Alemania y la etiqueta estatal de bienestar animal

El pasado día 2 de febrero la ministra federal de Agricultura, doña Julia Klöckner, presentó en una conferencia de prensa, que tuvo lugar en Berlín, un nuevo etiquetado que debe reflejar el verdadero nivel de bienestar que ha disfrutado el ganado porcino que proporciona la carne y los productos porcinos que se comen los alemanes. Según la ministra el 81% de los alemanes desea disponer de una marca realmente fiable acerca del nivel de bienestar animal que han tenido los porcinos.

Ahora los consumidores tienen la posibilidad real de demostrar fehacientemente que el tema del bienestar animal es en realidad importante y no solo en las encuestas. Según la ministra los alemanes, en general, gastan poco en la calidad de la comida que compran en comparación con otras naciones europeas.

La etiqueta de bienestar animal cuya consecución será inicialmente voluntaria tiene, siempre según la ministra, la importancia al ser un primer paso y una solución intermedia que quizás también ayude a impulsarla a nivel europeo.

Evidentemente, siempre según la ministra, la nueva iniciativa no debería ser demasiado costosa para los porcicultores, ya que de lo contrario no podrían sobrevivir económicamente.

Para los costes iniciales de desarrollo de este etiquetado la ministra prometió a los ganaderos dinero proveniente del Estado. Además, con un total de 70 millones de euros, la señora Klöckner pretende lanzar una campaña publicitaria para promover una carne procedente de cerdos «más felices».

Para poder ostentar la mencionada etiqueta estatal de bienestar animal habrá de cumplirse con 13 criterios, que abarcan desde el nacimiento del animal hasta el momento de la matanza, lo que marca una diferencia con las etiquetas existentes de algunas de las cadenas de supermercados.

La etiqueta estatal tendría tres niveles con crecientes exigencias de calidad. Esto significaría, por ejemplo, que la etiqueta deberá especificar si los lechones permanecieron con la madre durante cuatro, siete o 14 días, y si fueron amamantados por ella.

Por otra parte también se deberá indicar el nivel de bienestar que tuvieron a lo largo de su cebo; si les suministraron material orgánico para roer, como turba, compost o aserrín porque, al disponer de más espacio y tener una distracción, se pretende evitar la caudofagia.

Asimismo se deberá tener en cuenta cómo pasan los porcinos sus últimas horas de vida. ¿Se pueden transportar en camión al matadero durante 24 horas, o solo ocho o cuatro horas? Las especificaciones se extienden a la «velocidad en que son matados» y el nivel del voltaje eléctrico mortal.

De acuerdo con las primeras estimaciones hechas por la ministra el coste que puede suponer la obtención de este etiquetado podrá situarse entre los 10 y los 12 euros/animal.

La propuesta de la señora Klöckner ha sido inmediatamente criticada por las asociaciones “más animalistas”. Así, por ejemplo Greenpeace ha criticado que la obtención de esta etiqueta estatal sea algo “voluntario” y exigió unos requisitos legales más estrictos para la producción porcina y la obligación de etiquetar la carne.

Según la Asociación Alemana del Bienestar Animal el error básico de la propuesta ministerial sigue siendo dejar la consecución de esta etiqueta como algo voluntario.

Por su parte, la asociación de agricultura orgánica Bioland criticó que unos 20.000 propietarios de animales en granjas orgánicas, que ya practicaban los más altos estándares de bienestar animal, serían «marginados» por el sistema de etiquetado propuesto por la ministra.

Según la organización de consumidores Foodwatch, el etiquetado estatal da a los consumidores «otro truco de relaciones públicas, en lugar de mejoras reales.