La creciente preocupación generada por la Peste Porcina Africana

La Peste Porcina Africana (PPA) es una enfermedad vírica que solamente afecta a los suidos, tanto a los domésticos como silvestres (jabalíes). Su presencia puede tener consecuencias económicas significativas para el sector porcino, así como impactos directos e indirectos sobre la actividad cinegética. Hasta el presente no existen vacunas comerciales ni tratamientos.

Como es sabido, la Peste Porcina Africana (PPA) se introdujo en Rusia desde la región del Cáucaso en el año 2007, instaurándose inicialmente en el sur del país y diseminándose posteriormente en dirección norte a partir de mayo de 2011. Durante el año 2012, se incrementó notablemente la notificación de focos de la enfermedad en la zona central de Rusia, confirmándose finalmente su presencia en otros países de la región, como Ucrania (2012) y Bielorrusia (junio de 2013) que comparten frontera con países de la Unión Europea.

En este contexto, tal y como ha informado el MAPA en este pasado mes de junio la Peste Porcina Africana (PPA) es una enfermedad altamente contagiosa causada por un virus de la familia Asfarviridae, género Asfivirus. En ella hay cepas que pueden provocar cuadros agudos o hiperagudos con niveles de mortalidad y morbilidad próximos al 100 por 100. Paralelamente, hay otras cepas que cursan con cuadros clínicos subagudos o incluso crónicos con menor mortalidad.

La PPA origina lesiones hemorrágicas en la piel y órganos internos por lesiones de los endotelios vasculares, pero, a diferencia de la Peste Porcina Clásica (PPC), la PPA no suele cursar con una sintomatología nerviosa.

En la práctica, no es posible diferenciar por la sintomatología estas dos enfermedades. Por esta razón, tal y como indica el MAPA, en caso de sospecha clínica, debe realizarse una toma de muestras inmediata para poder realizar un diagnóstico laboratorial que permita su diferenciación.

La Peste Porcina Africana se transmite principalmente a través del contacto directo entre animales, pero también se ha constatado indirecta por canibalismo, por alimentos o restos animales infectados, así como por garrapatas blandas del género Ornithodoros, entre otros.

La situación actual en Europa no es totalmente transparente. Está presente en la isla italiana de Cerdeña, donde persiste desde hace décadas, y recientemente se ha expandido desde Rusia, Bielorrusia y Ucrania hacia el oeste. Desde el año 2014 se vienen observando casos, sobre todo en jabalíes, en los países bálticos y en Polonia. En el año 2017 se declaró la presencia de PPA en jabalíes en la República Checa y en cerdos en Rumanía. Hasta el presente, la expansión de la PPA en Europa se produce en un contexto de explosión demográfica del jabalí en Europa.

España ha importado jabalíes del Este, que han sido convenientemente controlados, pero la situación requiere, tal como ha indicado también el MAPA, tomar las máximas precauciones, dado que la enfermedad continúa propagándose entre los jabalíes y los expertos consideran que, a pesar de los esfuerzos realizados para detener la propagación de la enfermedad entre jabalíes, las personas han jugado un papel crítico en la diseminación de la enfermedad.

No hace falta indicar las terribles consecuencias que tendría la llegada de la PPA a España para el sector porcino (con un nivel de autoabastecimiento del 175 por 100), con la enorme carga censal de jabalíes hoy existente en nuestro país y la especial problemática que ello supondría para nuestra ganadería porcina extensiva.