ASAJA reclama una gestión unificada de Agricultura y Medio Ambiente para frenar el deterioro del campo y la despoblación rural
ASAJA reclama una gestión unificada de Agricultura y Medio Ambiente para frenar el deterioro del campo y la despoblación rural
Políticas dictadas desde los despachos, de espaldas al campo, y una gestión ambiental desconectada del territorio comprometen la continuidad de nuestros pueblos
Las organizaciones provinciales de ASAJA en Ávila y Valladolid reclaman con firmeza una reorganización urgente de la gestión pública de las políticas ambientales para que vuelvan a integrarse en la misma cartera ministerial o consejería que la agricultura y la ganadería. No se trata de una reivindicación nueva ni caprichosa. España ya contó con un Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, y Castilla y León tuvo en los inicios del Estado autonómico una Consejería de Agricultura, Ganadería y Montes. Aquella estructura respondía a una realidad incuestionable: el territorio, el medio ambiente y la producción agraria y forestal forman un todo inseparable.
Hoy, sin embargo, las políticas ambientales se han convertido en la auténtica espada de Damocles del campo español y, muy especialmente, del campo castellano y leonés. Decisiones adoptadas desde el desconocimiento del medio rural, alejadas del día a día de agricultores y ganaderos, están poniendo en grave riesgo la viabilidad de miles de explotaciones y el futuro de nuestros pueblos.
La gestión de la fauna salvaje es uno de los ejemplos más claros de este fracaso. Los ataques del lobo a la ganadería extensiva se multiplican sin que existan herramientas eficaces de control. La expansión descontrolada del jabalí que actúa como reservorio y transmisor de enfermedades gravísimas para la cabaña ganadera, como la tuberculosis -una zoonosis que también afecta a la salud pública- o la peste porcina africana, con consecuencias económicas devastadoras para el sector porcino. A ello se suman las aves migratorias como vectores de la influenza aviar, otra amenaza de primer orden. Mientras tanto, los daños provocados por los conejos arrasan cultivos y viñedos ante la impotencia de los agricultores y la pasividad de las administraciones.
A esta situación se añade el impedimento sistemático y las trabas al desarrollo de explotaciones y naves ganaderas, las cuestiones del agua y la demonización del regadío -cuando es una herramienta clave para fijar población y garantizar la producción de alimentos-, las restricciones cada vez más asfixiantes en materia de fertilización o el veto al uso de medios eficaces de defensa frente a plagas junto a la imposibilidad de las quemas controladas. Todo ello se ampara bajo una interpretación ideológica y dogmática de la Agenda 2030 que, lejos de aportar soluciones, está hundiendo al sector agrario español y expulsando actividad y población del medio rural.
La dramática sucesión de grandes incendios forestales que se repiten en España cada verano es la prueba más evidente de unas políticas ambientales fallidas. No se trata de catástrofes naturales inevitables, sino de las consecuencias directas del abandono del medio rural y de una gestión que ha dado la espalda a agricultores y ganaderos. Los grandes incendios se alimentan de montes sin gestionar, pastos sin ganado y de una administración que prohíbe, limita y sanciona a quienes históricamente han cuidado el campo.
Las actuales políticas de prevención de incendios han demostrado su ineficacia. Lejos de proteger el medio ambiente, se vuelven contra él. Se criminaliza la ganadería extensiva, se bloquean limpiezas, desbroces y aprovechamientos forestales, se mantienen acotamientos de pastos durante años y se somete al sector a una burocracia asfixiante que impide actuar con rapidez y sentido común. El resultado es un territorio cada vez más expuesto al fuego, que evidencia que expulsar al agricultor y al ganadero del territorio no protege el medio ambiente, sino que lo hace más vulnerable. Cada incendio es un golpe directo al corazón del medio rural.
Desde ASAJA Ávila y Valladolid denuncian que no puede existir sostenibilidad ambiental sin sostenibilidad económica y social, y recuerdan que el abandono del campo está directamente ligado a la despoblación rural. Separar Medio Ambiente de Agricultura y Ganadería ha demostrado ser un error que se paga con explotaciones cerradas, pueblos vacíos y alimentos producidos fuera de nuestras fronteras con estándares mucho más laxos.
Por todo ello, exigen que las políticas ambientales vuelvan a gestionarse desde una misma cartera que la agricultura y la ganadería, tanto a nivel estatal como autonómico. Solo con una visión integral, técnica y realista se podrá equilibrar la protección del medio natural con la supervivencia de quienes lo trabajan y lo cuidan cada día: los agricultores y ganaderos.
El campo no es el enemigo del medio ambiente, es su principal aliado. Pero para que siga siéndolo, es imprescindible abandonar la ideología, recuperar el sentido común y la coherencia política, y una administración que escuche de una vez a agricultores y ganaderos antes de que sea demasiado tarde.
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