Tribuna informativa – Semana 19/2017

  1. El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas para las actividades agrícolas y ganaderas

El Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente ha publicado un informe por el que se pone de manifiesto que, a lo largo del año 2016, se han producido circunstancias excepcionales en el desarrollo de actividades agrícolas y ganaderas. Estas circunstancias son las que aconsejan hacer uso de la autorización contenida en el citado artículo 37.4.1.º del Reglamento del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.

En el citado artículo 37.4.1.º del Reglamento del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, aprobado por el Real Decreto 439/2007, de 30 de marzo, se establece que, cuando el desarrollo de actividades económicas, a las que fuese de aplicación el método de estimación objetiva, se viese alterado por incendios, inundaciones u otras circunstancias excepcionales que afectasen a un sector o zona determinada, el Ministro de Hacienda y Función Pública podrá autorizar, con carácter excepcional, la reducción de los signos, índices o módulos.

En el anexo I de la citada  Orden HAP/2430/2015, de 12 de noviembre, por la que se desarrollan para el año 2016 el método de estimación objetiva del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y el régimen especial simplificado del Impuesto sobre el Valor Añadido, se aprobaron los signos, índices o módulos aplicables a las actividades agrícolas, ganaderas y forestales que determinen el rendimiento neto de su actividad económica con arreglo a dicho método

Atendiendo al citado artículo, se ha publicado la Orden HFP/377/2017, de 28 de abril, por la que se reducen para el período impositivo 2016 los índices de rendimiento neto aplicables en el método de estimación objetiva del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, para las actividades agrícolas y ganaderas afectadas por diversas circunstancias excepcionales. Estas circunstancias excepcionales se localizan en determinadas zonas geográficas (en esta oportunidad, con el fin de lograr una mayor claridad en la aplicación de esta medida, se ha optado por englobar estas reducciones en un anexo, en el cual se agrupan las reducciones por Comunidades Autónomas, provincias, ámbitos territoriales y actividades).

  1. La realidad de la acuicultura en España

El Secretario General de Pesca del MAPAMA, don Alberto López-Asenjo, puso de manifiesto en la Asamblea Nacional del año 2017 de la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (APROMAR) que “España posee alrededor de 7.905 km de costa, lo que supone una gran ventaja para la acuicultura y la estamos sabiendo aprovechar para estar a la cabeza de la innovación, la calidad y la seguridad”.

La realidad es, como dijo el Sr. Secretario General, que la acuicultura española está haciendo un muy buen trabajo realizando para lograr diferenciarse en los que el señor López-Asenjo considera tres de los temas clave del futuro de este sector: la sostenibilidad de los productos pesqueros, “porque no podemos agotar la fuente que asegura nuestro futuro, el mar”;  la calidad de los piensos, “porque los consumidores demandan cada vez más información y que sean alimentos seguros y sostenibles”; y la eficiencia productiva, “porque debemos aprovechar los recursos al máximo y buscar producir más al menor coste medioambiental y económico”.

Por su parte, el director general de Recursos Pesqueros y Acuicultura, don José Miguel Corvino definió a la acuicultura como la “ganadería del futuro”. En este sentido, cabe recordar que la acuicultura española produjo, a lo largo del año 2016, 47.319 t de cultivos marinos (de engorde) y 17.732 t de trucha, lo que hace un total de 65.051 t.

Las producciones más importantes han sido de lubina: 23.455 t (+ 10 por 100 respecto del año 2015); dorada: 13.740 t (un 15 por 100 menos que en el año 2015) y rodaballo: 7.100 t.

  1. La problemática de los apicultores en la región Valenciana

Aunque, al parecer, el Sr. Ministro del Interior sigue sin enterarse de lo que objetivamente sucede en nuestro medio rural, la realidad es que uno de los múltiples problemas que origina la plaga de robos que hay en al ámbito agrario lo vienen sufriendo también los apicultores ubicados en la región valenciana.

La propia Unió de Llauradors ha denunciado el aumento de los robos de colmenas durante los últimos meses en la Comunidad Valenciana, como consecuencia de la existencia un mercado negro cada vez más activo especializado en la compraventa de abejas.

Esta situación se ha ido agravando por la muerte de millones de insectos derivada, según los apicultores, del uso excesivo y muchas veces incontrolado de pesticidas y de plaguicidas (la utilización de estos plaguicidas durante la floración y pos-floración de los frutales está originando, como es lógico, constantes envenenamientos de las abejas).  Por esta razón, la Unió está solicitando que se certifique fehacientemente que los productos utilizados se hagan en la época correcta o que sean realmente los autorizados y se persiga a los infractores.

En este ámbito, hay que señalar que la Conselleria de Agricultura ha establecido un protocolo de denuncia ante un caso de mortandad elevada por intoxicación y envenenamiento. Los afectados deberán rellenar la correspondiente solicitud y llevarla a la OCAPA correspondiente; allí  investigarán la denuncia y tomarán las medidas oportunas.

A toda esta problemática hay que sumarle el impacto creciente de algunas enfermedades que afectan a estos insectos, lo que hace que “llueva sobre mojado”.

Todas estas circunstancias expuestas están derivando en el hecho de que los enjambres sanos constituyan un bien cada vez más escaso y, por ello, con un valor económico creciente. Esta realidad tiene como consecuencia que los mismos se hayan convertido en un “bien deseado” por los “amigos de lo ajeno”, que se han especializado en el robo, ya no de cajas como antaño, sino de abejas.

Por esta razón, la Unió sigue reclamando el establecimiento de una mayor vigilancia por parte del SEPRONA, así como del resto de las fuerzas de Seguridad del Estado e, incluso, por parte de las policías locales o rurales. Paralelamente, está solicitando a la Conselleria de Agricultura que controle el censo anual de colmenas, tanto de entradas como de salidas, y que se supervise y se exija la correcta numeración de las cajas en las guías sanitarias apícolas.

Resulta evidente que este creciente problema de los robos en el campo requiere una intervención decidida, eficiente y eficaz de los poderes públicos; no vale con poner parches ni aplicar la “técnica del avestruz”; es decir, meter la cabeza bajo tierra recordando aquel viejo adagio que dice “quien no ve…no siente”.

  1. Ahora es el gluten

Según acaba de publicarse, tres de cada diez españoles considera que el gluten (sustancia que se define como pegajosa y de color pardo, formada por proteínas, que se encuentra en la semilla del trigo y de otras gramíneas y que proporciona gran cantidad de energía al organismo) es perjudicial para la salud.

Dentro de unos días, concretamente el 27 de mayo, se celebra el Día Nacional del Celiaco, enfermedad que en España padecen cerca de 500.000 personas. Evidentemente, estas personas deberían suprimir el gluten de su alimentación para mejorar su bienestar siendo, además, la única solución para sobrellevar esta enfermedad autoinmune.

Pero, y esto es muy importante ponerlo de manifiesto,  existen entre nuestros consumidores numerosos casos en los que se prescinde del gluten sin disponer de un diagnóstico facultativo previo, arriesgándose a padecer alteraciones nutricionales en el organismo que pueden derivar en otro tipo de dolencias, como, por ejemplo, la diabetes tipo 2.

En una encuesta, que ha sido llevada a cabo por la iniciativa “Pan Cada Día”, se pone de manifiesto, entre otras cuestiones, que un 8,6 por 100 de los españoles que no toman alimentos como el pan y los cereales, lo hacen debido a intolerancias a ciertos componentes entre los que destaca el gluten.

Por otra parte, es muy importante destacar que el último estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid sobre los hábitos alimentarios y el consumo de pan y de cereales pone de manifiesto que, aproximadamente, un 50 por 100 de  las personas consultadas desconocía que el gluten es una proteína; un 27,5 por 100 de adultos  cree que es un hidrato de carbono; un 5,3 por 100 respondió que se trata de un tipo de grasa y un 15,9 por 100 adujo que no sabía lo que era el gluten.

El resultado de todo lo expuesto (donde la ignorancia ocupa un puesto relevante) puede derivar, por parte de los consumidores, en la toma de decisiones precipitadas antes de someterse a las pruebas médicas pertinentes. Expertos en nutrición afirman que hay 10 veces más personas haciendo dieta con restricción de gluten que las que realmente están diagnosticadas como celiacos.

Este hecho puede deberse a que, en la actualidad, en España, existe una corriente «antigluten» que promueve su eliminación de la dieta en las personas sanas. El objetivo de esta corriente es la de “sentirse mejor” e incluso perder peso, pero lo cierto es que no existe evidencia experimental que justifique el empleo de este tipo de dietas en personas sin enfermedad celiaca o sensibilidad al gluten.

En este contexto, hay que señalar una cuestión muy importante: la Asociación Española de Gastroenterología (AEG) ha puesto de manifiesto que existe un amplio número de pacientes que tienen lesiones menores o atrofia vellositaria parcial debido a que no consumen todo el gluten que deberían.

Esta realidad constituye un ejemplo más del daño que hacen, en el ámbito de los consumidores, las informaciones sesgadas y/o inadecuadas, la desinformación y la toma de posiciones erróneas respecto de la alimentación del día a día.

  1. El problema de la despoblación rural

Como se ha destacado por diversos autores, en el curso de los últimos años, uno de los problemas importantes que tenemos en España es, sin duda, el de la creciente despoblación de las zonas rurales, mientras que muchas de nuestras áreas urbanas presentan una densidad poblacional muy elevada, excesiva, que origina consecuencias negativas de todo tipo.

Esto ha llegado a una situación tal que algunos pueblos del interior peninsular tienen una de las densidades de habitantes más bajas de toda Europa. Algunas de las zonas españolas más despobladas corresponden a pueblos de las provincias de Soria, Guadalajara, Teruel, León o Cuenca. En realidad, siendo estrictos, diez autonomías españolas sufren una demografía regresiva que da lugar a zonas rurales semivacías, equiparables a Laponia y, aparentemente, sin posibilidad de reversión.

Esta situación ha determinado que, en una reciente reunión de presidentes de las autonomías, se calificara a esta situación como una enfermedad que, por primera vez, ha sido catalogada como “problema de Estado”. En la llamada “España vacía”, del orden de 6 millones de personas ocupan el 60 por 100 del territorio (la “España vacía” comprende básicamente a las dos Castillas, Aragón, Asturias, Galicia, Extremadura, Rioja, Andalucía, sur de Navarra y norte de Valencia).

Así, por ejemplo, la considerada “Castilla Rural” ha perdido en 60 años el 75 por 100 de su población, pasando de cuatro a un poco más de un millón de habitantes, superando la mitad de esta población la edad de 65 años. Ello ha determinado, por ejemplo, que se hayan cerrado 4.000 escuelas rurales.

Por su parte, la llamada “Laponia del Sur”, que comprende 1.400 pueblos y 10 provincias (Soria, Teruel, Guadalajara, Cuenca, Valencia, Castellón, Burgos, La Rioja y Segovia) con una superficie de unos 63.000 Km cuadrados, solo está ocupada por unos 450.000 habitantes.

Ahora, La Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), en su Comisión de Despoblación, ha presentado el “primer plan nacional” con la finalidad de intentar afrontar objetivamente este grave problema.

El mencionado plan incluye un total de 80 medidas concretas, dos de ellas en el plano de la organización institucional y las restantes están agrupadas en seis líneas estratégicas que son: economía y empleo; servicios públicos y sociales; infraestructuras; comunicaciones y transporte; vivienda; incentivos demográficos, y apoyo al medio rural en materia de cultura, identidad y comunicación.

La cuestión está en saber, en el caso de que este plan sea aprobado, si ha llegado al tiempo no ya para curar sino, al meno,s para mitigar significativamente la evolución de esta “enfermedad”.