Nuestro sector primario, el gran desconocido y el gran incomprendido social y políticamente

Tuve el otro día la oportunidad de participar en una videoconferencia de ámbito económico de un sector empresarial relativamente ajeno al nuestro. No obstante, a lo largo del desarrollo temático, cuando abordamos el tema de las cadenas de producción y la diferencias sustanciales entre éstas y las cadenas de valor fuimos a parar, entiendo que por la importancia logística que tiene, a nuestro sector agrario.

En este marco se coloquió, entre otras cuestiones, acerca de tres temas, a mi entender, claves: del creciente desequilibrio entre los distintos eslabones de la denominada habitualmente “cadena alimentaria” en España; de las actuaciones de la Agencia para la Información y el Control de la Cadena Alimentaria (AICA) unidas a la ya famosa y súper-publicitada “Ley de la Cadena Alimentaria” y del documento elaborado por Holanda (que ostenta actualmente la Presidencia de la UE) y que ya ha sido presentado en el encuentro informal del Consejo de Ministros de Agricultura; en él este Estado propone cambiar la actual PAC (Política Agraria Comunitaria) por una futura PAAC (Política Agraria y Alimentaria Común).

El mencionado aumento del desequilibro en la cadena alimentaria (que no es y nunca ha sido una cadena de valor) perjudica, digan lo que digan, fundamental e indudablemente al primer eslabón (agricultores y ganaderos), que se sigue debilitando. Este desequilibrio es especialmente llamativo, por citar dos ejemplos, en el sector lácteo (a pesar de los tan publicitados contratos, el precio al productor ha descendidooficialmente un 15% en el año 2015, aunque en la realidad esta bajada ha sido aún mayor y sigue cayendo) y en el de las carnes (aquí el descenso real ha sido de un 5% aproximadamente).

En cuanto a las actuaciones de la Agencia para la Información y el Control de la Cadena Alimentaria (AICA) se hizo especial hincapié en su aplicación de la “Ley de la Cadena Alimentaria” con sus incumplimientos reales, sus grandes limitaciones y su incapacidad legal real para incidir eficazmente en cuestiones absolutamente claves como, por ejemplo, en las políticas de márgenes o de ventas (por esta razones me permití compararla con un profesional de la medicina, animal o humana, que puede diagnosticar, pero que no puede medicar más allá de productos de herbolario). El resultado, en general, me parece evidente: castiga, pero no corrige (y atención a su interés en entrar, por supuesto con contratos, en el “mundo del cereal”).

Holanda, por su parte, propone ¡atención al tema! una futura PAAC que promueva para nuestro sector una política productiva más sostenible, innovadora e integrada (respondiendo así, dice, a los retos sociales planteados); una PAAC que esté más orientada que la PAC al mercado exterior (ya me dirán cómo lo vamos a hacer con el actual “modelo europeo de producción” y con un horizonte en el que brillan con luz propia el TTP, el futuro TTIP, si no cambian radicalmente sus propuestas respecto de nuestro sector, y los presentes y futuros acuerdo con el Mercosur).

Si nos paramos a pensar con un cierto detenimiento en todo lo referenciado podemos llegar, me parece a mí, sin grandes esfuerzos, a una conclusión de gran calado: nuestro sector, el sector primario, es, en términos generales, social y políticamente, un gran desconocido (incluso, al menos parcialmente, también por algún otro eslabón de la cadena productiva) y, precisamente por ello, un gran incomprendido. Y así nos va, claro; toda realidad siempre tiene su razón de ser.

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas.
Universidad Politécnica de Madrid.