El problema de los colonizadores: el ejemplo de la avispa asiática
En el ámbito ganadero hay un problema al que no siempre se le da la importancia que tiene; me refiero al tema de las especies “colonizadoras” que, en no pocos casos, hacen un daño no siempre “reparable” en la zona donde se ubican.
Es cierto que normalmente la avispa no ataca si no se ve en peligro, pero cuando siente cualquier tipo de amenaza sobre su hábitat se defiende y puede llegar a ser muy agresiva, perseguir a mayores distancias que otros insectos y realizar un ataque masivo (recordemos aquí que en noviembre pasado falleció un hombre de 58 años en O Porriño (Pontevedra) que llegó a recibir 20 picaduras de estas avispas cuando limpiaba los rastrojos de un manzano; al ser más grande que la abeja melífera, la avispa también inyecta más veneno en cada picadura).
Es una importante depredadora de polinizadores y entre ellos de las abejas de la miel, a las que caza no solo en las colmenas sino también en las flores (se estima que una Vespa vitulina puede cazar más de 30 abejas diariamente). Actualmente, se la puede considerar una verdadera plaga y se encuentra presente en muchas regiones de Europa; también en Francia y en España (no sólo se encuentra en el Norte también está, por ejemplo, en Cataluña, donde el año pasado se localizaron 370 nidos, aunque según la Generalitat esta cifra solo puede suponer un 10 por 100 de los nidos reales existentes en esta Comunidad Autónoma; la razón es muy sencilla: la avispa asiática sabe ocultar muy bien sus nidos).
Hasta el momento todas las medidas aplicadas con el fin de lograr su control no han dado resultado. Ello es una muestra de la complejidad que en algunos casos supone el control de una especie colonizadora; no hablemos ya de su eliminación.
No obstante, parece que los científicos de la Universidad Pública de Exeter han encontrado un camino correcto para lograr el objetivo perseguido (esta universidad está ubicada en la ciudad antigua de Exeter, Devon, en el sur-oeste de Inglaterra y es una de las 12 “Universidades de Elite” del Reino Unido).
La nueva técnica se fundamenta en localizar los nidos con el fin de poder destruirlos. La cuestión clave es localizar y destruir los nidos a principios de la temporada, con el fin de evitar la propagación de la avispa. Hay que tener en cuenta que cada nido puede generar cientos de nuevas reinas, todas ellas con el potencial de dar lugar a nuevos nidos
Con esta finalidad, han empezado a utilizar pequeños rastreadores electrónicos; es decir, colocan unos dispositivos electrónicos a algunos ejemplares de estas avispas lo que permite seguirlas hasta sus nidos ocultos. Se trata de unas pequeñas etiquetas de radiotransmisión, muy finas fabricadas por la firma británica Biotrack Ltd, que se acoplan a las avispas asiáticas con hilo de coser. Para que las avispas puedan transportar estas etiquetas es preciso que el peso de las mismas no exceda del 80 por 100 del peso vivo del insecto.
Los primeros ensayos de campo, realizados en el sur de Francia y en la isla de Jersey (Canal de la Mancha) han dado resultados esperanzadores. Habrá que esperar unos meses para poder constatar si esta técnica puede ser el principio del fin de esta plaga que cada día que pasa se vuelve más peligrosa y problemática.
El ejemplo de la complejidad del tema referenciado debería hacernos reflexionar en profundidad (empezando por Bruselas, claro) acerca de la manera de afrontar temas de esta naturaleza, sobre todo desde el punto de vista legislativo.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid.