Unas primeras consideraciones acerca del BREXIT (I)

Me voy a permitir hoy y también la próxima semana, hacer una excepción a la “filosofía temática” de mis colaboraciones semanales en el Boletín del Foro Agro-Ganadero. Y lo haré, con el permiso de nuestros lectores, porque en los últimos días, con motivo del acontecido en el Reino Unido, he leído y escuchado muchas inexactitudes e incluso errores conceptuales y me parece muy importante aclarar o comentar algunas cuestiones que se me antojan claves.

Por estas razones, en las próximas líneas y antes de proceder a abordar las posibles consecuencias que puede llegar a tener para nuestras agricultura y ganadería el denominado “BREXIT”, voy a escribir acerca una serie de consideraciones iniciales globales, referenciadas a lo que está empezando realmente a provocar el hecho de que en el histórico referéndum celebrado en el Reino Unido los euroescépticos (a los que entiendo hay que sumar los eurofóbos) lograran casi el 52% de los votos frente al 48,1% de los europeístas o eurófilos británicos (que son aquellos que, como yo, piensan que la Unión Europea es absolutamente necesaria y quieren estar en ella; ello no significa, evidentemente, que no seamos o podamos ser, eurocríticos: “lo cortés no quita lo valiente”, dice un viejo adagio).

De entrada, he de decir que en estos momentos no estoy nada seguro, pero nada, de que el BREXIT se lleve realmente a término. Hay que tener en cuenta aquí, al menos en unas primeras reflexiones, varias cuestiones que me parecen sumamente trascendentes y condicionantes del mismo.

En primer lugar, el mencionado referéndum no es vinculante. En el momento de escribir estas líneas en Londres no se ha iniciado la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa (el artículo no se activa automáticamente; necesita la notificación formal del Ejecutivo británico). Por otra parte, ningún artículo del Tratado de Lisboa impide que Londres convoque otro plebiscito.

El primer ministro Cameron, que ya anunciado su dimisión (pero permanecerá en su puesto hasta octubre, cuando el Partido Conservador proceda a elegir a un nuevo líder, que automáticamente pasará a ser el nuevo primer ministro, como ocurrió cuando Gordon Brown sustituyó a Tony Blair), ha afirmado que el mencionado artículo no se activará hasta entonces (en mi opinión, cuanto más se tarde, más improbable será que se active).

En segundo lugar, el propio Reino Unido ha quedado desunido. Escocia e Irlanda del Norte han votado a favor de permanecer en la Unión Europea. No hay que minusvalorar aquí el hecho de que Nicola Sturgeon, primera ministra de Escocia, ha amenazado con llevar a cabo una acción, desde el Parlamento de Escocia, negando el «consentimiento legal» a la salida de la Unión Europea, alegando el voto mayoritario escocés a favor de la permanencia. La señora Sturgeon, que ya ha viajado a Bruselas para que no haya dudas acerca de la posición escocesa, ha instado al Parlamento de Irlanda del Norte (dónde también fue derrotado el BREXIT) a que siga su ejemplo. Además, Escocia va a preparar un segundo referéndum para independizarse de Reino Unido y seguir así en la Unión Europea; veremos que hace Irlanda del Norte. Por su parte, Gibraltar está empezando a pensar en una cosoberanía con España.

En mi opinión, parece inevitable una profunda “crisis de tipo constitucional” (aunque el Reino Unido, como tal, no tiene una Constitución). Ante la dimisión masiva de los ex-fieles al líder laborista Jeremy Corbyn y el lío que hay montado en las filas conservadoras, veo bastante clara la opción de una convocatoria de elecciones a corto plazo (y atención entonces a la europeísta Theresa May).

En tercer lugar, ya hay decenas de miles de personas, como se pone en evidencia en las redes sociales, que se muestran totalmente arrepentidas de haber votado a favor de salir de la Unión Europea, conformando el llamado BREGET (juego de palabras con el termino regret o lamentar). Estas personas se sienten engañadas porque algunos “grandes argumentos” que utilizaron los partidarios del BREXIT eran falsos, como ellos mismos han reconocido públicamente. Por ejemplo, los referidos a las mejoras de la financiación de la Seguridad Social o a que los británicos podrían continuar disfrutando del Mercado Único.

En cuarto lugar, hay una petición ciudadana. El texto, puesto a la firma voluntaria de los ciudadanos (ver la página web de la Cámara de los Comunes) solicita a los diputados, que por cierto son mayoritariamente europeístas, que se implemente una norma por la cual, si el voto para salir o quedarse en la UE está por debajo del 60%, cuando la participación sea inferior al 75% (y en este caso ha sido del 72%) se celebre otro plebiscito. La mencionada petición ya supera los 4,5 millones de firmas y sigue creciendo (al superar las 100.000 firmas la petición ciudadana tiene que ser sometida a consideración en la Cámara Baja).

En quinto lugar, los jóvenes británicos (más de un 70% de ellos votaron a favor de permanecer en la UE) están absolutamente indignados con los “viejos” y los “viejos jubilados” (que fueron absolutamente determinantes para que ganara el BREXIT); ellos pueden haber hipotecado, en gran medida, su futuro.

Y en sexto lugar, el resto de la Unión Europea, empezando por el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y Angela Merkel, ha dejado claro que no va a permitir un “cherry picking” y que el Reino Unido (o lo que quede de él) se va a convertir, con todas sus consecuencias, en un País Tercero.

Escrito esto, en el Boletín de la próxima semana me referiré a las posibles consecuencias que para nuestro sector tendría la consumación del BREXIT.

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas.
Universidad Politécnica de Madrid.