El “baile al alza” de las materias primas

Esta misma semana acabo de sufrir un desagradable y serio “encontronazo profesional” porque se me ha acusado públicamente, en el marco de una importante reunión empresarial, de ser “una persona negativa en mi apreciación del futuro de nuestro sector, en este caso concreto, en lo que atañe a las materias primas” y creo que no es cierto.

Siempre intento, en mis comentarios y observaciones, permanecer objetivo y no “bailar el agua a nadie” (lo que muchas veces no está bien visto ni es rentable; es obvio).

Hace ya semanas que ando advirtiendo por activa y por pasiva, sin que se me haga mucho caso, siguiendo y apoyándome también en los acertados comentarios de mi “buen y sabio amigo”, Salvador Di Stefano, acerca de la precaria situación en que se encuentran actualmente algunas materias primas a nivel mundial, empezando por la soja y del “futuro tormentoso” que, en mi opinión, se avecina en el ámbito de las materias primas para la alimentación animal (futuro, que ya es presente).

Miren ustedes, nos guste o no, hay tres factores claves que están incidiendo en subida que anuncié hace semanas de la soja que, siempre en mi opinión, va a arrastrar a otras materias primas como el maíz, por ejemplo. Atención aquí a dos hechos: la cosecha final de maíz de Brasil (cuya agricultura tiene muchos problemas financieros, con un dinero con altas tasas de interés que van a subir más) y las decisiones de futuro que tomen los agricultores norteamericanos acerca de las siembras, temas realmente trascendentes.

Vamos con la soja. Por una parte está el creciente aumento de la demanda. En este sentido no es posible “poner puertas al campo” (y nunca mejor dicho). Por otra, el régimen de lluvias sufrido por Argentina (que la han colocado en el epicentro del problema y no se olviden las previsiones de un “año niña” muy intenso, con probables periodos de intensa sequía). Ello ha dado lugar a una pérdida de unos 9 millones de toneladas de soja (a las que hay que sumar las irregularidades climáticas del Hemisferio Norte). Por otra parte, hay una cantidad de soja nada despreciable también dañada (ello, para empezar, coloca en una posición compleja a los Estados Unidos que contaba con esta soja; es verdad que este país cuenta con un importante stock de soja, pero no es tan fácil movilizarlo de forma eficiente, eficaz y barata). Por último, no se minusvalore el hecho de que, a nivel mundial, hay una importante escasez de aceite de palma por lo que, como era de prever, está aumentando la demanda de aceite de soja (lo que añade incertidumbre cara al futuro, constituyendo un acicate para generar incógnitas y desencadenar un aumento de los precios).

Obviamente, las situaciones descritas pueden (y deben) incrementar, a corto-medio plazo, el protagonismo del girasol y de la colza, con todo lo que ello, a su vez, puede traer consigo.

Cierto es que en el Mundo hay elevados stocks de trigo que pueden ayudar a mitigar el problema (el trigo puede ser un sustituto para el aporte de proteína como bien sabemos), pero no estoy muy seguro de que ello incida de forma significativamente bajista en el contexto general.

Es posible que entremos en unas pocas semanas de relativa calma de los precios, pero la tendencia, creo, vendrá definida por una subida más o menos sostenida de los mismos, al menos, hasta la llegada a los mercados de la cosecha americana y entonces “ja veurem” (y atención también a las futuras políticas del Gobierno Chino).

En definitiva: parece claro que estamos inmersos en un “baile al alza de las materias primas” y de verdad que lo siento, pero esto es lo que hay.

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas.
Universidad Politécnica de Madrid.