La dependencia emocional del binomio caballo-jinete

La equitación, ese maravilloso deporte donde todo es sensaciones y emoción, se ha convertido en una actividad que cuenta con cada vez más disciplinas ecuestres, dada la gran utilidad que puede llegar a tener para el ser humano este maravilloso animal.

Los caballos son animales gregarios muy sociables, con gran motivación y capacidad de trabajo, que se comunican con el hombre a través de un lenguaje corporal de signos, como el movimiento de las orejas, que debemos saber interpretar si queremos convertirnos en buenos jinetes y saber satisfacer sus necesidades. Habitualmente la práctica de la equitación se reduce a ir a una explotación para recibir una lección de equitación, una hora durante la cual caballo y jinete se comunican a través de las denominadas ayudas, lenguaje con el cual el jinete pide al caballo lo que desea que realice, y dependerá de la habilidad del jinete que la respuesta del caballo sea la correcta.

El problema reside cuando la incapacidad del jinete de expresar claramente sus ayudas hace que éste manifieste su frustración y reaccione de forma errónea, castigando al caballo y golpeándolo con la fusta. Si bien el caballo no es un animal inteligente, su gran capacidad de memoria hace que acción negativa repercuta en su proceso de aprendizaje, y dado que es muy rápido, debemos cuidar que las experiencias durante el entrenamiento sean positivas para mantener su motivación y conseguir su máximo rendimiento.

Los caballos son capaces de sentir el estado de ánimo de su jinete y percibir sus emociones, habilidad adquirida en su largo proceso de domesticación. El estado emocional del jinete provoca la liberación de hormonas que son percibidas por el caballo, por lo que si el jinete está tranquilo inspirará confianza a su montura, pero cuando el jinete tiene miedo o está tenso, el caballo entra en estado de alerta, y, siendo un animal con instinto de huída, debemos procurar transmitirle seguridad, siendo nosotros el componente racional del binomio. Si el jinete mantiene una respiración constante y calmada ayudará al caballo a sentirse seguro.

El éxito reside en pensar como él para comprender sus reacciones, sin olvidar jamás su tendencia de huida ante los posibles peligros. El caballo es capaz de identificar a su jinete a largas distancias e ir hacia él cuando se encuentra en el prado, relinchando o emitiendo otros sonidos. Son conscientes de las habilidades de su jinete, y actúan en función de las mismas. Si el jinete sufre algún tipo de discapacidad, su relación puede ser muy estimulante para ambos, pues la gran compresión de los sentimientos es recíproca.

Hablamos de una actividad, de un deporte, en la cual se establece un fuerte vínculo emocional entre el jinete y el caballo, que se inicia en el box.

Los correctos manejo, limpieza, alimentación y cuidado del caballo mejorará la confianza de éste en su jinete y su compenetración durante el trabajo. Es responsabilidad del jinete procurar el bienestar de su caballo. Estereotipias como, por ejemplo, morder superficies de madera o lamer superficies de metal pueden ser síntomas de falta de fibra o minerales. Otro comportamientos como morder a la hora de colocarle la montura o engancharse en el hierro pueden deberse a dolores o molestias del dorso, dientes, etc., por lo que en lugar de castigarlo debemos vigilar su alimentación y realizar las revisiones veterinarias pertinentes para mantenerlo sano, en forma, y evitar el agravamiento de los problemas.

En definitiva, con una rutina de manejo adecuada, un trabajo estimulante y positivo y una relación basada en la confianza y en el respeto mutuo obtendremos un compañero de trabajo realmente excepcional.

Ángeles Melgar.
Amazona y profesora de equitación.