El semáforo de los nutrientes

Hace unos años la empresa Eroski tomó la iniciativa de informar de las principales características nutricionales de sus productos mediante unas referencias de colores; estos colores imitaban a las luces de un semáforo y pretendían informar de una manera muy gráfica de si un producto era rico en azúcares o en grasas (en este sentido, indicar que en estudio realizado por Drescher et al., publicado en la Revista Internacional de Estudios de Consumo, puso de manifiesto que las etiquetas semáforo al destacar a los productos bajos en grasa generaban un aumento de la intención de compra por parte de los consumidores.

Sin embargo, el mismo estudio señalaba que este tipo de etiquetas lo que hace es desviar la atención que se presta, por ejemplo, a las etiquetas orgánicas, lo que disminuye la intención de compra de este tipo de productos).

Ahora, seis grandes multinacionales han anunciado que imitarán este sistema semáforo en el etiquetado de sus productos, con el fin de facilitar la comprensión de la información nutricional. Sin embargo, los expertos dudan de que las etiquetas fundamentadas en el nuevo semáforo de nutrientes resulten realmente útiles para el consumidor (un producto alto en grasas mostrará un círculo rojo para este nutriente, mientras que si es reducido en azúcar será verde el color que se indique).

El primer inconveniente que surge, como bien ha indicado la OCU, es que el semáforo se aplica a la información nutricional por ración, concepto que es manifiestamente arbitrario y que varía de una marca o producto a otro. Con ello, el consumidor no puede comparar dos alimentos del mismo sector.

Mucho más adecuado sería que el “etiquetado semáforo” se aplicase tomando como base referencial 100 gramos o cada 100 ml, que es el valor comparable y no por ración. Es más, como también se ha indicado, las empresas pueden modificar la dimensión de la ración para que el semáforo muestre lo que suele desear el consumidor: la luz verde (precisamente por ello, para los especialistas en esta temática, la clave está en definir correctamente el tamaño de la porción y los valores que marcan los límites entre un color y otro, según el nutriente de que se trate y el alimento en cuestión).

Los expertos temen que, al final, el productor use el semáforo nutricional para su propio beneficio, de forma que pueda ajustar las cantidades que asigna a las porciones para que salga verde en los nutrientes que quiere que salga verde. Como afirma don Miguel A. Lureña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos: “por ejemplo, podríamos encontrar el caso de un paquete de galletas con casi todos los indicadores en verde cuando en realidad muchos de ellos deberían estar en amarillo o rojo. El truco está en la cantidad que el fabricante entiende como una ración. Si supone que una ración son solamente tres galletas, obtendrá este semáforo tan saludable”.

Abundando en el tema, otro de los grandes problemas que tiene el “etiquetado semáforo” y que más dudas suscita en Beatriz Robles, consultora y tecnóloga de los alimentos, es el hecho de que el consumidor se fije en los nutrientes por separado y no en el alimento en su conjunto.

Aunque, a priori, pueda tratarse de una buena estrategia de marketing destinada a lograr fidelización y cuota de mercado, puede muy bien suceder (como ya sucedió y se ha expuesto) que lejos de esclarecer y facilitar realmente la comprensión de las etiquetas, pueda generar confusión y conducir a decisiones erróneas en el momento de comprar y escoger productos; por estas mismas razones España ya rechazó el «semáforo nutricional» que aplica Reino Unido para clasificar los alimentos por su contenido en grasa, azúcar o sal; como ya expuso acertadamente entonces (año 2016) nuestra Ministra: «este modelo puede llevar a la paradoja de que el aceite de oliva, por ejemplo, que es aceite y por lo tanto su contenido de grasas es importante, tenga una etiqueta que no le corresponde, cuando están científicamente probadas sus bondades para la salud”.

Por su parte, las cooperativas y los productores europeos, agrupados en el COPA-COGECA, también han mostrado su rechazo frontal a esta iniciativa conjunta de las 6 multinacionales, porque, a su juicio, puede engañar a los consumidores al trasmitir un mensaje equivocado sobre una dieta sana, nutritiva y equilibrada.