La pobreza y su influencia en la demanda de productos pecuarios en España

Afortunadamente, en no pocas ocasiones, el tiempo acaba dando y quitando razones. Digo esto porque, hace ahora un mes, aproximadamente, impartí una charla en un círculo de economía y, en ella, basándome en los indicadores oficiales, expuse, entre otros temas de índole macroeconómica, dos cuestiones que, por otra parte, ya había formulado con anterioridad en más de una ocasión.

La primera versa sobre el hecho de que no se están valorando adecuadamente, ni cuantitativa ni cualitativamente, los efectos reales de la crisis económica en la sociedad española (empezando por el cambio en los hábitos del consumo de alimentos, tanto en los hogares como fuera de ellos, especialmente en lo que se refiere a los alimentos con la proteína de origen animal).

La segunda, que está muy correlacionada con la primera, es que las cifras oficiales respecto del poder adquisitivo medio neto y de la pobreza de la población residente en España están lejos de representar su verdadera realidad socioeconómica en el año 2016.

Fundamenté mi segunda afirmación en la principal de las tres variables a considerar a la hora de cuantificar la pobreza: los ingresos. La pobreza en España puede equivaler a ingresos netos inferiores a unos 8.000 euros anuales en el caso de un hogar unipersonal y/o de unos 17.000 euros anuales en hogares compuestos de una pareja y dos niños. También se podría considerar el criterio de la U.E.: una persona es pobre cuando sus ingresos son inferiores al 60 por 100 de la media de los ingresos individuales del Estado en cuestión (la resultante en España, con datos reales, viene a ser la misma).

Pues bien, según las referencias oficiales, el número de pobres (en situación de exclusión real) en España es de unos 10 millones cuando, en mi opinión, de acuerdo con mis estimaciones, es de unos 15 millones; es decir, prácticamente el 33 por 100 de la población residente en España (unos 46,5 millones de personas) tiene carencias materiales severas (por ejemplo: alrededor de un 30 por 100 de los hogares españoles sufren, con mayor o menor intensidad, condiciones asociadas realmente a la pobreza energética; en el año 2014 el porcentaje rondaba el 22 por 100).

Ahora el Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona ha publicado un trabajo en la revista Perspectivas Democráticas en el que, entiendo, coincide conmigo.

En el mismo, al medir la pobreza económica empleando el umbral de pobreza del año 2009 y tomando como referencia el nivel de vida en el inicio de la crisis, resulta que, entre los años 2010 y 2014, el número de personas pobres en España pasó de 10.206.684 a 14.794.664, con un incremento absoluto de 4.587.980 individuos, lo que significa un incremento relativo del 45 por 100 respecto de la cifra inicial (y la situación global, digan lo que digan, no ha mejorado realmente en estos dos últimos años).

La consecuencia de lo expuesto es un cambio muy difícilmente reversible y que se traduce en una reducción, especialmente cualitativa pero también cuantitativa, de la demanda de alimentos de origen animal.

Y si pensamos en el futuro de esta demanda no se minusvalore lo que piensa el señor Alan Greenspan (que ocupó durante casi 20 años el puesto de Director de la Reserva Federal de Estados Unidos): la evolución de la deuda española es insostenible (y también lo es la de los otros Estados del Sur de Europa) lo que genera, obviamente, una situación socioeconómica cada vez más inestable en el propio país y más vulnerable frente a los Estados del Norte de la U.E. que, incluso, puede desembocar en la inviabilidad del propio euro.

El verdadero problema de todo ello no es la situación existente, a pesar de su complejidad; el verdadero problema ¡créanme! es que el Ejecutivo no toma con urgencia, ni hay atisbos de que las vaya a tomar, las oportunas medidas macroeconómicas que deben empezar por controlar realmente el gasto público (con conceptos de eficiencia y eficacia) y minimizar la corrupción ¡este es quid de la cuestión!

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.

Profesor Emérito.

Universidad Politécnica de Madrid.