El pollo de cebo: no es oro todo lo que reluce

La carencia de cadena de valor en el sector agrario de nuestro país, tantas veces denunciada en este mismo boletín, se está poniendo de manifiesto desde hace tiempo en el sector del pollo de cebo, al igual como sucede regularmente en otros sectores agrarios (por ejemplo, ahora mismo, con las hortalizas).

Así, tal y como ahora ha vuelto a denunciar la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), se constatan, una vez más, los significativos desequilibrios existentes en la cadena productiva del sector de la carne de pollo (desequilibrios que no son exclusivos en nuestro país; existen en todas las regiones donde solo hay cadenas productivas, más o menos integradas).

Los pequeños productores están recibiendo, por parte de las integradoras del mercado en general precios por sus productos de hace entre diez y quince años cuando, paralelamente, sus costes de producción están actualizados. En este sentido, tal y como señala acertadamente la UPA: “el sector avícola ha avanzado mucho en innovación y tecnología en estos años, a la vez que ha experimentado una fuerte mejora de la genética. Esta modernización ha generado su correspondiente incremento del endeudamiento de los granjeros en contraposición de la reducción de costes para las grandes empresas integradoras”.

La consecuencia de esta realidad, hasta el momento, ha sido el cierre de más de 1500 pequeñas y medianas empresas y las perspectivas para las que aún están sobreviviendo no son nada halagüeñas (cuando el consumo de pollo sigue siendo positivo en nuestro país).

Por esta razón, en una reunión sectorial celebrada por la mencionada organización de ganaderos, ésta ha advertido que va a “tomar cartas en el asunto”.

Por una parte, los productores plantearán al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, así como a la patronal avícola, un acuerdo marco para el sector del pollo y “trabajar en una Ley de integración que deje claras las obligaciones de la industria y los ganaderos”. Por la otra, la UPA ha indicado al sector que intensificará la presión sobre las poderosas empresas integradoras para que repartan más justamente el margen de la cadena productiva, porque, según ella “en la situación actual, los márgenes se los quedan las integradoras y la gran distribución”.

No es una situación nueva, sino que se repite regularmente en nuestro sector agrario y lo que se requiere es una reformulación profunda de las cadenas de producción para convertirlas en verdaderas cadenas de valor donde, en todos los eslabones de la mismas, rija el principio de “ganar – ganar” aunque ello sea a costa de ir a verdaderos justiprecios.