FAO y U.E. unidos en dos temas de la máxima actualidad: el desperdicio de alimentos y el control de los antimicrobianos
A finales de la semana pasada, el Comisario de Salud y Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea, el señor Vytenis Andriukaitis, y el Director General de la FAO, el señor José Graziano da Silva, acordaron incrementar la colaboración entre ambas organizaciones para abordar tres temas de la máxima actualidad: el problema de los desperdicios, la inocuidad alimentaria y la resistencia a los antimicrobianos en las cadenas de suministro alimentario, dado que existen numerosas oportunidades para aprovechar en forma estratégica el conocimiento y los recursos de ambas organizaciones.
En la nueva declaración de intenciones firmada, la FAO y la U.E. – 28 se han comprometido a trabajar conjuntamente para reducir a la mitad el desperdicio per cápita de alimentos en el año 2030, constituyendo el objetivo fijado en la nueva agenda global de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (hay que tener en cuenta que, a nivel mundial, un tercio de todos los alimentos destinados al consumo humano -1.300 millones de toneladas- se pierden o desperdician cada año, provocando enormes pérdidas económicas y derrochando recursos naturales. Sólo en Europa, se desperdician unos 88 millones de toneladas de alimentos cada año, con unos costes asociados cifrados en 143.000 millones de euros, según las estimaciones de la propia Unión Europea.
También se pusieron de acuerdo en intensificar significativamente la cooperación para frenar, en las explotaciones pecuarias y en los sistemas alimentarios, la propagación de la resistencia a los antimicrobianos (AMR, por sus siglas en inglés). La realidad es que, de acuerdo con los estudios científicos disponibles, el abuso de medicamentos antimicrobianos en la sanidad humana y animal ha contribuido al aumento del número de microbios patógenos que son resistentes a los medicamentos utilizados en su tratamiento, como los antibióticos.
Ello tiene como consecuencia que la AMR sea realmente una amenaza creciente que, de acuerdo con una serie de estudios realizados, se estima que en el año 2050 podría ocasionar la muerte de hasta 10 millones de personas al año y pérdidas para la economía mundial de más de 100 millones de dólares.
Además de los riesgos para la salud pública, la AMR tiene consecuencias para la seguridad alimentaria, al ser un obstáculo para el bienestar económico de millones de familias vinculadas al medio rural en todo el mundo.