La lucha contra la resistencia a los antibióticos

Como se ha comentado repetidamente en nuestro boletín, uno de los mayores retos que afronta la medicina moderna es el uso incontrolado de antibióticos, tanto a nivel humano como veterinario (en este contexto está totalmente involucrada la ganadería, que ya lleva un tiempo inmersa en una política de utilización racional y “de mínimos” de los antimicrobianos en general en sus sistemas de producción).

El mencionado uso indiscriminado está dando lugar a una creciente y muy preocupante aparición de resistencias antimicrobianas y al incremento del número de bacterias multirresistentes presentes, como es el caso, por ejemplo, del «Staphylococcus aureus» resistente a la meticilina (SARM). Se trata, en definitiva, de bacterias que han llegado a ser muy resistentes a los antibióticos.

Las cifras oficiales muestran que la resistencia antimicrobiana es responsable de unas 25 000 muertes anuales en la Unión Europea (U.E. – 28) y, paralelamente, supone un coste que se estima que actualmente ronda los 1.500 millones de euros (este coste corresponde a los gastos sanitarios y a las pérdidas de productividad).

En la práctica, el impacto de la resistencia antimicrobiana no son únicamente las mencionadas muertes. La resistencia a los medicamentos significa, a nivel humano, frecuentes visitas al médico, hospitalizaciones de mayor duración y tratamientos con fármacos más caros, así como una mayor duración de las infecciones, lo que supone complicaciones médicas como las amputaciones o los daños en órganos vitales.

Por todas estas razones, combatir la resistencia antimicrobiana es una de las principales prioridades de la Unión Europea. Así, el Séptimo Programa Marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico y Horizonte 2020 destina millones de euros de fondos para proyectos innovadores que trabajan para contrarrestar esta amenaza. El objetivo es reforzar la investigación sobre resistencia antimicrobiana y permitir que la U.E. pueda apoyar activamente una acción mundial en este campo y desempeñe un papel decisivo en la lucha contra la resistencia antimicrobiana.

Una de las claves aquí es la de conseguir un diagnóstico más rápido y certero que permita una utilización más eficiente y eficaz de los fármacos. En definitiva, se trata de que los médicos puedan tomar decisiones mejor informadas sobre la necesidad y el tipo de tratamiento antimicrobiano necesario para cada paciente.