Tribuna informativa – Semana 35/2017

  1. La producción avícola de cara al futuro

Las últimas estimaciones de la FAO y de la ONU estiman que la población mundial pasará en el año 2050 de los 7.330 millones actuales a unos 9.700 – 10.000 millones.

De esta población alrededor del 70 por 100 (otras previsiones hablan del 75 por 100) habitará en las zonas urbanas (lo que no dejará de originar importantes problemas logísticos y económicos de suministro de insumos y también de eliminación de subproductos y residuos).

Si estas previsiones se cumplen, la demanda de alimentos deberá aumentar de forma altamente significativa. Alexandros y Bruisma, 2012, estiman este incremento en un 70 por 100; Buxadé, 2016,a partir de datos FAO, estima que el incremento de la demanda de carne (sin aumentar los actuales niveles de consumo) puede rondar los 190 millones de toneladas anuales y los aumentos de demanda de leche pueden rondar los 350 millones de toneladas anuales; de estos incrementos corresponderían a los países desarrollados y en vías de desarrollo, unos 170 millones de toneladas de carne y unos 310 millones de toneladas de leche); en cuanto al incremento de demanda de huevos, los dos autores mencionados la estiman en un 65 por 100 y Buxadé habla de una demanda previsible de huevo para consumo de unos 65 millones de toneladas de los cuales unos 58 millones corresponderían a huevos de gallina.

En lo que sí están todos de acuerdo, en el capítulo de las carnes, es que la carne de ave será la que tendrá el crecimiento más alto (entre un 120 y un 125 por 100) en razón de su mayor eficiencia y eficacia productivas (ciclo productivo más corto y mejor índice de conversión técnico), en relación con las otras carnes; requiere menos inversiones por unidad productiva y por kilogramos de carne producido; no es discriminada por motivos religiosos o culturales; tiene, en general, una muy buena imagen; genera menos gases con efecto invernadero que otras carnes, y es fácil y rápida de cocinar (requiere de base poca cocina).

Una primera cuestión clave aquí es saber si, con los recursos de que se dispondrá de S.A.U. y de agua, aplicando los modelos productivos actualmente utilizados, con todas las mejoras que cabe espera se produzcan, se podrá atender esta demanda. Una segunda cuestión es si va a ser socialmente posible mantener el actual porcentaje global de hambrientos (actualmente más de 900 millones) y de personas mal alimentadas (hoy unos 2.700 millones), sin que se genere un conflicto de incalculables dimensiones.

  1. Principales impulsores de la demanda de alimentos

De acuerdo con un interesante estudio de Deloitte, que ha sido bien citado por “Selecciones Avícolas” (junio 2017) los principales impulsores a la hora de proceder el consumidor a elegir sus alimentos son: el precio, la comodidad y las recompensas emocionales (a ellos habría que añadir, probablemente, las modas, el entorno inmediato y la influencia de los prescriptores directos e indirectos).

Los dos primeros, el precio y la comodidad, son considerados los impulsores clave tradicionales, mientras que, entre las recompensas emocionales, el gusto también se considera tradicional y las otras están en continua evolución, considerándose como tales la seguridad, la salud y el bienestar (tipo de producción ganadera: producción intensiva, semi – intensiva, producción orgánica, etc.) el contenido nutricional, ingredientes naturales (apetencia, en ciertos universos de discurso, de alimento no-GMO, todo natural y libre de antibióticos, etc.) ausencia de alérgenos, características de la granja productora (bienestar animal), de la empresa manufacturadora y del centro de venta (juega aquí el impacto social, si es un abastecimiento local, , tratamiento de los empleados, diseño de la tienda al por menor, canal de innovación, interacción de marca,  transparencia – etiquetado, página web de la empresa, etc. -.

Según Deloitte, los impulsores tradicionales continúan siendo, en general (en el consumidor tipo medio), los más importantes de su comportamiento y probablemente lo serán en el futuro. Sin embargo, los factores de evolución son cada vez más importantes para un grupo grande y diverso de consumidores en todo el mundo, especialmente en las economías desarrolladas.

Según la mencionada empresa, la preferencia hacia los “impulsores en evolución” está muy relacionada con otros dos distorsionadores del mercado. No hay que olvidar que las redes sociales y el canal digital han democratizado y generalizado la información de tal manera que han dado un gran poder a los consumidores, aumentando su nivel de exigencia.

Uno de los problemas que está surgiendo con esta realidad es que los consumidores no siempre saben elegir adecuadamente la información disponible (veraz, completa y actualizada) y, en no pocas ocasiones, por su falta de formación, tampoco son capaces de “digerirla” adecuadamente; ello ocasiona importantes sesgos y falsas interpretaciones de los hechos.

  1. La evolución del sector lácteo en España

De acuerdo con los datos publicados por el MAPAMA en su informe de coyuntura de agosto 2017 (Dirección General de Producciones y Mercados Agrarios; Subdirección General de Productos Ganaderos, agosto del año 2017) el sector del vacuno de leche en España sigue perdiendo entidad.

Así, el número total de ganaderos de vacuno lechero, con entregas declaradas de leche en España,

fue, en junio del año 2017, de 14.979. Este dato supone un descenso del 0,7 por 100 con respecto al mes inmediatamente anterior y una reducción del 5,7 por 100 en relación al mismo mes del año anterior.

Por su parte, el censo español de vacas lecheras sigue descendiendo paulatinamente y, en la actualidad, agosto 2017, se sitúa en 856.961 vacas en ordeño. Esta cifra supone un descenso en términos absolutos de 487 animales con respecto a agosto de 2016, representando un 0,1 por 100 menos.

Como ha sido la tónica desde hace muchos años, Galicia es la Comunidad Autónoma con mayor censo de vacas lecheras mayores de 24 meses, ya que cuenta con 337.778 animales (39 por 100 del total); le siguen Castilla y León, con 98.356 animales, y Cataluña, en tercer lugar, con 82.837 animales.

El censo de novillas en el mes de agosto de 2017 ha sido de 290.308 animales. Esta cifra supone un descenso con respecto a agosto de 2016 de 8.972 animales, representando un 3 por 100 menos.

Entre enero y abril del presente año 2017 la leche líquida para consumo supuso el 41 por 100 del total; el queso producido con leche de vaca el 19 por 100; la nata de consumo director el 15,4 por 100, leches acidificadas (yogures) el 11 por 100; la mantequilla el 10 por 100; otras leches en polvo, al igual que la leche desnata en polvo, el 2 por100 y, finalmente, la leche concentrada el 1 por 100.

En lo que atañe al consumo de leche y productos lácteos en España éste tiene una estructura diferente a la del resto de los países de la Unión Europea. El consumidor español se decanta en especial por la de leche de consumo, principalmente de larga duración, así como hacia un consumo más alto de yogures y quesos, y por otro lado, un consumo muy inferior de mantequilla (nosotros no utilizamos, como norma, la mantequilla para cocinar).

En los últimos años, se asiste en España a una tendencia descendente importante en el consumo de leche y productos lácteos. Se observa, además, una marcada estacionalidad en el consumo de lácteos con un descenso más marcado en los meses de verano (se sustituye la leche por cerveza y bebidas refrescantes).

La tendencia que se observa para este año 2017 es que continuará el descenso en el consumo de leche y de productos lácteos.

España sigue siendo una importadora neta de leche y productos lácteos, dado que su consumo interno no se ve cubierto por la producción nacional. Aunque se observa un progresivo aumento de exportaciones y un descenso de importaciones, pero el balance comercial sigue siendo claramente negativo.

El mayor porcentaje de las importaciones de lácteos procede de otros países europeos, entre los que destacan dos Estados: Francia y Portugal. Los mercados de destino prioritarios de las exportaciones españolas son otros países de la Unión Europea, encabezados también por Francia y Portugal.

Comparando los datos de los últimos doce meses disponibles (mayo 2016-abril 2017) con el periodo inmediatamente anterior, se observa un incremento en el volumen de las exportaciones de un 32,1 por 100, mientras que en las importaciones se ha producido un descenso del 4,5 por 100. Consecuentemente, al comparar ambos periodos, en relación al valor económico de estas operaciones, se ha generado un aumento del 10 por 100 en el caso de las exportaciones y un descenso del 0,3 por 100 en el caso de las importaciones.

  1. La evolución de la acuicultura: proyección a 2026

De acuerdo con un estudio publicado por la OCDE (se trata de las principales conclusiones a las que llega el estudio “Perspectivas Agrícolas de la FAO 2017-2026” de la OCDE, una publicación que anualmente revisa las proyecciones sobre la producción de alimentos y, paralelamente, hace un análisis del mercado), la producción mundial de pescado y marisco, excluyendo las algas, crecerá en el periodo 2014 a 2026 en unos 26 millones de toneladas métricas, hasta alcanzar 194 millones de toneladas. Estos datos auguran un crecimiento del 15 por 100 en este periodo.

Este crecimiento se producirá principalmente con la acuicultura como motor. Las previsiones actuales son que incremente la producción en un 34 por ciento hasta 2026.

El mencionado crecimiento se producirá, en gran medida, en los países en vías de desarrollo y, en especial, en Asia, donde seguirá representando el 90 por ciento del total. En este contexto, China seguirá siendo el productor más importante, representando el 60 – 65 por 100 de la producción acuícola total en el mencionado año 2026.

En el 2025, por primera vez, de acuerdo con las previsiones mencionadas, la producción acuícola mundial superará los 100 millones de toneladas; un volumen que se espera llegue a los 102 millones de toneladas un año más tarde.

En el informe se pone en evidencia que la acuicultura “seguirá siendo uno de los sectores alimentarios de más rápido crecimiento, a pesar de que su tasa de crecimiento anual promedio se haya desacelerado de 5,3 por ciento por año en la década anterior a 2,3 por ciento por año en el período 2017-2026”.

Por su parte, el año 2021 será el año en el que la acuicultura supere en producción a las capturas pesqueras (incluyendo los usos no alimentarios). En este contexto, se estima que en 2026 la participación de la acuicultura será del 53 por 100 del total pesquero producido y el 58 por 100, excluyendo los usos no alimentarios.

En todos los continentes habrá pescado para suplir la demanda, excepto en África, donde el crecimiento de la población superará la oferta de pescado.

Los países en desarrollo seguirán siendo los principales exportadores de pescado para consumo humano y su participación aumentará del 67 por 100 en el periodo 2014-2016 al 68 por ciento en el año 2026. En este mismo periodo los países desarrollados reducirán su participación en las importaciones mundiales, del 53 al 52 por 100.

  1. A vueltas con el tema del cambio climático

Sin duda ninguna, el tema del cambio climático es uno de los más debatidos en estos últimos cinco años. Y hay que decir que los científicos y los estudiosos de este tema no se ponen de acuerdo. Así, mientras hay un número importante de los mismos que aseguran que el mencionado cambio climático es una realidad y que, en unos muy pocos decenios, sus efectos serán muy importantes, otra parte de esta comunidad de científicos se muestra muy escéptica con esta cuestión (véase, como ejemplo, el actual debate que tiene lugar en el seno de Ergomix).

Entre tanto, el Consejo de Ministros de España acordó el 1 de septiembre la distribución territorial de un total de 16.389.340 euros destinados a las diferentes líneas de actuación de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y del Organismo Autónomo Parques Nacionales para su transferencia a las distintas Comunidades Autónomas.

La distribución de estos créditos presupuestarios se acordó oportunamente en el seno de la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, celebrada el pasado 24 de julio.

De la cifra indicada, más de 10,4 millones se destinarán a iniciativas de lucha contra el cambio climático, en el marco de los Planes de Impulso al Medio Ambiente (PIMA): Residuos, Adapta Costas y Adapta Ecosistemas.

El PIMA Residuo, impulsa actuaciones que permiten reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y avanzar en los objetivos de la Ley de residuos y suelos contaminados y del Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos, así como en el cumplimiento de los objetivos relativos a las energías renovables. Va a recibir más de 4,9 millones euros.

El PIMA Adapta Costas es una nueva iniciativa dentro de la estrategia general de este Gobierno para adaptar la costa española a los efectos del cambio climático.

Finalmente, el PIMA Adapta-Ecosistemas contará con 2,5 millones de euros, que se distribuirán entre las CCAA, con el fin de abordar el reto del cambio climático en los ecosistemas de nuestro país, fomentando medidas que garanticen que los bosques, la superficie agrícola y los pastizales sean menos vulnerables a las condiciones climáticas.

Parece claro que España, al igual que el resto de Estados de la Unión Europea, toma como hecho cierto la realidad de un cambio climático y apuesta por aplicar medidas que sean capaces de combatirlo eficazmente.