Abstención creativa
Hace aproximadamente un año escribía un artículo titulado “Cabreado” y en el mismo apuntaba la necesidad de presentar ante la sociedad vasca el grandísimo librito, grande en calidad pero pequeño en tamaño, del sabio asturiano Jaime Izquierdo (propongo desde aquí que le demos la doble nacionalidad, astur-vasco) titulado “La gestión creativa del cabreo”.
Pues bien, sin querer ser pretencioso, alguno debió escucharme y ha sido esta misma semana cuando este libro fue presentado en un sencillo pero bonito acto celebrado en el Auditorio de la Fundación Orona en Hernani bajo la experta batuta de Iñigo Marquet, director de la propia Fundación, con el propio Jaime como solista pero bien acompañado con un dúo conformado por el Lehendakari Juan José Ibarretxe y el paisajista Jakoba Errekondo. En este librito que les recomiendo, Jaime, nos hace una sesuda reflexión del poder del cabreo, de la energía generada por el enfado que, si es bien canalizada, controlada y gestionada puede ser un magnífico motor de procesos de cambio de la realidad que no nos gusta. Pasar del continuo lamento y de la frustración capante a un actitud proactiva donde la energía, generada sea utilizada en el logro de los objetivos prefijados.
En el transcurso de su presentación Jaime hizo mención a una emotivo acto en el que participó la víspera en Amurrio donde fue presentado un documental titulado “Los últimos pastores de Sierra Salvada” (que confío en poder verla pronto), dirigida por José Luis Urrutia y que narra las vivencias de los últimos pastores que suben a Sierra Salvada y digo, últimos, con tristeza, porque según he podido leer sólo son 9 pastores, 8 alaveses y 1 bizkaino, los que aún mantienen la costumbre de utilizar los pastos de montaña. He visto algunas imágenes del acto de homenaje a los pastores que recibieron los presentes con una amplia sonrisa de agradecimiento pero les tengo que reconocer que a mí este tipo de documentales sobre un oficio o modo de vida en supuesta extinción, y más si es uno tan apreciado como el pastoreo, como decía, a mí me deja el cuerpo maltrecho y el alma tocada.
Desgraciadamente el caso de Sierra Salvada no es una excepción y son muchos los ejemplos, tanto del País Vasco como de fuera de él, que podríamos poner sobre la mesa dando cuenta del lento pero imparable declive del pastoreo de montaña y de la trashumancia de los valles al monte y viceversa, entendiendo el pastoreo de arriba y abajo como uno sólo donde los pastos de montaña complementan los pastos del valle y viceversa. No obstante, aquí, en Euskadi también tenemos pastos de montaña que, pese a quienes pese, siguen gestionándose por parte de los baserritarras y así tenemos el caso de la Sierra de Aralar donde, al menos en la vertiente guipuzcoana, vive un momento, ciertamente dulce, al menos, en cuanto a aceptación y uso de los ganaderos se refiere. Son tropa los ganaderos que gestionan este vasto territorio y no son pocos los jóvenes que tienen puesta su mirada en dichos pastos para subir sus ovejas, vacas, yeguas,etc.
Como sabrán, los pastos de Aralar y más concretamente los terrenos de la antiquísima Mancomunidad de Enirio-Aralar, conformada por 15 municipios de las comarcas del Goierri y Tolosaldea, han sido protagonistas de numerosas protestas y encontronazos entre los ganaderos y ciertos colectivos conservacionistas que lo quieren conservar todo tan intacto que lo único que van a lograr es asfixiar a los ganaderos, a su cabaña ganadera y con ello, eso sí, lograr su ansiado objetivo final que no es otro que reducir la dimensión de los pastos y que los matorrales, zarzas y bosque espontáneo (el bosque gestionado es otro de los demonios a erradicar) campen a sus anchas. Esta gente se vale de su propaganda y de altavoces periodísticos para vender su moto y no contentos con ello, presionan a la clase política en su conjunto, pero con más ahínco a los que consideran más cercanos, acusándoles de venderse a los intereses privados de los malvados ganaderos al mismo tiempo que les advierten del severo castigo electoral que les infringirán si se avienen a a poyar las reivindicaciones de los ganaderos que, dicho sea de paso, son tan malignas como el arreglo de chabolas para los pastores, la mejora de ciertas infraestructuras de trabajo, el desbroce de determinadas zonas y los accesos para que los pastores puedan acceder en condiciones del siglo XXI a los pastos y chabolas asignados a cada uno de ellos.
Como supondrán, entre la clase política de la zona tenemos, como en botica, de todo. Los hay que apoyan y amparan a los ganaderos sin fisuras. Los hay, haberlos haylos, que rechazan sin titubeos las peticiones de esos mismos ganaderos y los hay, finalmente, quizás éstos sean los más peligrosos, quienes quieren quedar bien con todos, ponerse de perfil, abstenerse en las votaciones donde se aprueben los proyectos planteados por los ganaderos y endosar al resto de responsables municipales las consecuencias derivadas, incluso judiciales, de sus decisiones. Ósea, algo que podríamos calificar como la abstención creativa.
A mí, personalmente, no me sorprende nada, puesto que es ya un clásico en la izquierda abertzale, abstenerse en los momentos clave, esos momentos trascendentales donde hay que sacar pecho y mostrar altitud de miras. No querer mojarse. Sopas y sorber al mismo tiempo. Ni es la primera vez ni será, lamentablemente, la última. Ahora bien, estos responsables municipales abstencionistas deben saber que ya no engañan a nadie, y menos, a los ganaderos de la Sierra que, dicho sea de paso, tienen muy pero que muy cabreados.