Las claves en la gestión de maternidad

En la actualidad, nos encontramos ante nuevos desafíos cada vez que pensamos acerca  de las salas de maternidad donde alojamos nuestras cerdas. Con los nuevos avances de la genética, la nutrición y la tecnología nos encontramos de cara a cerdas hiperprolíficas, con tamaños de camada que hace 10 años se creían inalcanzables.

Además,  la incursión de equipos de alta tecnología que hacen “prácticamente” todo el manejo de la alimentación de la hembra, jaulas diseñadas para disminuir los aplastamientos, salas de paridera automatizadas para garantizar una temperatura confortable  para el  lechón, entre otros.

Pero surgen varios interrogantes. ¿Qué pasa con la atención de la hembra al parto? ¿Qué pasa con la atención de la camada?  ¿Qué pasa si las hembras, de tan alto desempeño, no comen lo que deben?

Invertimos una gran cantidad de dinero en la compra de hembras de alto valor genético, en instalaciones, en sanidad y en planes de bioseguridad que ayuden a mantener nuestras granjas lo más sanas y productivas posibles. ¿Pero en manos de quién queda nuestra gran inversión?

Cada vez nos es más difícil conseguir personal realmente calificado, que tenga buena disposición y conocimiento sobre el manejo de la hembra y sus lechones. Nada ganamos con tener los mejores equipos, si no tenemos los colaboradores comprometidos de manera total hacia nuestra meta de productividad. Es, sobre todo en la lactancia, dónde la hembra más requiere de nosotros para poder lograr mostrar todo su potencial genético, y donde más se ha abandonado. En muchas granjas, simplemente se contabiliza la mortalidad de lechones y de hembras, y se efectúa una revisión rápida de las hembras y de su camada, siendo ésta la única visita real que realiza el operario a las naves de maternidad.

Definiendo la palabra gestión encontramos la siguiente descripción: “La gestión nos indica que se trata de realización de diligencias enfocadas a la obtención de algún beneficio, tomando a las personas que trabajan en la compañía como recursos activos para el logro de los objetivos.”

No son siempre, de acuerdo con mi experiencia, las empresas con los equipos más costosos y de última generación las más productivas y las más rentables; las que lo logran son aquéllas que consigue conformar un equipo de trabajadores comprometidos, leales y bien entrenados. Hasta el día de hoy, no he logrado encontrar, en ningún mercado del mundo, una “instalación mágica” que logre atender adecuadamente al lechón y a la hembra durante el parto, que diagnostique una retención de placenta, o un lechón con hipoxia, o que sea capaz de palpar correctamente a una hembra que presenta un parto distócico.

Los avances tecnológicos, sin duda alguna, nos facilitan la vida, y nos hacen rendir más al simplificar las tareas diarias.  Pero, por si sola, la tecnología no hace nada.

Necesitamos personas que quieran volver al medio rural, que amen a los animales, y que estén dispuestos a ayudar a nuestras cerdas a alcanzar las metas adecuadas: menos lechones muertos en parideras, más kilos de lechón destetado, cerdas reproductoras con un rápido retorno al celo, con una buena condición corporal de la hembra en el momento del destete.

Y ¿cómo podemos logar todo esto?  Capacitando a nuestros colaboradores, y no solo en la formación técnica, sino también en el sentido de la pertenencia hacia nuestra empresa. Los incentivos no solo deben ser económicos; muchas veces el hacer saber a nuestros colaboradores que son importantes para la empresa y para nosotros, genera una conciencia de gratitud y de compromiso en ellos, que vamos a ver reflejados en la excelencia de los futuros parámetros productivos.

La capacitación de la mano de obra en nuestras explotaciones no es un gasto, es una inversión; probablemente, la más importante de todas.

 


Leonardo David Márquez Pino.
Médico Veterinario Zootecnista.
Colombia.