Opinión de Antonio Palomo Yagüe: PIRÁMIDE DE MASLOW

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Nuestras pirámides productivas van desde las granjas de bisabuelas, a las de abuelas, multiplicación y producción como bien saben las esenciales empresas que nos aportan las bases genéticas con las que trabajamos. Nosotros en el plano personal estamos en la base de la pirámide, teniendo por encima a nuestros Padres y bisabuelos en la cúspide. Los egipcios construían sus pirámides, que llamaban mer, para enterrar en el subsuelo de estas a sus faraones, reinas y nobles. Los humanos actuales construimos rascacielos o edificios, donde la parte noble suele estar en la cúspide, donde suelen alojarse los directivos. ¿No supondrá esto que se han invertido los términos, o tan solo que entre los faraones y reinas de antes y ahora no cabe similitud alguna? Entre las primeras pirámides construidas 2600 años antes de Cristo y las actuales, como la pirámide Transamérica (1972) que caracteriza el skyline de San Francisco junto al Golden Gate, la pirámide de vidrio del Museo Louvre de Paris (1989) que tiene la misma inclinación de sus paredes que las egipcias (51º), el Walter Pyramid (pabellón del equipo de baloncesto de la Universidad Estatal de California – 1998) o el Hotel Luxor de Las Vegas Strip de EEUU, han pasado 46 siglos. Quizás sea una casualidad que esta columna salga en la semana 46. La Gran Pirámide de Guiza, construida en la orilla oeste del rio Nilo denominada Keops, es una de las siete maravillas del mundo antiguo. Siempre me ha llamado la atención que estas pirámides fueron construidas en base a su orientación en dirección a los cuatro puntos cardinales. ¿Es posible que de aquí venga que ahora algunos hayan perdido el norte al no considerarlo? Y hablando de la octava maravilla, que forma parte del norte en los seres humanos, y que algunos en términos sociales llaman la amistad, quiero dedicar esta columna a un matrimonio de catedráticos de enfermedades infecciosas de la UCM que cumplen años esta semana, a los que admiro y respeto, pero sobre todo agradezco su amistad. Felicidades a la Familia Castro Simarro.

Quien sí nos ayuda a encontrar la buena dirección es el creador de la psicología humanista, Abraham Maslow (1908-1970) quien publicó la obra “The right to be human”, cuyos descubrimientos realizados en los campos de la motivación y la personalidad trascendieron el ámbito de la psicología académica y llegaron a marcar pautas dentro de la gestión empresarial y del marketing, siendo uno de los antecesores de lo que hoy escuchamos hasta la saciedad, la visión holística, que él denominó visión global. Fue el fundador de lo que conocemos como “gestión empresarial iluminada” que en estos tiempos parece correr riesgos de sufrir un apagón, aunque posiblemente en muchos entornos de negocios, hace tiempo que no se ve la luz, si tenemos en cuenta que para Maslow las dimensiones personal, social y laboral están estrechamente unidas, al tiempo que el aspecto humano del mundo empresarial se haya sólidamente centrado en la investigación, estando sus teorías de la motivación totalmente vigentes, aunque tengo mis dudas de si continúan su creciente aplicabilidad en este siglo XXI. Y para argumentar esto me baso en su libro clave a nivel empresarial titulado Eupsychian Management, donde alude a que la toma de decisiones en equipo, la satisfacción personal y la productividad organizativa tiene correlación directa con el aumento de la autonomía, la autoestima y la educación de los trabajadores. Para él, el modelo de gestión autoritario se contrapone al humanitario. Todos los que me conocen saben que estoy de parte de Maslow, judío de origen familiar ucraniano migrante a Estados Unidos y que pasó su infancia en Brooklyn, distrito que conecta el extremo oeste de Long Island con Manhattan. Y todo ello, a pesar de que como el mismo escribió, fue un niño infeliz, con una familia miserable, que creció sin amigos, entre libros y bibliotecas y que sus propios profesores le tildaban de forma despectiva como “el judío inteligente”. De Maslow me gusta hasta el deporte que practicaba con sus compañeros de barrio, el frontón, al que jugaban con una pelota pequeña dura de caucho, muy popular en ese distrito de Nueva York, que también lo es en mi tierra, y concretamente en Vallelado (Segovia), donde tenemos grandes pelotaris que se suman a los navarros y vascos, e incluso un campeón del mundo, que además es Veterinario de porcino. Su pirámide genética, Don Luis el abuelo y sus Padres, bien han trasladado sus genes tanto profesionales como deportivos a esta noble descendencia.

Maslow, antes de convertirse en el gran psicólogo se matriculó en la Escuela de Agricultura, que, junto a su matrimonio, le proporciono una gran estabilidad emocional. No me cabe ninguna duda de que nuestro sector porcino, como una rama de la agricultura como ciencia, es esencial para la estabilidad económica de nuestro país, siendo uno de los sectores que, no estando en el vértice de la pirámide, sustentan la base de esta. Bien decía Cicerón, que “la agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”. Como orgulloso hijo de agricultores y agricultor por herencia, bien me enseñaron a cuidarme del Síndrome del Sapo (Soberbia- Arrogancia – Prepotencia y Obstinación), que está en las antípodas de lo dicho por Cicerón y lo postulado por Maslow. Por este motivo, soy más partidario en nuestro ámbito profesional de evitar los síndromes de estos anfibios, incluido el “Síndrome de la rana hervida”, fenómeno que surge ante un problema cuyos daños pueden percibirse a largo plazo, o incluso no percatarnos, derivado de la falta de conciencia sobre el mismo, lo que genera que no reaccionemos a tiempo o lo hagamos tarde. Si la rana se pone sobre agua hirviendo salta rápidamente, pero si lo hacemos sobre agua tibia, que se va calentando hasta la ebullición lentamente, no percibe el peligro y se cuece hasta la muerte. Espero que sean los menos los que sufran estos dos síndromes en la retirada del óxido de zinc como terapéutico antes del 26 de junio de 2022. No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. Seamos proactivos y volvamos a demostrar a nuestros competidores internacionales que estamos en la cúspide de la pirámide por méritos propios.

“Podemos perdonar fácilmente a un niño que teme a la oscuridad; pero la real tragedia de la vida es cuando los adultos le temen a la luz”  Platón (427-347 a.C.)  Filósofo griego      

 

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