Bioseguridad en el transporte de animales

El sector ganadero y cárnico español es, sin duda, uno de los pilares de nuestra economía; tanto en la demanda interior, como, cada día más, en nuestras balanzas comerciales con la UE y con terceros países; hecho que, en la actualidad, no sorprende a nadie y que, desde luego, todo el mundo pone en valor.

De manera indirecta, esta actividad genera riqueza, empleo, arraigo rural y también desarrollo e innovación industrial, mediante insumos necesarios para la producción ganadera (piensos, medicamentos, etc.) y para la producción industrial de carne y su distribución (servicios, transportes frigoríficos y un largo etcétera), algo también indudable y destacable.

Pero, de todas estas actividades, hay una en concreto que “pasa de puntillas”, no sólo para el sector sino también para cualquier analista, miembros de las AAPP o “público” en general, y que es un proceso totalmente necesario y obligatorio para el sostenimiento de toda la cadena: el propio transporte de los animales, tanto para vida como para sacrificio, pero que también tiene connotaciones negativas y, por supuesto, riesgos que pueden impactar en todo el sector en general.

En la situación sectorial actual, la seguridad y este concepto no tan nuevo, al menos en su significado, es fundamental para mantener nuestro mercado activo en estos niveles. Como es sabido ya por todos, el transporte de animales tiene especial repercusión sanitaria; sobre él recaen infinidad de normas relacionadas con la mercancía y con los procedimientos de carga, descarga, aptitud, bienestar animal o bioseguridad.

Los vehículos de transporte de animales son, a priori, una vía frecuente de propagación de las enfermedades infecciosas. Por ello, la limpieza y desinfección de los vehículos para el transporte de animales vivos constituye una medida eficaz para la prevención y lucha contra estas enfermedades, pero no debe ser una obligación única del transportista, sino una obligación y compromiso de todo el sector en su conjunto y especialmente de Administraciones Publicas nacionales y autonómicas.

Por eso, es fundamental hacer un especial hincapié sobre los procedimientos y rutinas de todas las personas con algún vínculo en el transporte, tareas de encaminadas a sostener un estado sanitario óptimo en cargas, descargas, limpiezas y, por supuesto, desinfecciones, manteniendo en todo momento un criterio de prudencia en estas operaciones y atendiendo no sólo a las diferentes especies transportadas, sino también a la edad de los animales, a sus especificidades genéticas y a las variables que influyan en el correcto desarrollo de la actividad.

Dentro de un correcto programa de bioseguridad en toda la cadena de producción, el transporte de animales es un punto clave en la transmisión de patógenos y enfermedades, por lo que debe ser considerado por todos como tal y debe reducirse al máximo la subjetividad de las personas en el nivel de bioseguridad. Un camión ha de limpiarse y desinfectarse correctamente, siguiendo los protocolos establecidos y también con los mejores medios disponibles a tal efecto, esto es algo incuestionable. Otro debate sería la necesidad el de la existencia de más centros o en ubicaciones mejores o cualquier otra necesidad lícita y seguramente cierta del propio sector.

Las personas que realizan estas operaciones de transporte de animales, no sólo lo transportistas, sino ganaderos, industriales, etc., saben lo difícil que es mantener este nivel tan alto de bioseguridad; por ello, nuestra labor ha de ser recalcar que es todo el sector el que debe estar concienciado en este asunto, esforzarnos en integrar y converger entre la realidad y lo deseable, buscar soluciones y ayudar a sostener el sector ganadero y cárnico español.

 

Mario B. Gosálvez Martín.
Gerente de ANCOPORC y de ANTA.