La peste porcina africana llama a la puerta
En la segunda mitad del siglo pasado, hasta que se logró erradicar totalmente en 1992, mentar “la africana” y que los ganaderos de porcino españoles se echasen a temblar era todo uno.
Hace dos meses, ante la expansión de la peste porcina africana por el este de Europa y también por China, una de las personas clave en aquel proceso de lucha contra esta epizootia, Quintiliano Pérez Bonilla, ahora ganadero y veterinario, me avanzaba sus temores de que, tal y como iban las cosas, era cosa de tiempo que llegase al oeste de Europa y quizás a España. Me decía que eso sería una catástrofe para este sector, que se ha convertido en uno de los punteros para la economía agraria.
Pues bien, el jueves 13 de septiembre se declararon los primeros focos en Bélgica. Se trata de varios jabalíes que estaban en una zona cercana a la frontera con Francia. Esto quiere decir que este virus, que nos trajo de cabeza en el pasado, está cada vez más próximo a nuestras fronteras.
Desde que en 1989 se abrieron las puertas para que España pudiese comenzar a exportar porcino, este sector ha conocido un cambio espectacular, hasta convertirnos en una potencia mundial. Este crecimiento se ha basado en un modelo de ganadería intensiva y súper-intensiva contra el que se han alzado voces en los últimos tiempos, que se oponen a la instalación de macrogranjas en sus territorios. Por eso, uno de los grandes interrogantes en este momento es si el modelo es sostenible desde el punto de vista medioambiental y sanitario.
Mientras este debate va a más, los números cantan: España tenía la cabaña más importante de la UE, con 30,13 millones de cabezas en diciembre de 2017, y la cuarta del mundo; una producción de carne de 4,2 millones de toneladas, la segunda de la UE; el valor de la producción final superó los 6.800 millones de euros, lo que supone el 36,8 por ciento de la producción final ganadera y el 14,4 por ciento de la producción final agraria.
Otro dato más: se vendieron al exterior 2,16 millones de toneladas por valor de 5.012 millones de euros; de esa cantidad, 740.000 toneladas fueron a países terceros y España es el segundo exportador de la UE. Eso es parte de lo que está en juego, con sus luces, pero también con sus sombras.
César Lumbreras