El precio del huevo, ¿equilibrio entre oferta y demanda?
El sector del huevo español se agita en estas últimas semanas por la tensión que vive el mercado europeo. La reducción de la oferta en las semanas prenavideñas, el momento de mayor demanda de huevo de todo el año, genera un síndrome de escasez que ha originado una escalada creciente de precios.
La razón de la menor producción de huevos en la UE es la acumulación de los casos de contaminación por el insecticida fipronil, detectado a finales de julio en granjas de Holanda y Bélgica y que afecta ya a más de 600 granjas en 24 países de la UE. Las granjas contaminadas no están produciendo huevos y se chequean periódicamente. Las autoridades competentes autorizarán la entrada de gallinas a medida que desaparezca el fipronil, que es bastante persistente.
En España, no ha habido ninguna explotación contaminada, por lo que nuestros productores están en el punto de mira de los operadores comunitarios, que diariamente solicitan huevos de España. Lamentablemente, la producción no puede crecer para atender esta demanda repentina y los precios aumentan en el mercado comunitario.
Italia sufre especialmente esta crisis, que afecta, según la asociación Assoavi, al 10% de su producción. A los casos de fipronil detectados en sus granjas, se suman los de influenza aviar declarados en el norte del país. Y, para completar la tormenta perfecta, muchos detallistas del norte de Italia han decidido no comercializar huevos de gallinas en jaulas y en suelo, los sistemas mayoritariamente empleados en Italia, y tienen dificultades para mantener abastecidos los lineales.
La subida de los precios ante esta situación se nota más en los canales de industria y exportación que en el mercado de los huevos de mesa, los que llegan a las tiendas. Entre otras cosas porque aquí no opera la ley de la oferta y la demanda, dados los desequilibrios de poder negociador entre las partes. La competencia entre las cadenas de la distribución por su cuota de mercado incide en la gestión de venta de alimentos básicos como el huevo, en su mayoría con marca del distribuidor y a precios bajos constantes, un gancho para atraer clientes. Unido a la dura competencia que también hay entre los productores, favorece que el precio de compra al proveedor apenas se modifique en la gran distribución, incluso en momentos como el actual.
La pregunta que toca hacer es si los operadores de la distribución alimentaria reconocerán la subida de precio en origen y pagarán más a sus proveedores de huevos, dado el coste de oportunidad que estos asumen al dejar de vender en el mercado europeo.
Los productores confían en aprovechar la coyuntura favorable del mercado para reducir las cargas financieras de los últimos años y afrontar nuevos retos. La adaptación de las granjas a la Directiva de bienestar implicó importantes inversiones y, ahora, la distribución anuncia cambios en los sistemas productivos que obligan a nuevas y costosas transformaciones en pocos años.
No parece por ahora que quienes exigen esos cambios estén facilitando el camino a sus proveedores con sus políticas de precios de compra de huevos. Quizás, habría que preguntar a sus departamentos de responsabilidad social corporativa si esta situación es justa y si es sostenible.
María del Mar Fernández
Ingeniero Agrónomo
Directora de ASEPRHU.