Una operación de “acoso y derribo”

Exponía hace unos días, en una conferencia que dicté en el marco de un foro de empresarios y economistas, que, en el ámbito de la Unión Europea, se está reactivando en estos últimos tiempos la compleja y, en mi opinión, estratégicamente bien diseñada operación de “acoso y derribo a la ganadería intensiva”, a la que se ha dado también en llamar (inteligentemente) “ganadería industrial” que no es precisamente un nombre que genere especial “empatía” en el “consumidor tipo” de la U.E.

Y aducía que me sorprende en gran manera que, en el seno de nuestra sociedad, no haya voces profesional y moralmente reconocidas que se dejen oír con claridad para poner coto y sensatez a esta temática que, de seguir por los derroteros por los que está derivando, infinitamente más emocionales que zootécnicos, puede llevar a medio plazo a la Unión Europea, en lo que atañe la proteína de origen animal, a una situación de dependencia logística y comercial de países terceros tan peligrosa como cara.

No voy a ser yo quien niegue al Eurogroup for Animals sus buenas intenciones y la altura de sus miras (se trata, como es sabido, de una organización no gubernamental, nacida en 1980 y con base en Bruselas, que dice tener como objetivo mejorar el trato de los animales en el seno de la Unión Europea). Pero, en mi opinión, al igual como sucede con cierta frecuencia en nuestro país, por ejemplo, con ANDA (la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales) o con FAADA (la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales), cuando el Eurogroup for Animals entra en el mundo de los “animales de renta” comete importantes errores técnicos.

Ello sucede, tal vez, porque estos activistas, sin duda, insisto, cargados de buenas intenciones, no dominan adecuadamente el mundo de la Zoología (del griego «ζωον» zoon = «animal», y «-λογία» -logía, tratado, estudio, ciencia), que es la disciplina biológica que se encarga del estudio de los animales, ni conocen bien el mundo de la “ciencia de la producción animal”.

Muy activos en la ejecución de una presión sobre la sociedad, basada en un proselitismo agresivo y contundente, muy “anti ganadería industrial”, apoyándose permanentemente y bien en la modernas técnicas de comunicación social y disponiendo de abundantes recursos económicos, constituyen realmente un lobby que acaba logrando, finalmente, promover legislativamente, en el seno de la U.E., una serie de cambios significativos y sesgados, por ejemplo, en los alojamientos e instalaciones o en las normas de manejo.

El problema está en que, muchos de estos cambios, que finalmente pasan a constituir parte del “modelo U.E. de producción pecuaria” no favorecen realmente, zootécnicamente hablando, a las actuales “bases animales de renta” (aunque sí lo puede parecer cuando se aplican a ellas los conceptos de “felicidad”, de “bienestar” o de “libertad” y se valoran desde la ignorancia técnica, con una perspectiva conceptual fundamentada en el antropomorfismo). Como muestra, un botón: un anuncio referido al futuro de una importantísima empresa avícola española dice “los huevos, mejor de gallinas en libertad” (sic).

Toda esta orquestada operación de “acoso y derribo” comporta, entre otras cuestiones, la generación de una gran confusión en los consumidores y siembra de muchas dudas en nuestra sociedad; perjudica la imagen de la ganadería, especialmente de la ganadería sujeta a modelos intensivos de producción; genera un significativo encarecimiento de nuestras producciones pecuarias y una clara disminución de nuestra competitividad en el seno de mercado mundial.

Y todo ello, no se olvide, sin beneficiar realmente, hablando en términos generales, a la base animal de nuestras granjas. La operación de “acoso y derribo”, estimados amigos, está muchas veces totalmente desenfocada y, lo que es peor: es lesiva para la ganadería y, por ende, para la propia sociedad.

 

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.

Profesor Emérito.

Universidad Politécnica de Madrid.