Unas notas sobre la gestión de purines

Cuando nos planteamos la forma más rentable de gestionar el subproducto más abundante que se produce en nuestras granjas de ganado porcino, debemos de pensar que esta gestión debe hacerse adecuadamente para que sus beneficios superen ampliamente a sus inconvenientes. Y me refiero tanto a los productivos como a los Medioambientales.

Por ello nuestro modelo de referencia debe de parecerse a la buena gestión que se hace en algunos de los Centros Gestores que ya existen y que son un ejemplo de respeto al Medioambiente. Si no pasamos a ser socios de uno de ellos, si debemos de gestionar nuestros recursos como si fuésemos un pequeño Centro Gestor nosotros mismos.

Lo primero que se debe de conocer es qué producto tenemos en nuestras manos. Para ello se admite por parte de la Administración dar valor a los resultados de unas analíticas oficiales. Así con los métodos de campo (Quantofix o conductimetria) o de laboratorio, sabemos el Nitrógeno, Fósforo y Potasio de nuestro purín, así como los otros microelementos que lo componen, lo cual lo hace más interesante que los abonos inorgánicos.

(Autora: Azucena Crespo)

 

Estos valores nos van a condicionar la dosis que se aplica en cada ocasión. Para conseguir este objetivo, lo ideal es que las máquinas distribuidoras posean equipos que indiquen la concentración y así aplican mayor o menor cantidad de purín por hectárea.

Además respecto al impacto ambiental es importante saber cuáles son las máquinas más respetuosas. De hecho a final de 2017 el Ministerio anuncio que habría sanción en la PAC a quien aplicase el purín en los campos con los sistemas llamados de abanico. La fecha de entrada en vigor la establecían las CCAA, y en 2018 ya se ha destinado las ayudas del Ministerio a la renovación de este tipo de aplicadores.

Influye también el cultivo a que se va a destinar el purín, pues según cuales sean sus necesidades admitirá unas dosis u otras. Hay que valorar también la cantidad de nutrientes que tiene el suelo ya antes de nuestro abonado orgánico y los nutrientes que también aporta el agua de riego.

Es por esto que existen tablas de referencia de organismos especializados y experimentados en producción agrícola para saber qué época del año y cantidad es lo adecuado para su aplicación en cada caso. Aunque podemos encontrarnos con problemas si la capacidad de almacenamiento de nuestra granja no es suficiente para esperar al mejor momento o si existen límites legales o “turísticos” para su aplicación.

Además hay que actuar distinto si estamos en una Zona Vulnerable (donde las aguas poseen ya una alta cantidad de componentes orgánicos) o no Vulnerable, puesto que en las primeras existe limitación en cuanto a los Kg por Hectárea de nitrógeno Orgánico que se puede aplicar.

Es interesante evaluar si alguno de los métodos alternativos de gestión de purines (compostaje, separación por fases, biometanización…) puede resultar rentable para nuestros intereses, aunque no suele ser el caso, a no ser que estemos en alguna de las anteriormente citadas Zonas Vulnerables.

Además se debe de dejar una constancia documental, tanto por parte del agricultor, como los del ganadero, indicando la cantidad y dónde se ha aplicado.

Y por último, tan importante como una correcta gestión es estudiar los modos de reducir la producción de purín en las explotaciones.

Fernando Laguna
Veterinario
ADS de la Hoya de Huesca