La eficiencia alimentaria en el vacuno de carne

De todos es conocido que el retorno económico de las actividades ganaderas, en general, y de la producción de vacuno de carne, en particular, es escaso. Los ganaderos tienen poca influencia en los precios de sus producciones o de sus insumos. Parece razonable entonces que se centren en aquellos aspectos sobre los que pueden actuar, como la selección genética.

Durante años, los programas de selección se han enfocado en aumentar las producciones, sin prestar demasiada atención a los insumos. En el contexto actual de la producción agropecuaria, con una sociedad preocupada por nuestra capacidad de producir suficientes alimentos para una población creciente, sin degradar el medio ambiente, este enfoque está cambiando, de tal forma que cada vez se presta más atención al concepto de eficiencia.

En el vacuno de carne, donde hasta el 80% de los costes corresponden a la alimentación, la eficiencia alimentaria es el concepto clave. Tradicionalmente, en España, se ha identificado la eficiencia alimentaria con el índice de conversión, entendido como la cantidad de alimento necesaria para obtener un kilogramo de ganancia de peso. Este índice resulta poco adecuado desde el punto de vista de la selección genética, pues su valor depende de los niveles de ingesta y de ganancia de peso de cada animal. Así, un mismo animal puede tener diferentes índices de conversión a distintos niveles de ingesta, pese a que, evidentemente, la genética es la misma. Por otro lado, una mejor índice de conversión suele estar asociado a un mayor crecimiento y éste, a un mayor tamaño corporal, lo que no siempre es acorde con el mantenimiento de los reproductores en sistemas extensivos.

Existen otros índices de eficiencia alimentaria más adecuados para fines de selección, entre los que cabe destacar la ingestión residual (Residual Feed Intake), utilizada en Estados Unidos, Canadá y Australia. La RFI se define como la diferencia entre el consumo de alimento real de un animal y el consumo que cabría esperar para cubrir sus necesidades de mantenimiento (que son función del peso vivo) y su ganancia de peso diaria.

A diferencia del índice de conversión, la RFI es independiente del peso vivo y de la ganancia de peso, por lo que resulta adecuada para comparar individuos con diferentes niveles de producción. Los animales con RFI negativos son los más eficientes.

La RFI tiene una heredabilidad moderada (0,14-0,44) y, pese a que su varianza fenotípica es limitada, se considera suficiente para conseguir una mejora genética considerable. La selección en base a la RFI redunda, además de en un menor consumo de alimento, manteniendo el nivel de producción, en una reducción de los residuos, entre ellos el metano.

Lógicamente, evaluar la RFI requiere de una cantidad de datos (incrementos de peso y consumos individuales) que no están disponibles en los sistemas productivos actuales, aunque sí en determinados ámbitos, como los centros de testaje de toros. Por otro lado, el desarrollo de tecnologías de ganadería de precisión (mediante sensores y TIC) es cada vez más importante y cabe esperar que lo siga siendo en el futuro. En este sentido, la obtención de tecnologías que permitan monitorizar automáticamente estos parámetros a nivel de explotación, cebadero, etc., a un coste razonable es un reto que debemos afrontar.

 


Francisco Maroto Molina
ETSIAM. Universidad de Córdoba