La importancia de la gestión sanitaria en los cebaderos de terneros
La sanidad es un factor limitante en la producción animal y en la rentabilidad económica asociada. Una mala sanidad en cebadero echa por tierra los esfuerzos realizados en genética, nutrición e instalaciones, mientras que una buena sanidad puede mitigar deficiencias en estos aspectos.
Tradicionalmente y salvo contadas excepciones, en el cebadero de terneros la gestión de la sanidad se ha basado en la elección y uso preventivo y curativo de determinados principios activos y vacunas, y en el mejor de los casos, en un posterior análisis cuantitativo relativo a mortalidad, morbilidad y/o productividad, pero sin hacer un análisis de factores predisponentes (origen, manejos previos, etc.), ni de posibles causas de enfermedad (víricas, bacterianas, parasitarias, etc.). Esto nos ha llevado a olvidar el principio de “tanto como haga falta, tan poco como sea posible” y a hacer un uso abusivo e inadecuado de productos como antibióticos, antiparasitarios y antiinflamatorios, realizando en muchos casos tratamientos innecesarios por no ser los indicados para esas causas o insuficientes por no respetar los tiempos y dosis de administración, llevando al sector ganadero y veterinario a estar en el punto de mira tanto de Salud Pública por su posible implicación en la aparición de resistencias a antibióticos, como por la presencia de residuos en productos de origen animal y su repercusión sobre el Medio Ambiente.
Basar la sanidad solo en la incidencia clínica es insuficiente hoy día ya que para optimizar la rentabilidad de las explotaciones es crucial identificar, prevenir y tratar la enfermedad subclínica tanto de origen infecto-contagioso como metabólico, siendo esto tanto más importante cuanto mayor es la capacidad genética de los mismos, ya que los individuos más productivos suelen ser los más sensibles a enfermedades.
La gestión sanitaria moderna debe basarse en tres aspectos. El primero consiste en identificar y priorizar las patologías a controlar, tanto por incidencia clínica y subclínica como por repercusión económica. El siguiente es analizar e implantar las mejores herramientas preventivas y terapéuticas, tanto médicas (farmacológicos) como de manejo (higiene y bioseguridad). El último es realizar una evaluación de coste/eficacia y retorno de inversión, en lugar del tradicional enfoque basado en el coste de tratamiento, que aunque más sencillo de realizar, resulta totalmente insuficiente.
A la hora de llevar a cabo estas tareas, es esencial disponer de las instalaciones y los equipos necesarios para desarrollarlas en óptimas condiciones y de la manera menos estresante para los animales, contar con personal con la formación y motivación necesaria y disponer de procedimientos normalizados de trabajo relativos a identificación temprana y objetiva de animales enfermos, manejo y aplicación de productos farmacéuticos y utensilios de aplicación, evaluación de respuestas terapéuticas y registro de datos que una vez analizados, permitirán definir la situación actual y constituirán la base sobre la que tomar futuras decisiones.
Debemos concluir que sin maximizar la sanidad, no conseguiremos maximizar la rentabilidad. La única manera de conseguir una sanidad rentable es basarnos en principios técnico-científicos que permitan hacer un uso racional de las herramientas diagnósticas, terapéuticas y preventivas, y realizar un correcto análisis económico que garantice el retorno de las inversiones realizadas para garantizar la sanidad de nuestros animales.
Juan Alcázar
INZAR – Industrial Zootécnica Aragonesa