SÍNDROME DE LA CARA VACÍA

Hay personas que ganan más vestidas que desnudas, y viceversa. Mi sabia hija pequeña en su adolescencia me decía: “es mejor enseñar poco, y así se lo tienen que imaginar”. En ocasiones se cumple aquel dicho castellano que relata “vista la caseta, visto el melonar”. Con más frecuencia de la que me gustaría, a lo largo de mi actividad profesional, he entrado en muchas granjas donde la antesala de estas era un indicador de lo que me iba a encontrar dentro. Si ya los vestuarios, obligatorios con duchas por Real Decreto 306/2020, no están limpios y ordenados, lo demás no dejará de sorprendernos ni indiferentes, estando por detrás de cuestiones críticas. Aunque a veces, es bueno dudar para comprender el mundo que decía el matemático-filósofo francés René Descartes en el siglo XVII, aunque en el mismo periodo Thomas Hobbes, filósofo inglés, opinaba que no hay evidencias sin el testimonio de nuestros sentidos. Y en este punto, la semana pasada escuchaba decir que con esto de la mascarilla había aprendido a mirar con el corazón y besar con los ojos, lo cual, sin duda me parece bonito. No se que opinarán ustedes, pero prefiero lo presencial a lo virtual y ver toda la cara de una persona a tan solo sus ojos y la frente. No es menos cierto que en estos días de mascarillas fuera me he llevado algunas sorpresas incómodas, y otras, más, agradables. Pero, sobre todo, he podido volver a ver grandes gestos no verbales y destacadas sonrisas. Quiero destacar la de una colega, que precisamente, entre otras cosas, destaca por su sonrisa, como bien dice su Madre, y que además cumplió años este fin de semana, por lo que esta columna de opinión va dedicada a ella. Felicidades.

Resulta que ahora, al podernos quitar las mascarillas en el exterior desde el 26 de junio, debemos reconectar con nuestras propias facciones físicas, a riesgo de no caer en agorafobia, es decir, de socializar con los demás, lo que nos puede provocar ansiedad y stress, como han descrito numerosos psicólogos, dándole el nombre de Síndrome de la cara vacía. Vamos que, igual que “aquellas personas que tenían mucha cara, resulta que ahora les ha menguado”, ya que a la inversa lo veo algo más complejo, salvo en aquellas personas jóvenes que estaban en pleno desarrollo en marzo del 2019 o en bebes recién nacidos que hoy ya tienen año y medio, lo que sin duda es algo totalmente natural, y dudo de que tengan este síndrome. Como también dudo de que exista el Síndrome de la cerda vacía y que bien conocemos como cerdas not in pig, que es lo más parecido a los Nini o Neet, que ni estudian ni trabajan. Parece ser que algunas personas encuentran en la mascarilla una forma de encubrir algunos complejos o incluso la aceptación de si mismos. Estoy muy de acuerdo, antes de la pandemia, ahora y siempre, en las recomendaciones de los psicólogos para aquellos que padezcan de agorafobia, que se centran en la aceptación de las emociones normalizándolas y humanizándolas, mantener una actitud de respecto a los demás y a nosotros mismos. Quizás una solución podría pasar por ver la película con varios premios Goya de Alejandro Amenábar titulada Ágora basada en el Egipto del siglo IV donde Hypatia lucha por salvar la sabiduría del viejo mundo mientras su discípulo y su esclavo luchan por conquistar su corazón. Otra solución para este problema que me viene a la cabeza, pensando en Sócrates, sería transformar nuestro Congreso y Senado en el Ágora griego, lugar sagrado y centro de gobierno en el que se reunían los ciudadanos para discutir sobre leyes y el futuro político de las ciudades, por lo que les invito a visitar el Ágora de Atenas. No menos curioso me parece lo que han denominado el Síndrome de la cabaña que hace referencia al miedo a salir de casa a la calle. No se porque me parece que este síndrome es muy poco frecuente en nuestro país.

Cuando hablamos de síndromes nos referimos al conjunto de síntomas que aparecen al mismo tiempo, que son característicos de un cuadro patológico determinado. Me parece importante diferenciar síndrome de complejo, de enfermedad y trastorno. Tenemos muchos ejemplos en nuestras granjas, como son el síndrome de dermatitis nefropatía porcina, síndrome mamitis, metritis y agalaxia, el síndrome de cerda acordeón, el síndrome de cerda grasa, el síndrome de cerda delgada, síndrome de cerda sucia, síndrome del desmedro agudo postdestete, síndrome de disgalaxia postparto o el Síndrome Reproductivo y Respiratorio Porcino, sin ir más lejos. Claro que personalmente prefiero sufrir el Síndrome de Stendhal, que ya definió la psiquiatra italiana Graziella Magherini en Elsevier (1979), y que tiene lugar en personas que se sienten abrumadas por la belleza de monumentos, paisajes u obras de arte. Su nombre se debe al escritor francés Henri Beyle, más conocido como Stendhal, donde relata en un libro suyo cómo un caballero de Berlín al visitar la Catedral de Croce en Florencia, donde están las sepulturas de Galileo y Miguel Ángel, sufrió síntomas de agotamiento y taquicardias. Otra cosa son los Complejos, como por todos es bien conocido el Complejo Respiratorio Porcino donde están involucrados virus y bacterias al mismo tiempo, que bien se ajusta a su definición, al estar compuesto de diversos elementos, y que abordaremos en otra columna.

Y hablando de vacío, para concluir pletóricos, yo prefiero “ill bacio galeotto”, excelente cuadro romántico de Francesco Hayez expuesto en Milán, donde bacio es el contacto entre los labios de una persona y los de otra, aunque de una forma más amplia, el contacto puede producirse hacia cualquier otra parte del cuerpo de la otra persona. Los sanitarios refieren que una persona se siente vacía cuando no tiene nada dentro, se siente solo o bien le falta algo en la vida y no sabe qué es. También hay personas que tienden a ver el vaso medio lleno y otras, medio vacío, lo que afortunadamente no les pasa a los cerdos, lo cual es otro argumento a la hora de entender el bienestar porcino vs humano. Lo que si es realmente muy importante es llevar a cabo de forma sistemática el vacío sanitario en nuestras granjas, y no el medio lleno/medio vacío, lo que nos

“Un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentira a medias, de ningún modo es una media verdad”. Jean Cocteau (1889-1963) Escritor, diseñador y director de cine francés

Por Antonio Palomo Yagüe