La importancia de las razas autóctonas en la moderna cunicultura
En el mundo existe más de medio centenar de razas cunícolas que abarcan las numerosas aptitudes productivas por las que se explota la especie: producción de carne, de piel, de pelo, animal de compañía, uso cinegético, etc.
La mayoría de las razas eran en su origen autóctonas del país o región donde surgieron, y algunas han experimentado ulteriormente, en virtud de la demanda, una difusión notable fuera de sus ámbitos de origen. Sin embargo, otras razas autóctonas de conejos se han quedado confinadas en su ámbito local e incluso están amenazadas de extinción.
En España, el proceso de intensificación de la cunicultura industrial que comenzó en la década de 1970 y se aceleró a partir de la de 1990, relegó las razas autóctonas y las razas puras en favor del uso de líneas especializadas que se combinan en cruces de tres vías para obtener los gazapos destinados a la producción de carne. Por eso, en estas últimas décadas las razas cunícolas autóctonas españolas han quedado relegadas a la cría amateur y para el autoconsumo.
Dos son las razas autóctonas de aptitud cárnica que gozaron de mayor difusión en el país: el Antiguo Pardo Español y el Gigante de España. Dichas razas experimentaron el proceso de regresión mencionado que las colocó al borde de la extinción. Afortunadamente, Asemuce activó el proceso de reconocimiento de ambas razas, que ha culminado con su inclusión en el Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España mediante la Orden AAA/1357/2016, de 29 de julio de 2016, del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Este importante hito supone un espaldarazo para su conservación y difusión.
El Antiguo Pardo Español o conejo común del país es de formato ligero, de capa parda o silvestre, de gran rusticidad y con prolificidad mediana, en comparación con la de las líneas selectas. El Gigante de España se creó hace un siglo combinando conejos pardos españoles con el Gigante de Flandes. Es de gran formato, también de capa parda, y tuvo mucha difusión en la cunicultura familiar hasta que comenzó el mencionado proceso de industrialización de la cunicultura.
Otra población destacable es el Conejo Ibicenco, de talla mediana y capa bicolor que combina el blanco con alguno de los colores negro, gris o pardo rojizo.
Características comunes a la mayoría de estas razas autóctonas son su rusticidad y capa parda, apreciada en la cría amateur y para autoconsumo por asociarse inconscientemente a una imagen campera que los diferencia de los conejos selectos blancos de ojos rojos, menos solicitados para este tipo de cría.
El papel actual de estas razas autóctonas no sería competir con las líneas utilizadas en cunicultura industrial, pues no permitirían lograr los rendimientos productivos necesarios para la obtención de carne en el contexto actual, con precios percibidos por los cunicultores muy ajustados respecto al coste de producción. Su lugar se encuentra en la cría amateur para autoconsumo y para venta en canales cortos ofreciendo producciones diferenciadas, así como en su uso en sistemas alternativos como la incipiente cunicultura ecológica, cuyas normas prescriben el uso de razas de crecimiento lento preferiblemente autóctonas.
Además, su conservación per se se justifica para preservar el patrimonio cultural ganadero del país, y precisamente disfrutamos hoy día de dichas razas gracias a la meritoria labor de los criadores amateur que las han conservado.
Pedro González-Redondo.
Dpto. Ciencias Agroforestales.
ETSI Agronómica.
Universidad de Sevilla.