La trascendencia económica real actual de la Parvovirosis Porcina

La Parvovirosis Porcina es una enfermedad que afecta al área reproductiva en el ganado porcino y está producida por un virus ADN de pequeño tamaño y sin envoltura, el parvovirus porcino (PPV), el cual es muy resistente a las condiciones ambientales y está ampliamente extendido en la cabaña porcina mundial. Si bien es un virus que se considera genéticamente estable, recientemente se han detectado variantes genéticas y antigénicas del mismo.
El virus se descubrió como un contaminante de los cultivos celulares en 1965, los primeros estudios que lo relacionaron con problemática reproductiva porcina datan de 1967 y los primeros datos sobre protección vacunal se publicaron a finales de los 70.
Si bien la infección tras el nacimiento es asintomática, el virus tiene predilección por las células en multiplicación activa y es capaz de atravesar la placenta. De ahí que constituya uno de los componentes principales del grupo de los virus SMEDI, es decir capaces de producir: mortinatalidad (“Stillbirth”), momificación (“Mummification”), muerte embrionaria (“Embryonic death”) e infertilidad (“Infertility”).

 

Fetos muertos en momentos diferentes de la gestación.

 

Aunque a veces se le ha implicado como causante de abortos no suele ser una consecuencia de la infección por este virus debido a que su transmisión dentro del útero es más bien lenta, de ahí que al parto sea característica la aparición de fetos que han muerto en momentos diferentes de la gestación, con presencia de momificados y nacidos muertos de tamaño escalonado. Desde un punto de vista epidemiológico, su resistencia en el entorno y alta prevalencia entre granjas y dentro de las mismas supone una amenaza constante para la fertilidad de los animales no inmunizados.

La infección y la vacunación generan una inmunidad protectiva, pero la respuesta a la vacunación se puede ver interferida por la presencia de una prolongada inmunidad maternal que pone en peligro la protección de los animales más jóvenes, las cerdas de reposición, precisamente los más predispuestos a padecer la enfermedad, normalmente.

A nivel de explotación, las consecuencias técnico-económicas de la infección están en función del estado inmunitario de los animales, tanto consecutivo a infección natural como a vacunación. En ausencia de vacunación, puede haber periodos prolongados sin circulación viral lo que hace que se genere una subpoblación negativa importante que, en virtud del momento del ciclo reproductivo en que tenga lugar la infección posterior, cuando se produce la circulación vírica, puede acarrear consecuencias muy graves no solo a nivel individual, en algunos animales, sino alterando el ritmo productivo de la granja. Por ello, no debe extrañar que la vacunación sea un recurso muy extendido, dada la capacidad de generar una inmunidad protectiva. En la gran mayoría de granjas se vacuna tanto a las cerdas de reposición, antes de su primera cubrición, como a las cerdas adultas antes de cada gestación.

Hoy en día, cuando se aplica esta sistemática, el impacto económico de esta enfermedad suele quedar reducido al coste de las medidas de profilaxis. Pero, las granjas que dejan de vacunar una parte del colectivo, como puede ser, por ejemplo, el de las cerdas adultas, corren el riesgo cierto de tener brotes de parvovirosis en los animales a medida que decae la protección vacunal si no se han inmunizado por infección de campo en el período de protección vacunal.

La presencia de momificados al parto no es un fenómeno exclusivo de esta enfermedad ni mucho menos y, dadas las dificultades de realizar un diagnóstico correcto en problemas reproductivos, la mejor alternativa es realizar un plan vacunal adecuado tal y como, insistimos, es una práctica común, al menos en nuestro entorno; aunque no lo es tanto en otras regiones geográficas.

 

Antonio Callén Mora
Director Técnico de Porcino
Merial Laboratorios