Limpieza y desinfección: clave en las explotaciones pecuarias

La sanidad empieza por la higiene. Este axioma no es un concepto nuevo, ya fue planteado en la Edad Media por el médico y filósofo cordobés Maimónides, entre los siglos XII y XIII. Más tarde, en el siglo XIX, fue demostrado empíricamente por numerosos médicos e investigadores de la época; algunos de la talla de Louis Pasteur, que lo expuso en su teoría de los gérmenes. Si bien estos estudios eran referentes a la medicina y sanidad humana, sus conclusiones pueden perfectamente trasladarse a la producción pecuaria moderna.
Es fácilmente comprensible cómo la higiene contribuye de forma decisiva a una producción óptima y rentable, y a obtener alimentos seguros y saludables. A nadie se le escapa, por ejemplo, que la higiene correctamente aplicada antes, durante y después del ordeño es determinante en la reducción del recuento de células somáticas y la bacteriología presente en la leche, ya sea de vaca, oveja o cabra, con la consiguiente ganancia en calidad de la misma.Una inadecuada limpieza y desinfección es frecuentemente la causa de diarreas neonatales en corderos, terneras, cabritos, lechones, etc. Igualmente, numerosos estudios en ganado porcino demuestran que los animales crecen mejor en ambientes limpios, reduciéndose apreciablemente el tiempo de permanencia en cebadero cuando entran a criarse en locales donde se ha llevado a cabo un buen vacío sanitario. Los animales expuestos a ambientes cargados de gérmenes, aunque estos no sean potencialmente patógenos, han de ocupar su sistema inmune en mantenerlos controlados. Utilizan gran cantidad de energía que podrían emplear en reponer kilogramos de carne, con lo que consumirán más pienso y empeorará el índice de conversión.

Desinfectante en espuma

 

Igualmente, ese vacío sanitario, con una limpieza y desinfección adecuadas, ha contribuido de forma indiscutible a reducir la prevalencia de Salmonella en las explotaciones avícolas, disminuyendo la presión sobre los mataderos y el riesgo en la cadena alimentaria.

En el actual contexto productivo, con clara tendencia a reducir fármacos, especialmente antibióticos, limpieza y desinfección cobran un papel más preponderante si cabe. Más si consideramos que, en una explotación cualquiera, la inversión necesaria dedicada al apartado de limpieza y desinfección tan solo supone alrededor del 0,5-0,6% del total de gastos de la misma, cuando la alimentación supone más del 70%. Todo esto da idea de lo rentable que puede llegar a ser una adecuada gestión de la higiene.

Llegados aquí, es primordial destacar el valor de una buena limpieza previa a la desinfección. En muchas ocasiones se menosprecia su importancia, pero es tan fundamental como la propia desinfección. Dicho claramente, para que haya desinfección primero tiene que haber limpieza.

Uno de los principales enemigos de los desinfectantes es la presencia de materia orgánica, pues hace que se inactiven sin ejercer su función. Aunque aumentemos su concentración, solo nos hará gastar más dinero y exponernos a mayor cantidad de producto químico.

Es imprescindible realizar esta limpieza previa adecuadamente empleando detergente, preferiblemente aplicado en forma de espuma para potenciar su acción. El detergente emulsiona la materia orgánica y el agua la retira con mucha más facilidad, consiguiendo un notable ahorro de tiempo, trabajo, energía y agua, con la lógica menor producción de purín que después hay que retirar de la explotación.

Igualmente, si aplicamos el desinfectante en forma de espuma, aumenta el tiempo de contacto y por tanto su eficacia, además de reducir la formación de aerosoles, mejorando la seguridad del aplicador.

Rafael Arlegui.
Jefe de Producto Ganadería.
HYPRED.