El inicio del Imperio Chino y el futuro “Imperio del TTIP”

Permítaseme, por favor, empezar este pequeño comentario de una forma no demasiado ortodoxa. Verán: cuenta la historia, fuente de sabiduría (para quién la estudie, claro), que fue allá, por el año 211 a.C., cuando en China el soberano del Reino de Qin, después de lograr derrotar a todos sus enemigos, fundó un imperio realmente inmenso que, con más o menos dificultades y con mayores o menores alternativas, se mantuvo prácticamente hasta el año 1911.

Elevado el mencionado soberano al rango de Emperador fue divinizado como Tianzi (que significa “Hijo del Cielo”) y fue reconocido como mediador entre el poder humano y las fuerzas divinas. Esta posición socio-política tan compleja hizo que sus súbditos considerarán que la prosperidad y la abundancia del Imperio eran un reflejo de su capacidad intelectual, de su competencia y de su rectitud moral; por el contrario, si se hubiera tratado de un mediador torpe, poco competente y no ejemplarizante, el Imperio se hubiera visto sometido a notables carestías y a importantes calamidades.

Pues bien, unos 2.225 años después nos encontramos, desde mi perspectiva, ante la cercana creación del “Imperio del TTIP”. Un imperio comercial UE-USA basado precisamente en la firma del TTIP en una situación similar a la que marcó los inicios del Imperio Chino.

Pero, lamentablemente, en nuestro caso, y en lo que atañe al sector primario (al agrario), con un equipo negociador por parte de la UE (al que identifico aquí como la figura de “nuestro emperador”) manifiestamente torpe (ignoro si voluntaria o involuntariamente), poco ineficiente y poco competente (no sé si por ignorancia u obligado por las presiones de los lobbies y/o de otros sectores de actividad económica de la UE y/o de USA) y desde luego, en absoluto ejemplarizante.

Como consecuencia de todo ello y siempre en mi opinión, de no cambiar radicalmente su forma de mostrarse y de actuar (por ejemplo, sacando a nuestro sector de las negociaciones, -para mí la solución menos mala al día de hoy- o estableciendo el mismo -remarco “el mismo”- modelo regulatorio para las dos partes), al sector agrario de la Unión Europea le espera una época de importantes calamidades y de notables carestías.

Fíjense, por favor: ha concluido la 12ª ronda de negociaciones y estamos en el mismo punto de “estulticia técnica” del principio; estulticia que tantas veces he denunciado (y han denunciado los sectores y muchos expertos). En realidad, objetivamente hablando, estamos peor porque se va consolidando un absurdo.

Aceptar un acuerdo sustentando en el mantenimiento de las enormes diferencias existentes entre los dos modelos regulatorios (UE versus USA) ubica a los agricultores y a los ganaderos de la Unión Europea, con una visión a corto-medio plazo y hablando siempre en términos generales, en una posición de manifiesta indefensión.

Una situación que no dudo de calificar de muy injusta, totalmente inmerecida y absolutamente inaceptable. Y, desde luego, que no me vengan con milongas. A medio plazo-largo plazo los periodos transitorios, las cuotas de importación y las zarandajas similares no sirven absolutamente para nada.

¿Es que “nuestro emperador” no se quiere ilustrar acerca de cómo ha negociado Canadá en el ámbito del TTIP? Igual aprendía algo útil para el tema que aquí nos ocupa.

Si finalmente se firma, bajo las actuales premisas el TTIP el daño que se generará a nuestro sector primario será realmente importante y, además, irreversible.

Mucho me temo que, con toda la razón del Mundo, los norteamericanos (y los demás firmantes del TTIP) podrán aplicar, a los súbditos de la UE, aquel viejo adagio que dice; “salieron del lodo y cayeron en el arroyo”.

¡Vayamos tomando nota!

Carlos Buxadé Carbó
Catedrático de Producción Animal.
ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas.
Universidad Politécnica de Madrid.