El aumento de las temperaturas genera más demanda de agua por parte de los cultivos en regadío

Como es sabido, según la FAO, en los próximos quince años la producción de regadío deberá aumentar globalmente más de un 42 por 100 y más del 70 por 100 en el año 2050. Obviamente, si el cambio climático resulta ser una realidad, cumplir estos objetivos será enormemente difícil.

En este marco, el presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE), don Andrés del Campo, ha puesto de manifiesto, durante su participación en la Feria EFIAGUA de Valencia centrada en los regadíos y en el cambio climático, que los cultivos de regadío pueden llegar a incrementar entre un 10 y un 20 por 100 anual su demanda de agua, como consecuencia del impacto del cambio climático en su rendimiento natural, lo que exige poner en marcha medidas de prevención contra la sequía.

Según el señor del Campo, en un contexto donde la realidad climática trae consigo fenómenos cada vez más extremos, es necesario realizar embalses y trasvases inter-cuencas e intra-cuencas, siempre que sea sostenible y una vez superados los condicionantes económicos, sociales y medioambientales. Así se puede tener agua garantizada en los periodos de sequía, a la vez que se evitan los daños que producen las lluvias torrenciales”.

Esta afirmación no es baladí, dado que la realidad del aumento de las temperaturas máximas y la disminución generalizada de las lluvias están provocando que los cultivos intensifiquen su ciclo vegetativo, ya que el calor y la falta de agua aceleran su proceso de producción. En lo que llevamos de año en España ha llovido un 24,3 por 100 menos que el año pasado y la temperatura media ha subido del orden de los 1,4 grados.

La consecuencia de lo expuesto es que el reposo invernal de los cultivos no tiene lugar; los cultivos están continuamente en activo, aumentando considerablemente su demanda de agua; una realidad que obliga a poner en marcha un plan de medidas estructurales que permita a los agricultores actuar con anticipación ante el impacto negativo de la sequía tanto en el plano económico como medioambiental.

El ponente hizo especial hincapié en la necesidad de avanzar en la ejecución sostenible de obras  de regulación (embalses, trasvases inter-cuencas…) que permitan aumentar al menos en un 25 por 100 la capacidad de las reservas superficiales de agua para poder hacer frente a este aumento de la demanda. Avanzar en estas infraestructuras significaría disponer de agua para regar en los periodos de escasez, protegiendo esta actividad y, por tanto, garantizando el abastecimiento de alimentos de primera necesidad a una población mundial creciente.

Pero, paralelamente, los sectores ecologistas piden que se apliquen restricciones de agua al regadío como medida para paliar la sequía. Con ello estarían originando graves problemas  a una actividad intensiva que produce hasta seis veces más que el secano, lo que la convierte en aliada para conseguir paliar el hambre, uno de los objetivos de desarrollo sostenible planteados por la ONU.

FENACORE propone una serie de medidas tales como flexibilizar la cesión temporal de derechos del uso del agua entre cuencas y potenciar el uso temporal de pozos y aguas subterráneas en épocas de sequía, realizando recargas artificiales de acuíferos en los años húmedos para que existan recursos en los años de falta de lluvias. Con estas prácticas se podrá hacer un uso alternativo de  las aguas superficiales y subterráneas.

Paralelamente, es fundamental avanzar en la modernización de regadíos, teniendo en cuenta que ahora el objetivo es alcanzar una doble eficiencia: energía y agua. Cuanto más se avance en este sentido, menos agua se utilizará.

La modernización afrontada en los últimos años ha permitido que la demanda de agua para uso agrario caiga del 80 por 100 hasta el 63 por 100, situándose por debajo de los 15.000 hectómetros cúbicos anuales. En paralelo, también falta seguir invirtiendo en biotecnología para poder desarrollar cultivos con menos necesidades de agua y mayor tolerancia a las plagas.

Lo que es bien cierto es que la realidad climática actual está generando una serie de nuevos problemas que no siempre son fáciles de resolver.