El Brexit y el sector cárnico de la Unión Europea

Una de las cuestiones que está surgiendo actualmente, en muchas de las reuniones profesionales que están teniendo lugar y en las que participo activamente (por ejemplo, en la reunión que organizó ASOPROVAC en Toledo el jueves pasado) es el de la consideración de las consecuencias que puede tener el Brexit para el sector cárnico de la Unión Europea.

Antes de entrar en esta cuestión, que es matricial (es decir, que presenta más incógnitas que posibles ecuaciones que las solucionen), hay que señalar que la caída del valor de la libra esterlina frente al euro (y al dólar) es, con toda probabilidad, uno de los factores más a tener en cuenta por su impacto económico directo para los británicos, pero también para el resto de la actual Unión Europea.

Pensemos aquí a nivel global, por ejemplo, en el cuadre del presupuesto comunitario del año 2017 con una libra esterlina devaluada y, en el Estado disidente, consideremos su influencia en el poder adquisitivo real de los consumidores británicos frente a los productos cárnicos importados (lo que puede determinar perfectamente una caída significativa en su consumo). Lógicamente, esta devaluación tendrá, tiene, su efecto sobre productos tales como muchas materias primas para la alimentación animal o los combustibles lo que puede modificar sustancialmente el actual “cuadro de consumo británico”.

Por otra parte, una caída del valor, una devaluación, de la libra esterlina determina, está determinando ya, una mayor competitividad de los productos británicos en el mercado comunitario y, por supuesto, en el mercado de Países Terceros (no se olvide que Gran Bretaña no tiene al euro como moneda nacional).

Actualmente, el Reino Unido viene a adquirir anualmente de la Unión Europea y de Terceros Países un 45 por 100, aproximadamente, de toda la carne que consume; consecuentemente, tanto la industria cárnica británica como los propios consumidores dependen, en un porcentaje importante de sus necesidades (utilización interior total (U.I.T.)), de fuentes externas de aprovisionamiento. En ellas, juega un papel destacado el mantenimiento y la estabilidad de las mismas (y en este sentido no es lo mismo pertenecer a la U.E. que depender de Terceros Países).

No se minusvalore la importancia que dan los consumidores británicos a la seguridad alimentaria, que incluye, lógicamente, no sólo la continuidad sino también la calidad de la misma que Gran Bretaña, en el seno de la Unión Europea, insisto, la tiene prácticamente asegurada.

Obviamente, el Brexit (de llevarse a término y personalmente sigo teniendo dudas, especialmente en los que se refiere a Irlanda del Norte y a Escocia) puede dar lugar perfectamente a un importante incremento de las medidas proteccionista de Gran Bretaña, lo que, indiscutiblemente, perjudicaría notablemente a los Estados de la U.E. – 27, generando un impacto muy significativo en varios órdenes.

La magnitud real del mismo dependerá, lógicamente, de los acuerdos bilaterales (Unión Europea – Zona disidente) a que se logre llegar en esta compleja materia (a tener en cuenta aquí que las negociaciones se pueden prolongar perfectamente dos años, generando, casi seguro, un significativo aumento de las incertidumbres, con el consiguiente efecto negativo sobre el consumidor y sobre su confianza hacía los productos cárnicos).

En definitiva, es muy difícil prever cuáles serán las consecuencias finales del Brexit sobre el sector cárnico de la Unión Europea, pero, desde mi punto de vista, el mismo no le favorecerá (y habrá que ver si finalmente favorece al sector cárnico británico; personalmente… lo dudo).

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid.