Cómo optimizar en la práctica la utilización de la genómica en la granja

Es una realidad que las ganaderías que apostaron por el genotipado de sus terneras obtienen hoy más progreso genético por vía hembra que por vía macho. Hasta ahora, esto parecía impensable, por la alta tasa de reposición necesaria en las explotaciones modernas y, en segundo lugar, por la imposibilidad de identificar de forma fiable las terneras con mayor potencial genético.

 

Afortunadamente, las nuevas herramientas de las que disponen los ganaderos han cambiado radicalmente esta situación, gracias a las evaluaciones genómicas y a su elevada fiabilidad podemos identificar tanto a las hembras con mayor potencial como a las que es menos interesante usar como reproductoras o incluso recriar.

Por otro lado, la mejora en los protocolos de trasferencia embrionaria o la mejora de los resultados del semen sexado permiten incrementar el porcentaje de terneras y, por tanto, hacer selección sobre las mismas, sin poner en riesgo la reposición necesaria para mantener el censo de la explotación.

Si la llegada de los toros genómicos en 2012 provocó el mayor salto en progreso genético de la historia, poco a poco, vamos teniendo datos de lo que ocurre en las ganaderías que comenzaron a genotipar de forma sistemática, al menos desde 2014. Y estos resultados confirman un nuevo salto en el progreso genético de las ganaderías nunca antes visto.

Como ejemplo, tenemos las cinco ganaderías que comenzaron a genotipar la mayor parte de su recría en 2014 en Cataluña (FEFRIC), frente al resto de ganaderías de esta Federación; en este caso, hemos dividido la diferencia en nivel genético debido al uso de toros con mayor potencial genético (parte naranja de la columna), de la diferencia que se debe a las madres (verde).

Podemos observar cómo las ganaderías que comenzaron a genotipar en 2014 han usado toros más altos en ICO y esto ha supuesto que las hembras nacidas cada año tenían un valor en el índice en torno a 200 puntos superior al resto, por este motivo. Pero, mientras esta diferencia permanece más o menos constante, por primera vez, en 2016, el diferencial genético debido a las madres supera claramente al de los padres.

Como la buena genética se va acumulando en 10 años, estas ganaderías han pasado de superar a la media en algo menos de 200 puntos de ICO en 2006 a casi 600 en 2016.

Cuando preguntamos a este grupo de ganaderos qué habían hecho con las terneras genotipadas en 2014 para lograr este salto en 2016, su respuesta fue variada:

  • Descartar algunas para recriar.
  • Hacer embriones con las mejores y ponerlos en las peores.
  • Usar semen sexado con las mejores y convencional con el resto.
  • Inseminar con carne a las peores y con Holstein al resto.
  • Usar la información para acoplar teniendo en cuenta recesivos y haplotipos y seleccionar a favor de la Beta Caseina A2A2.

En definitiva, para optimizar el uso de la genómica en granja debemos:

  • Tener claro nuestro objetivo de selección.
  • Genotipar de forma sistemática todas las terneras en el momento que nos resulte más cómodo (siempre antes del año de edad). Genotipar a través de las asociaciones permite obtener pruebas más fiables, ya que también se utiliza toda la información procedente de los datos recogidos en las explotaciones.
  • Descartar como reproductoras aquellas que, tras el genotipado, se alejen de nuestro objetivo.
  • Favorecer que las más adecuadas para nuestros intereses sean madres de la siguiente generación.

Usar un buen programa de acoplamientos que nos permita corregir puntos débiles, evitar la aparición de genes recesivos y controlar el aumento de la consanguinidad, por ejemplo, con el CONAFEMAT.

 

José Antonio Jiménez Montero

Ingeniero Agrónomo – Servicio Técnico CONAFE.