Probióticos y prebióticos, fuente de confusión

Desde hace bastante tiempo, bajo el manido lema de que “somos lo que comemos”, estoy impartiendo charlas de naturaleza divulgativa, preferentemente a colectivos de consumidores y en centros escolares.

En las mismas, hablo fundamentalmente de los alimentos de origen animal; de sus características; de la forma en que se generan en nuestras granjas; de cómo se van transformando a lo largo de la cadena alimentaria; de cómo se ofertan en los puntos de venta; de cómo debe manejarlos el consumidor, etc. etc.

Es cierto que, en estos últimos meses, probablemente por los “escándalos amarillos” surgidos (por ejemplo con las carnes rojas y el cáncer) y la creciente presión que ejercen ciertos colectivos (animalistas, veganos e, incluso, cierto tipo de medios sociales de comunicación), el interés de “dónde”, de “qué” y de “cómo” se producen estos alimentos, por parte de los cada vez más numerosos asistentes a estas charlas, ha aumentado significativamente.

No obstante, observo cómo el nivel de conocimientos previos sobre estas materias, por parte de estas personas (curiosamente, sobre todo, por parte de los más jóvenes), es cada vez menor y así he tenido, en varias oportunidades, dificultades para explicar, por ejemplo, el rol que juegan aquí los prebióticos y los probióticos.

Estoy seguro que un elevado porcentaje de los lectores del Boletín del Foro Agro-Ganadero domina muy bien esta terminología; sabe diferenciar perfectamente un prebiótico de un probiótico y conoce las ventajas de uno y de otro, amén de su positiva acción combinada. No obstante, estoy convencido de que, paralelamente, hay un número no desdeñable de nuestros lectores que no están en esta situación; a estos me permito dirigir estas líneas solicitando que me disculpe el resto.

Abordemos la cuestión.

Según la OMS, los probióticos son organismos vivos que, si se suministran en forma y cantidades adecuadas, generan beneficios en el animal o en la persona que los consume; evidentemente, estos organismos deben llegar vivos y en cantidades (concentraciones) adecuadas al intestino para poder dar lugar a los positivos efectos mencionados.

Por su parte, la Organización Mundial de Gastroenterología los define de forma muy similar: los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se ingieren en las cantidades adecuadas, pueden aportar beneficios para la salud de quien los consumen. Por lo tanto (¡muy importante!), desde el punto de vista científico estricto, el término probiótico debe aplicarse únicamente a aquellos microorganismos vivos que han demostrado fehacientemente su beneficio para la salud de quien los ingiere; luego no deben incluirse aquí algunos de los microorganismos que se emplean para la conservación de alimentos mediante la fermentación.

Estamos hablando básicamente de bacterias y/o de levaduras que están presentes en alimentos, medicamentos o suplementos dietéticos.

Por su parte, los prebióticos son compuestos presentes en los alimentos (per se o porque los hemos añadido) que no son digestibles por parte del animal o de la persona.

No obstante, los prebióticos sí tienen un efecto fisiológico positivo en el intestino, al estimular, de manera selectiva, el crecimiento y la actividad (estimulación fisiológica y/o numérica) de los microrganismos probióticos (léase, por ejemplo, las bifidobacterias y los lactobacilos).

Los prebióticos, a pesar de que, como ya he indicado, el sistema digestivo no es capaz de digerirlos, son fermentados en el tracto gastrointestinal y pueden ser utilizados como un “alimento” por parte de determinadas probióticos (entre los más conocidos están la inulina, que es capaz de resistir, en razón de su estructura molecular, su paso por la parte inicial o superior del intestino y llegar al colon para alimentar a los probióticos allí presentes y los fructooligosacáridos).

Por lo tanto, probióticos son ciertos microorganismos vivos y los prebióticos son determinados compuestos.

Confío en que, con estas sencillas explicaciones, haya quedado el tema aclarado.

 

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.

Profesor Emérito.

Universidad Politécnica de Madrid.