El exitoso ejemplo del sector cárnico español
Al sector cárnico español se le puede calificar como un “sector exitoso” en el seno de la actividad económica española. Actualmente, es el cuarto motor industrial de la economía española y determina que nuestro país figure entre los mayores productores de carne a nivel mundial.
Esta realidad no es casual, sino que es el resultado palpable de aplicar a nuestros productos los altos estándares de calidad y control exigidos por la normativa tanto estatal como europea. Como tantas veces se ha dicho, la mencionada exigente legislación se ha traducido, en los últimos años, en un crecimiento de la exportación cárnica española, tanto a los otros Estados de la Unión Europea como a Terceros Países, que son conocedores de la calidad de nuestros productos y de la correcta aplicación de las exigencias normativas, lo que constituye sus señas de identidad. En general, hablamos de los altos requisitos exigidos en la Unión Europea – 28 en lo que atañe a las actividades comerciales en este ámbito, sobre todo en lo referente a la salud pública, salud animal e higiene en toda la cadena alimenticia, desde la granja hasta la mesa (lo que se conoce como trazabilidad, un aspecto que es fundamental en el seno de la legislación de la U.E.).
El cumplimiento de estas complejas condiciones de salubridad en las carnes es condición sine qua non para poder obtener las pertinentes autorizaciones. Hay que señalar aquí que los procesos de expedición difieren en función de si los destinos exigen requisitos equivalentes a los establecidos en la Unión Europea o si añaden, como no suele ser inhabitual, otros requisitos no contemplados específicamente a nivel europeo. En este caso, los exportadores deberán acreditar ante el control oficial que cumplen estas condiciones exigidas por el país que va a importar la carne generada en la U.E. o, concretamente, en España.
En este sentido, resulta paradigmático en España el sector porcino de capa blanca, el más importante en el seno de la producción cárnica española. Él solo consiguió superar, en el pasado año 2017, los 5.000 millones en valor de sus exportaciones. Paralelo a este dato está el crecimiento generalizado de la industria cárnica española en el exterior.
Hablando de España, uno de los requisitos fundamentales a los que se enfrentan los operadores que exportan carne española es el de la certificación veterinaria de exportación, cuyas bases se modificaron en el año 2014 por medio del Real Decreto 993/2014, como ya se ha comentado en esta misma tribuna en alguna oportunidad. El mencionado Real Decreto introduce nuevos requisitos en la gestión de estas exportaciones que se comenzaron a exigir a partir del mes de marzo de 2016. Por mor del mismo se establecen certificados (tanto específicos para Terceros Países que exijan determinados requisitos adicionales a los exigidos por la Unión Europea, como genéricos). El objetivo que se persigue es garantizar el cumplimiento de las condiciones marcadas en lo referente a la salud animal y se establece también, cuando los Terceros Países de destino demandan requisitos concretos a los exportadores, que las empresas españolas implicadas implanten un sistema de autocontrol específico auditado por un organismo independiente.
En la práctica, son los Servicios de Inspección Veterinaria en Frontera los encargados de realizar los pertinentes controles documentales, de identidad o físicos, según proceda, para verificar el cumplimiento de los requisitos exigidos en el certificado veterinario de exportación solicitado, amén de la preceptiva correspondencia de la mercancía con los datos suministrados en la solicitud, su estado general o cualquier otra comprobación que sea precisa.
Como se puede comprobar, el exitoso ejemplo de nuestra industria cárnica es el resultado, como no podía ser de otra manera, de mucho trabajo bien hecho, mucho esfuerzo a lo largo de toda la cadena y de mucha profesionalidad por parte de todos.