El aire que respiramos en las granjas (I): polvo y bioaerosoles
En este sentido, existen tres maneras por las que las partículas de polvo pueden afectar a la salud humana y animal:
- Por la irritación del tracto respiratorio y la reducción de la respuesta inmunitaria a enfermedades respiratorias causadas por la inhalación de partículas de polvo.
- Por la irritación del tracto respiratorio a causa de determinados compuestos asociados a las partículas.
- Por la inhalación de microorganismos patógenos y no patógenos transportados por el material particulado. Los bioaerosoles generados en el interior de las explotaciones ganaderas contienen en su mayoría bacterias Gram positivas y componentes biológicos activos que se relacionan con reacciones tóxicas y procesos inflamatorios intensos (por ejemplo, endotoxinas y glucanos). También pueden estar relacionados con enfermedades infecciosas y zoonosis como campilobacteriosis, salmonelosis, fiebre aftosa, colibacilosis, influenza y enfermedad de Newscastle.
Si a esto le añadimos los efectos perjudiciales de las partículas de polvo en el medio ambiente (empeoramiento de la visibilidad atmosférica, absorción de la radiación solar e infrarroja en el ambiente, estrés vegetal y modificación de los ecosistemas), resulta imprescindible desarrollar estrategias técnicas y prácticas para reducir el polvo suspendido y los bioaerosoles y evitar su emisión al exterior de las granjas.
Las medidas de reducción abarcan desde medidas de aplicación sencilla como medidas de manejo o programas de bioseguridad y vigilancia; hasta medidas técnicamente complejas como la pulverización de aceites y/o desinfectantes, la ionización negativa, la filtración del aire de entrada/salida o la oxidación fotocatalítica, la radiación germicida ultravioleta y la ozonización.
María Cambra López
Profesora e investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología Animal
Universitat Politècnica de València