Responsabilidad y compromiso ante las enfermedades pecuarias

El mundo se debate hoy ante graves inconvenientes, tales como el cambio climático, los conflictos bélicos y la proliferación nuclear, la incertidumbre sobre las fuentes energéticas, los retos hegemónicos, el terrorismo internacional como resultado de nacionalismos emergentes y el radicalismo religioso, el nacer de un nuevo orden político multipolar, y sobre todo, el desafío ante nuevas enfermedades infecciosas.

El presente siglo impone un fuerte reto para la salud pública veterinaria, por un lado, la presión para armonizar una producción pecuaria de carácter intensivo en aras de satisfacer la creciente demanda de proteínas de origen animal, y por el otro, un probable aumento y diseminación de patógenos en los sistemas de producción pecuaria a nivel mundial. Indiscutiblemente, el tener que enfrentar problemas infectocontagiosos en poblaciones humanas hospedadoras, demandará considerar cambios en los estilos de vida y hábitos de consumo, un mayor compromiso para potenciar las políticas de seguridad alimentaria, una mayor capacidad de los gobiernos para disminuir los niveles de pobreza, una atención más científica sobre los temas del bienestar animal, y por supuesto, una protección más consciente y real del medio ambiente.

El proceso de globalización y el cambio climático, arrastran a una mayor redistribución de patógenos, vectores y portadores de origen animal, que imponen un riesgo más severo de pandemias en los seres humanos.En este escenario los países en desarrollo asumen el mayor reto, al verse enfrentados a una alta tasa de crecimiento demográfico, que junto a sistemas sanitarios e infraestructuras de saneamiento inadecuadas, les provoca una enorme carga de enfermedades humanas, zoonóticas y ganaderas.

Según la FAO, la mayoría de las enfermedades infecciosas que han surgido en los seres humanos desde la década de 1940 se han originado en la fauna, por lo que habrá que promover una mayor conciencia y responsabilidad global, para que en el necesario impulso de producir más alimentos, se regule y controle el uso de las tierras agrícolas en áreas silvestres, evitando así, el contacto directo de los seres humanos y de los animales en explotación con la fauna silvestre, y por ende, minimizar la transmisión de enfermedades; e igualmente a la inversa, vigilar la explotación de los diferentes ganados en áreas naturales con protección a la fauna silvestre.

Hay que cumplir también con un compromiso universal, respecto a una mayor aplicación de correctas políticas medioambientales, pues las constantes fluctuaciones del clima son ya causantes de transformaciones en los hábitats y supervivencia de agentes patógenos, cambio en los patrones migratorios de aves silvestres, y por ende, de transformaciones en la dinámica de transmisión de enfermedades.

La situación de los Servicios Nacionales de Sanidad Animal en el momento actual requiere de profundas transformaciones y de un mayor liderazgo, dada la necesidad de introducir cambios en los programas de sanidad animal. Asímismo, promover que estos programas adopten un enfoque nacional, regional y global, que propenda a la real caracterización de los sistemas productivos, a una mayor sinergia con los productores, y a visualizar el proceso productivo con integralidad para facilitar estudios detallados de los problemas sanitarios.

Los contextos institucionales que apoyan las actividades de lucha contra las enfermedades pecuarias, germinan de la buena gobernanza de un país, comprendiendo y respetando su estado de derecho, la supresión de la corrupción y la capacidad de formular políticas eficaces.

 

Alberto Ramírez Moreno
Asesor Independiente
MsC. Procesos Gerenciales