La inestabilidad se ve agravada por factores exógenos en los modelos pecuarios

Una de las cuestiones que en mis intervenciones públicas siempre me cuesta que se comprenda adecuadamente (a pesar de la enorme trascendencia que tiene) es la inestabilidad socio-económico-política en que se enmarca el modelo pecuario, especialmente en la UE (y, por ende, en España) o lo que viene a ser los mismo, su alta sensibilidad a factores exógenos que el sector no puede controlar (y que, por lo tanto, le suelen coger con “el paso cambiado”).

Podría, en este contexto, empezar hablando de la bajada de la libra como consecuencia de la decisión tomada (pero aún no ejecutada) por el Reino Unido (y tampoco compartida por Escocia e Irlanda del Norte) de abandonar a la Unión Europea. Con gran probabilidad, de llevarse a cabo, generará al Reino Unido o a lo que quede de él, una importante recesión económica, que pienso comportará, a corto-medio plazo, una devaluación de su moneda, un incremento de sus exportaciones y a una reducción de sus importaciones (empezando por los productos agrícolas y pecuarios), y todo ello sin nombrar la incidencia real ante la posibilidad de aplicar aranceles, por parte de la Unión Europea.

Podría seguir hablando de la, en mi opinión, sabia decisión francesa de abandonar las mesas de las negociaciones del TTIP (por favor, repasen todo lo que he escrito, en estos últimos meses acerca de este tema). Espero realmente que si alguna vez logramos tener Gobierno (con mayúsculas) en España, lo que no se me antoja nada fácil viendo el bochornosos espectáculo que dan “los servidores públicos” (estos personajes a los que pagamos sus espectaculares sueldos por no hacer casi nada o no hacer casi nada bien), tome buena nota y actúe en consecuencia para el bien del sector agrario.

Podría continuar comentando una vez más, el demencial “modelo europeo de producción” y, por ejemplo, sus consecuencias reales sobre el bienestar zootécnico de nuestras bases animales, la evolución de la competitividad de nuestra ganadería en el contexto mundial o sus efectos sobre el consumo interno de nuestros productos pecuarios (en un mercado internacional cada vez más liberalizado).

Pero hoy deseaba hacer brevemente hincapié en la situación de la cosecha cerealista española, por su directa repercusión en nuestra ganadería.

Como es bien sabido, España es un país altamente deficitario en cereal; nuestro consumo medio anual está alrededor de los 29-30 millones de toneladas y la cosecha del presente año rondará, al igual como sucedió en los años 2006 y 2015, los 18,0-18,4 millones de toneladas (por cierto, como no me he cansado de repetir en estos últimos meses, las previsiones de una cosecha cerealista 2016 de 22-23 millones de toneladas eran totalmente erróneas; fui muy criticado, pero el tiempo me está dando la razón).

Consecuentemente, aproximadamente un tercio de nuestras necesidades deben ser cubiertas con importaciones cuando el dólar está fuerte; cuando los stocks mundiales son los más bajos del quinquenio y cuando, finalmente, la cosecha mundial será claramente inferior a las previsiones iniciales (también enormemente optimistas) en razón de las incidencias climáticas.

Creo que con estas pinceladas quedan suficientemente claras la inestabilidad y la sensibilidad de la actividad pecuaria a factores exógenos. Es por ello que reclamo, una vez más, un adecuado reconocimiento, político, social y económico, de la fundamental y encomiable actividad empresarial de nuestros ganaderos (y, por supuesto, de nuestros agricultores; “tanto monta, monta tanto”).

Soy consciente de que, con todo el universo de pazguatos que nos rodea, es pedir un “casi imposible”, pero no hemos de tirar la toalla, ni dejar de luchar por lo que me parece absolutamente justo y necesario… Y en ello seguimos estando.

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid.