KNOWMAD

AXON COMUNICACION, ANTONIO PALOMO YAGUE, KNOWMADKNOWMAD por Antonio Palomo Yagüe

Algunos se acordarán de la película ganadora de tres recientes 93º premios Oscar 2021 de la Academia de Cine de Hollywood (película, dirección y actriz) dirigida además por la asiática nacida en Beijing Chloé Zhao, la segunda mujer en la historia en recibir la preciada estatuilla a la mejor directora después de la que recibió Kathryn Bigelow en 2009 por “En tierra hostil”. Su película Nomadland fue censurada en su propio país por sus declaraciones, en las que mencionó que cuando era adolescente, China era un lugar en el que las mentiras estaban por todas partes. Personalmente no soy quién para opinar al respecto, aunque si conozco Beijing y he participado en algún foro científico en aquel país con 1.443 millones de habitantes, además de estar constantemente analizando la evolución de su producción porcina, que en su conjunto en el continente asiático supone el 50% de todos los cerdos del mundo, que casualmente coincide con la mitad de los 7.700 millones que actualmente habitamos este planeta. El descenso drástico de la producción que provocó el virus de la peste porcina africana en los últimos cuatro años, mermando su censo a la mitad, dio lugar a un incremento masivo de las importaciones de carne de porcino, principalmente desde nuestro país como gran y eficiente productor, que en estos momentos se están viendo reducidas por la recuperación de su cabaña, y por lo tanto impactando negativamente en el precio del porcino. Según anunció el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de China en el mes de junio estaban ya en el 98,4% de los niveles productivos que tenían en 2017, antes de la llegada de la peste porcina africana. No obstante, la analista de Rabobank Christine McCracken dijo en el reciente Worl Pork Expo de Iowa (8-10 junio) que tener certeza de los censos de la industria porcina de China es difícil debido al hermetismo con el que tratan la información, y que los datos de los precios de los cerdos y la carne ahora en China, son indicadores de que su mercado aún es volátil. Esto si son causas y justificaciones más que suficientes para entender dicha evolución, y no tanto la osadía e ignorante atrevimiento, quizás por ello, de las declaraciones de un tal menistro Garzón, que diría nuestro popular actor Paco Martínez Soria. El film Nomadland basado en gente real y rodado durante 5 meses en siete estados americanos habla de los workampers, nómadas que recorren Estados Unidos en caravana buscando trabajo y que viven en sus vehículos. Creo importante diferenciar la necesidad de la ociosidad en este punto, ya que también está de moda viajar con autocaravanas, sin ir más lejos el modo que ha preferido mi hija mayor la semana pasada para tomarse unas breves vacaciones por Santander y Asturias, de donde proceden algunos buenos compañeros de profesión. Dedico especialmente esta columna al colega de Santoña, a quien agradezco su amistad.

Nomadland está inspirada en el libro de la periodista estadounidense Jessica Bruder titulado “País Nómada: Supervivientes del siglo XXI”. La protagonista, una mujer viuda llamada Fern, e interpretada por Frances McDormand, una vez que se queda sin trabajo debido a la crisis económica del 2008, decide viajar y vivir en una caravana buscando trabajo, cual nómada, entendiéndose por nómada a aquel individuo de un pueblo o una tribu que está desplazándose constantemente, en cuyo caso puede definir lo que está siendo mi vida profesional, que bien refería mi Madre al decirme aquello de que: ”mientras vas y vienes no falta gente en el camino” y remataba Antonio Machado con aquello de: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Claro que si nos vamos a la definición de la RAE en la que nómada es el que va de un lugar a otro sin tener residencia fija, lo cual ya no sería mi caso, qué si la tengo, y es mi paraíso familiar particular. Si nos vamos a los sinónimos de nómada tenemos ambulante, errante, vagabundo y transhumante, y como antónimo sería sedentario. Mirándolo así casi prefiero ser nómada, para lo que me apoyo en lo que decía Pablo Coelho: “el que viaja sabe que siempre es necesario partir un día, la vida es un viaje constante”. Todos saben lo que supone quedarse en la zona de confort. La semana pasada visitaba una granja a cinco horas de viaje, en la que comenzamos a trabajar hace dos años, y en la que logramos mejorar la fertilidad más de 20 puntos y la productividad numérica por cerda presente en un 30%. Todos podrían pensar que debemos estar muy satisfechos, pero la realidad es que nos fuimos de la granja tristes al comprobar la actitud sedentaria del equipo humano que ya creía haber superado sus expectativas, pero que aún están lejos de la excelencia.

La zona de confort suele quedar bastante alejado de la zona de excelencia, que también se conoce como zona de dis-confort y que tiene como eje principal el esfuerzo frente a la complacencia. La excelencia es una virtud, un talento o cualidad que sobrepasa las normas ordinarias. Para nada estoy en desacuerdo con quien decide no salir de su zona de confort, siempre y cuando así lo admita en toda su extensión. Mis Padres me enseñaron que “existen personas que cuanto menos hacen menos quieren hacer y más tener, al tiempo que cuando decida pedir algo a alguien me dirija a una persona que esté muy ocupada, ya que el vago vaga”. Y que razón tenían, solo tenemos que irnos al término que les define como personas con poca disposición para hacer algo que requiere esfuerzo o constituye una obligación, especialmente trabajar. Por eso, aquellos a los que nos gusta tener obligaciones y responsabilidades preferimos ser vagabundos en una sociedad sedentaria a la que el sociólogo alemán Ulrich Beck llama “La sociedad del riesgo global”. Vagabundo viene del latín vagabundus del verbo vagor, que no vago, y en caso contrario pueden preguntar a los primeros nómadas africanos de hace 100 mil años que precisaban de tal actitud para buscar sus fuentes de alimentos y condiciones climáticas favorables para su supervivencia, y que, gracias a sus desplazamientos hacia Oriente Medio, Asia, Europa, América y Oceanía, hoy podemos entender nuestro mundo como tal. Actualmente la población nómada efectiva se estima en 30 millones de personas en nuestro planeta, algunos de los cuales a buen seguro conocen: beduinos árabes, esquimales Groenlandia, Nunak de Colombia, poblaciones etnia gitana o el pueblo chichimeca de México. Apuntar, que su dieta la conforma un 40% la proteína de origen animal, donde el reparto del alimento evita la exclusión social o incluso les permite socializar con otros pueblos nómadas. Ya podrían aprender algunos de esos que se manifiestan en contra de dichos alimentos en nuestro entorno rural, al cual solo van a pasar el rato, sin socializar con los lugareños. A ver si es que una cosa guarda relación con la otra.

Definitivamente prefiero ser un Knowmad, un nómada del conocimiento, término creado por el profesor de la Universidad de Minnesota Dr. John Moravec para referirse a los trabajadores nómadas del conocimiento y la innovación. Dicho neologismo combina las palabras know y nomad (Knowledge nomads). De las habilidades de los knowmad me gustan especialmente sus competencias para resolver problemas desconocidos en contextos diferentes siendo adaptables a diferentes contextos y entornos, donde utilizan la información y generan conocimientos con un sentido socialmente constructivo. Otras cualidades, no menos loables de los nómadas del conocimiento, que les identifican, son no tener límites geográficos, ser conscientes del valor de la libertad de acceso a compartir la información, experimentar constantemente y aprender de forma permanente durante toda la vida de forma tanto formal como informal. Lo bueno es que los knowmad no están limitados a una edad concreta, y cualquiera podemos ser errantes del conocimiento, a lo que animo a todos y cada uno de ustedes, tenga la edad que tenga y vivan donde vivan. Esto si que forma parte de una sociedad inclusiva, entendida como aquella en la que cualquier persona puede llevar a cabo un proyecto de vida independiente y participar plenamente de la vida cultural, económica, política y social con igualdad de oportunidades en relación con el resto de los miembros del grupo social.

“No tenía miedo a las dificultades: lo que le asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significa abandonar otros”. Paulo Coelho de Souza (1947) Escritor brasileño

Por Antonio Palomo Yagüe

Date de alta y recibe nuestro 👉🏼 Diario Digital AXÓN INFORMAVET ONE HEALTH