeno H5N8

Lo que desde hace ya un tiempo se venía temiendo, dada la situación en nuestro entorno, se ha producido. El Laboratorio Central de Veterinaria de Algete ha confirmado la presencia del virus de Influenza Aviar de Alta Patogenicidad (AAP), H5N8, en dos patos silvestres (Anser anser) que fueron hallados el pasado día 3 enero en Palencia, concretamente en la laguna de la Nava de las Fuentes, en el marco de la vigilancia pasiva del Programa Nacional de Vigilancia de la Influenza Aviar en España.

Este hecho no implica la limitación de las actividades comerciales habituales ni del movimiento de aves vivas y de sus productos. Hasta el momento, no se considera que exista riesgo para la salud pública; la razón de este hecho se fundamenta en que se trata de un virus aviar sin afinidad específica para las personas y, además, el mismo no puede ser transmitido al ser humano por medio de huevos a productos procesados derivados de ellos, ni por la carne de ave cocinada.

En los últimos 3 meses, se han notificado en toda Europa 363 focos en aves silvestre y 13 en aves domésticas, lo que hace un total de 432 focos de H5N8.

Ante esta situación, se hace imprescindible, como bien ha reiterado nuestro Ministerio, el MAPAMA, reforzar el conjunto de las medidas de bioseguridad en todas las granjas avícolas. En este contexto, es absolutamente fundamental evitar el contacto de las aves domésticas con las aves salvajes y comunicar a los servicios veterinarios oficiales cualquier situación que haga sospechar de la presencia del virus.

  1. Una falacia reiteradamente publicitada: la crisis ya ha pasado

Como ponía de manifiesto, una vez más, Carlos Buxadé en una conferencia-coloquio impartida la semana pasada en el seno de una Asociación Empresarial, la crisis, en contra de lo que se empeñan en transmitir nuestros políticos y el propio Gobierno, no ha concluido ni nos ha dejado.

Lo que sí es cierto es que estamos en una fase de recuperación, pero ésta es lenta (mucho más lenta de lo que nos pretenden hacer creer) y, en el momento de escribir estas líneas, nos encontramos, macroeconómicamente hablando, lejos de volver a la situación que teníamos en los años previos a la crisis.

En efecto, si se analiza la situación de los servicios, por ejemplo, y se parte de la situación del año 2007 (entendiendo que este es el año anterior al inicio de la mencionada crisis), haciendo una deflación con el IPC desde el mencionado año 2007 (para trabajar con valores monetarios constantes) se puede constatar que la situación actual es del orden de un 25 por 100 peor de la que era en 2007 (y un 25 por 100 es una cifra realmente reveladora de la verdad); naturalmente, si se hacen los cálculos a partir de los precios corrientes, la situación, como es obvio, parece mejor de la que en realidad es.

Si lo que se analiza, como segundo ejemplo, es la actividad industrial, aplicando los mismos criterios que en el caso anterior, se puede constatar que ésta, en la actualidad, es del orden de un 28 por 100 inferior a la que era en el año 2007.

Y si, en tercer lugar, hablamos del empleo, basta con releer el punto 2 de la presente noticia para comprobar cuál es la realidad (y no se olviden aquí los 4,3 millones de parados oficiales que registra España).

Por otra parte, para complementar lo dicho hasta aquí y para seguir, al menos parcialmente, el hilo expositivo de la mencionada conferencia, no hay que olvidar que la inversión en I + D en España es de las más bajas de todos los países que se califican como “desarrollados” en el Mundo (además de no mostrar apenas signos de mejora) y que las inversiones actuales en bienes de equipo (uno de los parámetros clave en el análisis de la situación de un país) es cerca del 30 por 100 inferior a la que había en el año 2007.

Con todos estos datos y muchos más que se podrían añadir, queda claro de que la afirmación de que “la crisis ya ha pasado o ha sido superada” es toda una falacia, por mucho que se repita públicamente (en razón tanto de la ignorancia como de claros intereses partidistas) y que se utilice como “slogan político”.

En economía, en la economía real, al igual que en las matemáticas: 2 + 2 = 4.

  1. La apicultura en la Unión Europea

Los últimos datos disponibles acerca de la apicultura en la U.E. ponen de manifiesto la gran importancia estratégica de esta actividad ganadera.

Partiendo de la función polinizadora que llevan a cabo las abejas, hay que significar que la misma beneficia a toda la sociedad; es fundamental en la agricultura, porque favorece el ciclo reproductivo de las plantas y la rentabilidad de los cultivos. Se estima que alrededor del 37 por 100 del consumo humano en alimentación depende directa o indirectamente de la actividad polinizadora de los insectos, porque, gracias a la polinización, la mayoría de los cultivos agrícolas incrementa su calidad y su productividad. En este contexto, el valor añadido estimado que genera la polinización en la agricultura de la U.E. – 28 puede representar del orden de los 28 000 millones de euros al año, teniendo en cuenta que el valor económico de los productos apícolas es aproximadamente de 1.300 millones de euros al año.

A todo ello hay que unir su importancia social (en la apicultura lúdica o de actividad de entretenimiento) y su importancia económica en lo que se refiere a su actividad industrial.

Frente a una producción mundial que puede ser del orden de los 1,5 millones de toneladas (considerando también las producciones de autoconsumo y del medio rural sin control estadístico), la Unión Europea, con una producción real anual del orden de las 270.000 toneladas, se erige como el segundo productor mundial, por detrás de China, cuya producción real sobrepasa las 380.000 toneladas anuales; China exporta del orden de unas 16.000 t anuales de miel a España.

En la Unión Europea se estima que puede haber del orden de unos 16,5 millones de colmenas y unos 610.000 apicultores, de los cuales sólo unos 25.000 se pueden considerar profesionales (con más de 150 colmenas).

La Unión Europea sólo puede cubrir con su producción el 60 por 100, aproximadamente, de sus necesidades, lo que significa que tiene que asumir unas importaciones netas del orden de las 190.000 toneladas anuales (quiere ello decir que la U.E. – 28 exporta anualmente unas 20.000 toneladas e importa unas 210.000). Algo más de la mitad de las importaciones de miel de la U.E. proceden de China; actualmente, otros proveedores importantes de la U.E. son Ucrania, México y, en mucha menor medida, Argentina.

La principal razón por la que la apicultura de la U.E. no progresa en la medida que tiene mercado por cubrir es la de los precios a los que llega la miel china a la U.E.; del orden de los 1,65 euros/kg cuando el precio de la miel producida en la U.E., miel de mil flores a granel, es del orden de 2,3 – 2,5 veces más elevado.