La compleja realidad del sector cunícola español

He esperado pacientemente a que el precio medio del mercado español para el conejo joven se reactivara un poco (semanas 29 a 33/34; aunque continúa estando por debajo del coste real de producción, según la contabilidad analítica aplicada para su estimación) y a que pasara “el efecto protesta”, con el fin de que no se me pueda acusar de “hacer leña del árbol caído”.

Analizando el sector con objetividad y desde una perspectiva económica, creo poder afirmar que a lo largo de las últimas 155 semanas, apenas en 25 de ellas el precio del mercado ha estado ligeramente por encima del coste real de producción (que estimo alrededor de 1,80-1,82 euros/kg PV a pie de granja). A ello contribuyen, y mucho, factores como la devaluación del valor de la piel, el descenso del consumo, el exceso de producción (mala relación oferta-demanda), la competencia de otras carnes “blancas” y la situación del sector en Francia e Italia.

La pregunta, claro está, es ¿cómo “sobreviven” los cunicultores ante esta demencial situación?

La respuesta es muy sencilla; aparte de intentar aplicar la economía de escalas y de luchar, día a día, por mejorar la relación costes/calidades de sus producciones, intentando cubrir por lo menos los costes variables (lo que no siempre consiguen sea dicho de paso).

Dejan para mejor ocasión atender a los costes fijos y se olvidan de la palabra “beneficio” (que, en general, no suele estar en su vocabulario; muy penoso, pero cierto). Se trata, en la inmensa mayoría de los casos, de ganaderos absolutamente vocacionales; igual de vocacionales como lo son los técnicos que les atienden.

La primera consecuencia de esta realidad, que no se circunscribe a las semanas mencionadas, es que de las 7.000 explotaciones cunícolas con que contaba España en el año 2005 (de ellas, unas 5.000 en estado de alta) hemos pasado, en el año 2016, según mis estimaciones, a unas 3.000. En este marco es paradigmático el caso de Cataluña. Esta CC.AA. ha pasado de tener más de 3.000 explotaciones en el mencionado año 2005, a tener en la actualidad menos de 1.000.

En cuanto a la producción (entendida como producción total, incluyendo el autoconsumo y el consumo rural) estimo que habremos pasado de unas 70.000 toneladas en el año 2005 (consumo per cápitaalrededor de 1,5 kg anuales) a unas 60.000 toneladas/año actuales (lo que viene a suponer un consumo per cápita de 1,2-1,3 kg anuales; menos de la mitad de lo que era en España este consumo en el año 2000).

La razón de esta realidad, como suele ocurrir en ganadería, es compleja y multifactorial.

Por una parte se ha perdido el hábito de consumo en el Canal Horeca y en la gran mayoría de las “familias urbanas”; ello significa, lamentablemente, que los niños y los jóvenes (los futuros demandantes directos) desconocen esta excelente carne; por otra parte, el conejo se ha convertido en un importante “animal de compañía” (y prácticamente nadie se come a una mascota; lo he constatado reiteradamente).

Paralelamente, las carnes sustitutivas, como ya lo he mencionado, le han ganado claramente la partida (léase las carnes aviares y, parcialmente, la de porcino) y, no por último, no existe, tampoco aquí, una cadena de valor (aunque constato que muchos siguen sin enterarse y continúan hablando y escribiendo sobre ella).

Por todo lo expuesto, como anticipé públicamente en su momento, era para mí evidente que la manifestación de los cunicultores del pasado 27 de julio 2016 en Valladolid, no iba a tener, con una visión medioplacista, éxito alguno.

Las posibles soluciones para este sector discurren, en mi opinión, como lo he manifestado reiteradas veces, por otros derroteros.

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid.