El tsunami de odio irracional que emana de quienes dicen ser, sin ser, animalistas y/o veganos

Mis casi cinco décadas como profesional de la docencia, básicamente en el ámbito universitario y empresarial, me han convencido plenamente de lo muy acertado de aquel viejo adagio que dice: “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, ni hay peor sordo que aquél que no quiere oír”. Y yo le añadiría: “no hay mayor descerebrado que aquél que no quiere entender, ni más irracional que aquél que sólo sabe odiar”.

Viene todo esto a cuento porque un muy buen amigo mío, también Catedrático del Área de Conocimiento Producción Animal, me acaba de remitir el video titulado “el animalismo del odio” que ha grabado el señor Frank Cuesta, que está pasando por un momento personal que no deseo yo ni a mi peor enemigo.

El señor Frank Cuesta, que siempre se ha declarado amante de los animales y de su bienestar, ecologista y antitaurino (lo cual, obviamente es absolutamente entendible y respetable ¡faltaría más!), está recibiendo (y también su familia), a través de las redes sociales, un tsunami de insultos, difamaciones, descalificaciones y ataques, a raíz de unas fotos suyas en las que aparece en una plaza de toros con motivo de los programas que está haciendo para la televisión sobre el Ganado Bravo. En estos programas, si lo he entendido bien, se va a tratar básicamente de buscar poner de manifiesto la positiva interacción del Ganado Bravo con el medioambiente y su aportación al equilibrio ecológico de la dehesa.

En su video, el señor Cuesta habla de odio, de intransigencia, de falta de tolerancia, de carencia de educación y de respeto y de lo que más me ha impresionado: habla de un “movimiento de odio”, que nace de quienes se autodenominan animalistas y veganos, obviamente sin serlo.

Y estoy absolutamente de acuerdo con el señor Cuesta, porque estoy totalmente convencido de que los verdaderos animalistas (que, en mi opinión, al margen de la definición de la RAE, son personas que aman a todos los animales y defienden sus derechos zootécnicos, amén de procurarles protección frente a todo tipo de lo que ellos consideran abusos) y los verdaderos veganos (que son personas que no ingieren ni utilizan alimentos y productos de origen animal), además de ser personas dignas del mayor de los respetos, son personas que generan, a partir de la educación, el respeto y la tolerancia hacia quienes no comparten sus “filosofías de vida”, un movimiento de amor hacia los animales y hacía la vida misma, estando siempre en las antípodas del odio, del insulto, de la descalificación y/o de la difamación.

Lamentablemente, el mencionado “movimiento del odio” a quien primero y más perjudica, al margen de quién sea objeto del mismo (y de ello también podría hablar en primera persona) es a los propios animalistas y veganos de pro; los verdaderos animalistas y veganos, personas formadas, educadas y respetuosas (conozco a bastantes), que ven cómo los títulos que los definen se ven prostituidos, por los “falsos animalistas y los falsos veganos” y sufren su arrastre al fango de las más abyecta irracionalidad.

Concluyo: mi sincero apoyo al señor Frank Cuesta y a todos los que sufren este “movimiento del odio” y a todos los verdaderos animalistas y veganos (entre los que, como es bien sabido, no me cuento) porque ellos, que hacen aportaciones muy importantes y positivas a la vida y al mundo de la producción animal, también son víctimas de este “movimiento del odio”.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.

Profesor Emérito.

Universidad Politécnica de Madrid.