Claves de una prolificidad económicamente interesante en ovino

La baja productividad es un rasgo característico de los sistemas tradicionales de producción de ovino en extensivo, debido a la naturaleza estacional de la producción. Así pues, para obtener rentabilidad, deben asociarse sistemas de manejo más modernos con distintos niveles de intensificación, cuyo éxito viene determinado, en gran medida, por la eficiencia del manejo reproductivo.

Aquellos empresarios que deciden reorientar su sistema productivo, lo hacen aumentando los periodos de estabulación de los animales y obtienen buenos resultados económicos siempre que se acompañe de un incremento de la productividad. Para ello es necesario instaurar una gestión técnico-económica adecuada, así como una intensificación reproductiva.

No podemos olvidar que la base de la productividad de las explotaciones ganaderas de aptitud cárnica radica en la reproducción, ya que las nuevas crías suponen el objeto productivo de estas empresas, de manera que la optimización de la rentabilidad de las explotaciones y su sostenibilidad (producir más y/o a menor coste) pasa por un adecuado manejo de la reproducción de sus animales.

Una de las vías de intensificación reproductiva posible en el ovino consiste en incrementar la prolificidad (número de corderos/oveja/parto). En general, una prolificidad media de rebaño superior a 1,5 corderos/hembra/año se relaciona con buenos resultados económicos por oveja. Este dato en algunos casos es independiente de la mayor o menor intensificación de la mano de obra (número de ovejas/UTH), y de si practican sistemas más o menos intensivos desde el punto de vista nutricional.

De cara a la consecución de este objetivo de elevar la prolificidad, como Argentina o Nueva Zelanda, que lideran la producción de carne ovina, suelen emplear principalmente un sistema de mejora de la base genética mediante un cruce industrial en doble etapa. Este sistema (Figura 1) tiene como objetivos:

  1. Mejorar las características reproductivas de la línea hembra mediante la utilización de una madre, mitad prolífica, mitad autóctona, que se adapte sin problemas al medio en el que habita.
  2. Producir corderos, que suponen el producto final, con excelentes parámetros de crecimiento y calidad de la canal mediante la introducción de sementales de razas con marcada aptitud cárnica.

 

Figura 1. Esquema del cruzamiento industrial en doble etapa.

El primer cruzamiento tiene carácter mejorante y produce las hembras F1, que se caracterizan por una mayor precocidad sexual, fertilidad y prolificidad que las de raza pura. En este caso los ejemplares aúnan la fracción aditiva del valor genético del animal, y también la heterosis o vigor híbrido, que será tanto mayor y beneficiosa cuanta más distancia genética haya entre las dos razas que se cruzan inicialmente.

En la segunda etapa, y, con el objetivo de mejorar también la productividad ponderal, se lleva a cabo un cruzamiento industrial, consistente en introducir sementales finalizadores de razas de marcada aptitud cárnica en el rebaño de ovejas F1 para la producción de corderos con excelentes índices de crecimiento y calidad de la canal.

Si bien es cierto que este tipo de cruzamiento incrementa notablemente la productividad numérica, también ocurre que causa problemas importantes que requieren del ganadero un cambio de mentalidad en el manejo de la explotación. Hay que tener en cuenta que al aumentar el potencial productivo de las ovejas F1, se reduce su adaptación al pastoreo y aumentan sus necesidades nutritivas. Tampoco hay que olvidar que la mortalidad de los corderos puede dispararse como consecuencia del elevado número de partos triples y cuádruples.

Otro inconveniente radica en la necesidad de mantener, al menos, dos rebaños de ovejas en la explotación, con sus correspondientes instalaciones, que permitan conservar la estructura suficiente como para atender las necesidades de reposición de ovejas F1 y producir el número de corderos predeterminado, necesario para mantener la rentabilidad de la empresa. En todo caso, la base del éxito de la mejora genética en doble etapa radica en la selección adecuada de razas mejorantes.

Sin embargo, el manejo en granja de este sistema es complicado y se podría calificar de imposible para explotaciones con una determinada y limitada infraestructura. Por lo tanto, el incluir, simplemente, un rebaño de una raza hiperprolífica, podría constituir una opción alternativa a este sistema de cruzamiento industrial en doble etapa, ya que el manejo general del rebaño se simplificaría notablemente, pudiéndose obtener índices de prolificidad tan elevados como con un sistema de cruzamiento industrial en doble etapa, sin las complicaciones de manejo que conlleva este último.

 

Paula Martínez Ros
Universidad Cardenal Herrera-CEU