Los agricultores, los ganaderos y las pensiones

De todos es conocido que uno de los colectivos que presenta un mayor envejecimiento medio en España es el nuestro: el de los agricultores y el de los ganaderos, agravado por el hecho real, a corto plazo, de que no existe, básicamente por razones socioeconómicas, un adecuado relevo generacional.

Por lo tanto, se trata de un colectivo al que le afecta muy directamente la desastrosa situación del modelo español de pensiones y su evidente insostenibilidad; situación que se ha ido agravando en estos últimos años, sin que se haya tomado medidas. Por cierto, de su “hucha”, el Gobierno ha vuelto a sacar, a finales del año pasado, otros 936 millones; ello significa ¡atención al dato! que durante el año 2016 se habrán retirado de la mencionada hucha más de 20.000 millones y que, en ésta, no deben de quedar, en esto momentos, más allá de unos 15.000 millones.

Aquí, desde mi punto de vista, confluyen dos claras circunstancias adversas. Por una parte, están los ingresos de la Seguridad Social (S.S.) que han menguado terriblemente, realmente se han desplomado, desde el inicio de la crisis allá por el año 2008; crisis que, insisto una vez más, no ha concluido ni mucho menos; ejemplo: en el año 2016 se habrán trabajado unos 800 millones de horas menos que en el 2009/2010; ahí está otra “falacia monetaria” de la tan cacareada “generación de empleo”: hay más personas con un empleo, cierto, pero muchos son “empleos “basura” y “súper-basura”; las horas trabajadas y el ingreso global han disminuido realmente de manera muy significativa (luego no remontan, ni pueden remontar, los ingresos de la S.S., con las actuales políticas, de la forma que sería mínimamente necesaria). Concretando: la Seguridad Social terminó el año 2016 con un aumento medio de 540.655 afiliados (+3,12%), y en las oficinas del INEM siguen apuntados 3.702.974 desempleados (a los que hay que sumar los miles que son parados de larga duración y que ya no se incluyen en esta cifra).

Y, paralelamente, no se olvide que tenemos menos de 18 millones de personas (la S.S. tiene, a finales del 2016, 17.849.055 afiliados), con un empleo que cotizan (desde una perspectiva global como ya se ha comentado), insuficientemente a la S.S., porque en España, tenemos 9 millones pensionistas aunque muchos de nosotros estamos, física y/o mentalmente, demasiado jóvenes para estar jubilados (sic).

Por otra parte, está el gasto de las pensiones. Éste se ha disparado (a causa de unas políticas absolutamente desacertadas, como tantas veces he denunciado); así, en los último tiempos este gasto ha aumentado en más de un 55 por 100 y, probablemente, en el año 2016 el mismo llegará a los 9.000 millones (todo un récord).

¿Por dónde transitan las soluciones? Para mí, sólo hay cuatro caminos (que deben acompañar a una reducción absolutamente drástica de la corrupción, tanto la directa como la indirecta, y a una muy significativa reducción y racionalización del gasto público, basado en su eficiencia y su eficacia).

Lamentablemente todos ellos son “políticamente indeseables”, amén de “personal y socialmente muy dolorosos”, por lo que me temo que, con los actuales políticos de los que “gozamos”, cortoplacistas y populistas, no se van a querer abordar, aunque, pensando con sensatez, no queda otra.

El primero es aumentar de forma muy importante las exigencias y las penalizaciones de las jubilaciones anticipadas (o, sencillamente, eliminarlas); la segunda es elevar la edad de jubilación de forma muy significativa (acorde con el aumento registrado en la esperanza de vida en España); el tercero es recortar las pensiones (de una forma técnicamente correcta, claro está) y la tercera es aumentar el nivel de cotización a la S.S. (lo cual es muy difícilmente compatible con la creación real de empleo).

Lo que sí me parece una verdadera barbaridad es la solución propuesta por el Sr. Secretario de Estado de Presupuestos: EMITIR MÁS DEUDA PÚBLICA.

Ésta es, sin ninguna duda, una “solución” de todo punto inasumible ante la actual situación española de endeudamiento; porque, además, esta proposición supone sólo un “muy mal parche cortoplacista” (que en nada favorece al país ni a las generaciones venideras).

En definitiva, la solución tiene que ser necesariamente, guste o no, drástica y de índole político-económica (casi nada).

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.

Profesor Emérito.

Universidad Politécnica de Madrid.