Reflexiones acerca del futuro del sector avícola de puesta (II parte)

Decíamos que, partiendo de un vídeo grabado en una granja mal llevada, los grupos animalistas ponen especial énfasis en remarcar el sufrimiento, el abandono y el dolor de las ponedoras y, como consecuencia de ello, alegan que hay que hacer algo contundente y rápidamente.

Lo que hacen es exigir a los clientes de los productores, fundamentalmente a aquellos que tienen marca (y mucho que perder si se hacen campañas contra su imagen), que retiren los huevos procedentes de gallinas alojadas en jaulas de sus tiendas (por ética, por responsabilidad social, por justicia…por lo que sea). Pero, sobre todo, por imagen, que es, al final, dinero.

Y ya tenemos un nuevo escenario: ponen fecha a la retirada de los huevos de gallinas alojadas en jaula de los lineales y a ambos les salen las cuentas, en un juego en el que ambos ganan:

  • Los activistas han logrado repercusión social, socios y cuotas y se erigen en los guardianes de la ética y la decencia en bien de los animales.
  • A las grandes firmas de la distribución, la restauración colectiva y la industria que ceden al chantaje no les va mal: ante el riesgo de ser objeto de campañas denigratorias de su imagen, prefieren aliarse con los animalistas en la estrategia de cambiar de tipo de huevo. Venderán menos, pero más caro, con más margen, y el comprador lo pagará a gusto, por el bien de los animalitos, y su imagen queda impoluta.
  • Pero son los productores son los que pagan el pato, quedan fatal como cuidadores y responsables de los animales a su cargo, tienen que pagar los cambios que a los otros se les ocurran y, lo que es peor, quedan expuestos como culpables para una próxima campaña denigratoria en la que se dé otra vuelta de tuerca a la situación.
  • Obviamente, el consumidor no se entera de la jugada y, además de pagar el doble por los huevos, no protesta, porque parece que es por una buena causa.

¿Cuál es el problema, aparte de que otros deciden sobre nuestro destino? Que quienes han originado esta situación no quieren más destino para nosotros que la desaparición.

No hay acuerdo posible, más allá de que no haya granjas ni animales de granja en el futuro, y el sector más débil con el que experimentar esta estrategia es el del huevo, por su condición real de pequeño, desunido y carente de recursos.

Los animalistas hoy ya no son simples activistas. Son veganos radicales que, como todas las religiones y sectas, viven de convencer a quienes se dejen de que la suya es la única religión verdadera y que hay que ayudar a financiar las actuaciones evangelizadoras por una causa noble, ética y además universal.

Así se ha creado la internacional vegana por la desaparición de las jaulas (Openwings), con miembros de distintos países y, en muy poco tiempo, están logrando, a base de mentiras y presiones a las grandes marcas, que en EE.UU., México, Brasil, Francia… importantes empresas se comprometan a no comprar huevos de jaula y, en un futuro cercano, a que en Italia y España se haga lo mismo.

Inprovo ha hecho una campaña durante dos años para dar valor y poner cara a los productores y responsables del sector. Ha sido muy positiva y, mientras ha estado activa, no han surgido voces en contra de la producción de huevos.

Una vez acabada la campaña, el asunto vuelve a ser centro de atención. Nosotros seguimos siendo un sector que no destina apenas recursos a comunicar y con muchas empresas pensando que se abre una oportunidad de negocio para la producción alternativa.

O mucho me equivoco o el recorrido que nos queda es muy corto. Como no espabilemos, como no trabajemos juntos y tracemos una estrategia de comunicación conjunta, ni la producción alternativa ni la producción de huevos en general van a tener ninguna oportunidad ni justificación en el futuro.

La ganadería será, como la esclavitud, una actividad del pasado, inaceptable para una sociedad moderna y bien pensante.

La pregunta final aquí es: ¿queremos ponernos manos a la obra para defender nuestro trabajo?

 

María del Mar Fernández Poza.

Directora de INPROVO.