Unas primeras consideraciones acerca del BREXIT (II)

Reitero, al día de hoy, mis serias dudas acerca de que el BREXIT del Reino Unido llegue a término (no se minusvalore aquí, además de lo que expuse la semana pasada -pinchar aquí para leer la primera parte-, el hecho de que miles de ciudadanos británicos tomaron el sábado 29 de mayo las calles de Londres para mostrar su frontal oposición a la salida de este Estado de la Unión Europea).

Pero lo que sí es totalmente cierto es que la posición actual del Reino Unido genera una situación de elevada incertidumbre (como lo ha manifestado con toda claridad el presidente Hollande), que no favorece a nadie (en Inglaterra ya se habla de no activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa antes de finales del 2016 o, incluso en el 2017. ¿?).

La evolución del valor de la libra frente el dólar y frente al euro, puede ser un buen referente de la expuesto; obviamente, la caída de la libra va a generar automáticamente una pérdida de competitividad de nuestros productos valorados en euros (actualmente, el balance global de intercambio de bienes y servicios con RU nos es favorable y genera un superávit que está alrededor de los 110.000 millones, el equivalente más o menos al 1,05-1,1% de nuestro PIB). En este ámbito, nuestra agricultura y nuestra ganadería juegan un papel destacado.

Y no se olvide tampoco que la inversión neta acumulada en Reino Unido por parte de una serie de grupos empresariales españoles (básicamente en el ámbito financiero, telecomunicaciones y energía) supera realmente los 55.000 millones de euros; pero a su vez la inversión británica en España viene a suponer del orden del 10-11% de toda la inversión extranjera directa en nuestro país.

En definitiva, el retrasar el “soo” o el “arre” del BREXIT puede ser mortal de necesidad, especialmente para los 300.000 británicos que residen permanentemente en España y los 500.000 que residen parcialmente en nuestro país (y para los españoles que residen en RU, que absorbe el 14% de nuestra emigración); para el turismo (16 millones de turistas británicos nos visitan anualmente y gastan unos 14.500 millones de euros, generando alrededor del 21% del total de nuestros ingresos turísticos); y también para nuestras agricultura y ganadería, ya de por sí sumidas, hablando en términos generales, en unos equilibrios económicos extremadamente frágiles. Y de forma paralela, la PAC -¡atención a este tema!- se va a ver necesariamente afectada.

Obviamente, si se consuma la salida, la UE y el RU (o lo que de él quede) habrán de negociar un nuevo acuerdo comercial que, en mi opinión, no podrá ser especialmente librecambista (al margen de que habrá que ver cuánto tarda en cerrarse, en ser firmado y ratificado).

Centrándonos en nuestro “mundo agrario”: en el año 2015, el sector agroalimentario globalmente exportó por valor de unos 41.700 millones de euros, el 16,7% del total de nuestras exportaciones e importó unos 32.000 millones, el 11,6% del mencionado total. Ello dio lugar a un saldo positivo final cercano a los 10.000 millones.

En este marco, Reino Unido constituye un importante destino de nuestros productos agroalimentarios. Nuestras exportaciones a este Estado vienen a suponer, en volumen, del orden del 8% del total exportado y, en valor, el 8,5% del total. No hay que olvidar que Reino Unido es muy deficitario en vegetales frescos (y España es su principal proveedor) y también somos importantes proveedores de aceite y de vinos.

En el ámbito ganadero, Reino Unido ha absorbido en el año 2015 alrededor del 15-16% de todas nuestras exportaciones de huevos a la Unión Europea; en carne de ave hemos exportado el año pasado unas 15.500 toneladas y hemos importado unas 29.000 t; en el caso del porcino, RU es nuestro quinto comprador en el ámbito comunitario y le hemos enviado cerca del 5% de las 1.754.774 t de nuestra exportación total.

En definitiva: Reino Unido juega un papel muy importante en el ámbito social y económico español, constituyendo para nosotros un mercado globalmente muy importante (también para nuestros productos agrícolas y pecuarios).

Por lo tanto, si finalmente se consuma el BREXIT, aumentarán nuestras dificultades a partir de unas relaciones comerciales mucho más complejas y también, entiendo, notablemente más volátiles.

¡Mal asunto! Una ruptura no suele ser realmente beneficiosa a medio-largo plazo para ninguna de las partes implicadas.

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas.
Universidad Politécnica de Madrid.