Segurolas
He pasado unos pocos días de asueto familiar en Sevilla y les tengo que reconocer que vuelvo abrumado por la riqueza patrimonial de la capital hispalense y transformado en un verdadero “capillitas” cuya fe adormecida ha sufrido un fuerte revolcón al comprobar lo que allí se estila.
Vino blanco y pescaito a tutiplén pero al mismo tiempo, en lo que a cuestiones de comer y beber se refiere, inquietado por la pujante presencia de franquicias alimentarias por doquier que arrinconan a las tascas y bodegas tradicionales que, como la Bodega Hijos de Mayoral con sus tinajas de barro, mantienen la esencia de la tradición propia de la tierra. En tierras de Triana conocí la muerte de mi amigo Patxi Ezkiaga, hermano de La Salle, poeta y legorretarra de pro, de hondas convicciones humanistas y que mamó su amor patrio de su propia madre, la gran Manuela, por lo que no me queda más que recordarle y aprovechar la coyuntura para hacerle este sencillo pero merecido homenaje.
Sevilla, entiéndase su provincia, tienen un fuerte peso agrícola tanto en la propia Comunidad Autónoma andaluza como en el conjunto del estado y precisamente de ahí proviene el nuevo ministro de agricultura del gobierno socialista, Luis Planas, que tal y como dije anteriormente, es un viejo conocido del sector productor andaluz (dos veces consejero en diferentes gobiernos) y por ello mismo, gran conocedor de los entresijos de la política comunitaria (en nuestro sector primario, teniendo en cuenta la trascendencia de las decisiones adoptadas en Comisión y Europarlamento, quizás, debiéramos referirnos a ella como PAI – Política Agraria Interna) donde el pasilleo y el trabajo de persuasión ante otros estados miembro, a la postre, son fundamentales.
Su elección por parte de Sánchez nos quiere transmitir una tranquilidad al conjunto del sector, alejada de aventuras alocadas o de posicionamientos radicales que serían del agrado de alguno de sus apoyos parlamentarios, pero que al mismo tiempo le supondría importantes quebraderos de cabeza tanto con los populares y ciudadanistas del Congreso así como con gran parte del sector organizado y es que este señor, con fama de dialogante y prudente ha recabado incluso, hasta ahora al menos, el plácet de ASAJA y del conjunto de organizaciones agrarias. Además, siguiendo con su anunciada prudencia, Planas ha optado por dar continuidad al equipo de directivos que conforman el entramado ministerial y así, con un planteamiento “segurola” , ha optado por bazas seguras como Fernando Miranda, Esperanza Orellana, Isabel Bombal o José Miguel Herrero que han conformado estos últimos años la columna vertebral del caserón de Atocha.
Los habrá, y no les quito razón, quienes piensen que con estos planteamientos se viene a mostrar que da lo mismo votar rojo que azul, socialista que popular, puesto que los equipos directivos que son, a la postre, los que verdaderamente llevan las riendas de la administración, los dichosos directores y jefes de servicio, que mandan más de lo que oficialmente piensan que mandan, son en definitiva la estructura del Ministerio, los que perviven o sobreviven a los cargos políticos que se van tan pronto y ligeros de equipaje como llegaron.
Quizás alguien piense que es una clara muestra de una falta de ideas, de una ausencia de un proyecto político definido por parte de los partidos políticos y de sus representantes máximos, de una dejación de responsabilidades donde la inercia burocrática te lleva por la senda políticamente correcta y con ello, por un dominio total de la tecnocracia imperante en los pasillos institucionales, pero, quizás también haya quien piense que esta estabilidad y continuidad en los equipos directivos y en los objetivos principales sea, quizás, el fruto de grandes acuerdos que tanto se reclaman en otros ámbitos políticos como, por ejemplo, en el ámbito educativo.
Personalmente, teniendo en cuenta el peso que la PAI tiene en nuestro sector agrícola y que dicha PAI vive sumergida en una constante transformación que impide que el sector productor cuente con la estabilidad que todo sector económico requiere para poder planificar su presente y futuro, creo que es beneficioso que haya un consenso entre las grandes fuerzas en las grandes líneas de la política agraria para que no haya más bandazos de los que ya nos aplica la siempre criticada PAI.
En Gipuzkoa, en la legislatura anterior, con el gobierno foral de BILDU fuimos testigos de esa falta de consenso en la política agraria y sufrimos en nuestras propias carnes las consecuencias de esos bandazos y de unas políticas, tan legitimas como erróneas, que levantaron al sector productor en pleno ante su forzada aplicación.
No es la primera ni la última vez que el sector productor se moviliza para defender sus intereses y proponer una correcta política agraria por parte de nuestras instituciones más cercanas, precisamente, esta misma semana hemos despedido a un gran ejemplo de ello, al gran Iñaki Arruti del caserío Urki en Beizama, vivo ejemplo de lucha por la dignidad de la vida de los baserritarras y del trabajo, silencioso pero fructífero, por estructurar el sector agrario guipuzcoano. Iñaki, fue uno de los pilares de una generación de luchadores del sector primario que hace unas décadas asentaron las bases de lo que hoy conocemos en el sector y su ejemplo nos debe servir de guía para saber qué hacer y caer en la cuenta que es la propia gente del sector quien debe tomar las riendas de su devenir sin esperar a que otros (políticos, tecnócratas, funcionarios,…) tomen las decisiones por ellos.
Aprendamos del ejemplo de Iñaki y de los de su generación.